Existen al menos dos versiones de lo que ocurrió en Reynosa. En la prensa, fuentes anónimas relataron que el Cártel del Golfo secuestró en diciembre de 2009 a un operador financiero de los Zetas, Víctor Peña Mendoza, alias Cóncord 3. Heriberto Lazcano, líder de los Zetas, pidió que lo liberaran. Pero sólo devolvieron su cadáver. No hay información oficial sobre este suceso, aunque toda la historia está contada en foros de páginas de Internet ligadas al narco, como lo constató la investigadora Guadalupe Correa-Cabrera, autora del estudio “La Frontera ?Olvidada? El Caso Tamaulipas: Clave para Entender la Nueva Configuración del Crimen Organizado en México”.

 

Otra versión es que la ruptura se dio luego de que Osiel Cárdenas Guillén, extraditado en 2007 a Estados Unidos (jefe del Cártel del Golfo y creador de los Zetas), decidió dar informacion al gobierno estadounidense sobre la estructura de los Zetas, con tal de reducir a 25 años su encierro en aquel país.

Los Zetas comenzaron como un grupo de ex militares de elite desertores del Ejército, que se convirtieron en sicarios de Cárdenas Guillén. Luego, al extorsionar, secuestrar, cobrar derecho de piso y encargarse de giros ilegales como la prostitución o la piratería, pasaron de ser un ejército privado a convertirse en un cártel, como lo describe el académico Carlos Resa Nestares en su ensayo “Los Zetas: de narcos a mafiosos”. Creció tanto su poder de fuego y su capacidad organizativa que decidieron independizarse del Cártel del Golfo.
Hoy las autoridades mexicanas reconocen a los Zetas como otro de los cárteles que operan en el país y el que mayor capacidad de fuego posee.

 

Le pregunté a un colega tamaulipeco: ¿Quién es el jefe de la plaza en Reynosa?”.
“El bato que está bien pesado es uno al que le dicen Metro 3, Samuel Flores Borrego”, fue su respuesta.
En Internet encontré varias referencias a Metro 3, que trabajaba para el Cártel del Golfo: la dea ofrecía cinco millones de dólares por información que llevara a su captura, y una corte del distrito de Columbia tenía un proceso abierto contra él por traficar cocaína y marihuana a Estados Unidos.

Sin embargo, lo que más me llamó la atención al teclear Metro 3 es que el buscador te dirigía a un video colgado en YouTube. Los autores son Cano y Blunt, dos jóvenes originarios de Tamaulipas que cantan, a ritmo de hip-hop, sobre la vida y obra de los capos del narcotráfico en la “frontera chica”. El lenguaje era el de los jóvenes que viven en los barrios marginales de las ciudades:

Sobres, gente, la cosa como es
viene dedicada
p’al señor Metro 3
uno de los buenos
el reino es su terreno
con la corta, con el cuerno
te manda p’al infierno
Él es el 3, señor de respeto
bandido conocido como el Metro
le han querido dar pabajo,
eso es muy cierto
los que lo intentaron
han quedado en el concreto
La gente controla,
¿a poco no lo ven?
todo controlado
por el Comandante 3
toda su gente lista a cualquier horario,trucha está la guardia,
listos los sicarios…
Hice varias llamadas a conocidos de la escena musical para localizar a Cano y Blunt, pero sólo obtuve el nombre de una colonia en las afueras de Reynosa, cerca de la zona donde se ubican las maquiladoras. Y, como no hay reportero sin suerte, a la entrada del complejo habitacional había un gran muro graffiteado, igual al que había visto en el video de YouTube. “Cali Records”, decía con letras estilizadas junto a la imagen de dos jóvenes con sombreros de pachuco. Eran ellos.

Pedí más datos en una vinatería de la colonia y me dijeron que dos calles más adelante vivía uno de los músicos. Llegamos, y de nuevo la camioneta en la que íbamos causó temor entre los vecinos.

“Buscamos a Cano y Blunt”, dije, después de saludar.
“¿Y para qué los quieren? ¿Son judiciales o qué?”, respondió una mujer que, luego me enteraría, era la madre de Blunt.

Después de pasar horas convenciéndolos para hacer una entrevista, Cano y Blunt aceptaron, con la condición de que no hablarían sobre las canciones “dedicadas”. Estas composiciones son pagadas por los miembros del crimen organizado: por 300 dólares, los gatilleros que quieren halagar a su jefe les cuentan a los músicos las hazañas que deben ser narradas; los músicos trabajan la letra y entregan un tema a ritmo de hip-hop.

Pero no sólo le cantan a los narcos. Cano y Blunt tienen otras canciones que reflejan lo que ven a diario en su ciudad:

Somos puro Reynosa
un chingo de malandros,
pura gente mafiosa
lo sufres o lo gozas
Reynosa la maldosa,
la calle es peligrosa
póngaseme trucha,
pura gente maldosa
Bienvenidos a mi reino,
Reynosa querida
donde a diario la gente
se rifa la vida
gente que pesa,
gente que te vuela la cabeza,
ándate con cuidadito
o de balas te atraviesan

Samuel Flores Borrego, Metro 3, ya no escuchará las canciones de Cano y Blunt, ni ninguna otra. El 3 de septiembre de 2011 el Ejército y la PGR lo declararon muerto. Lo balearon cuando iba a bordo de una Ford Lobo. Los asesinos abandonaron su cadáver junto al de uno de sus cómplices en el kilómetro 21 de la carretera Reynosa-Monterrey. Ahora la ciudad es controlada por alguien más, alguien a quien seguramente ya le han dedicado varias canciones.

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