Existe un déficit de democracia, ¿qué cree que se puede hacer en esta década para combatir estas deficiencias?
Va a tomar años cubrir los baches que la democracia tiene. El requisito esencial es la libertad de elegir. Es una pieza sin la que el resto de la democracia no podría llegar a funcionar. Si eso se enturbia, la democracia no dará ningún otro paso. Debe existir rendición de cuentas en el gasto público, que cada centavo se anote en un sitio de internet. La democracia debe ser capaz de ir corrigiendo los grandes abismos de desigualdad. El dinero no se debe quedar perdido en los vericuetos de la corrupción, se tiene que ir cerrando la brecha entre los que no tienen nada y los que tienen demasiado a través de un sistema tributario justo.

En Nicaragua no se respetó esa libertad de elegir a los líderes, así como en Honduras, en el último golpe de Estado.
El golpe de Estado de Honduras fue un retroceso. Los golpes de Estado deberían estar proscritos por siempre en Centroamérica. Espero que la siguiente elección presidencial en Honduras sea transparente.

En una entrevista usted decía que en Nicaragua, al igual que en otros países de Centroamérica, la cosa se fastidió cuando los comandantes guerrilleros empezaron a pensar en hacerse ricos, ¿cómo lo vivió?
Uno de los grandes riesgos de la democracia es esta vieja premisa de que el Estado es un botín. Ese mecanismo de alguien que llega al palacio y siente que está cubierto por un manto de impunidad. Que tiene una inmensa posibilidad de negocios, en las licitaciones, este sentimiento de impunidad nos muestra una imperfección de la democracia. La corrupción es un tejido que hay que eliminar.

Como centroamericano, ¿cómo ve este proceso de juzgar en Guatemala a los exjefes de Estado por delitos de lesa humanidad?
Eso es quedar en paz con la historia. No tomarlo como una persecución. Sobre todo cuando se trata de sistemas de justicia tan débiles.

¿Qué lo pone a usted pesimista y optimista sobre Centroamérica?
Pesimista: la reiteración de los viejos vicios, el caudillismo. Me pone optimista que no se me ocurriría hoy en día, en una dictadura militar como las que tuvimos en los 70, con cementerios clandestinos y desaparecidos. O que te encarcelaran por el hecho de ser joven, llevar el pelo largo; ese tipo de cosas siento que quedaron atrás para siempre. Esa es mi esperanza optimista.

Usted habla de que el periodismo debería dedicarse más a la crónica…
Las maneras de informarse han cambiado. Cuando leo el periódico, ese periódico no me está informando nada nuevo. Todo ya lo sé porque las noticias me llegan al teléfono o las ví en la página de internet. La manera en que el periodismo tradicional en papel puede sobrevivir es cambiando el ángulo, que me recuenten la historia. No es algo que se improvisa, es bien investigado. En twitter me puedo informar ya de todo. Es una forma de información directa que antes no existía. Pero para que me informen a fondo está la crónica.

Hace 30 años les tocaba a los jóvenes pedir democracia, hacer revoluciones, ahora ¿qué rol les toca ahora a los jóvenes?
Informarse. Y esta información de la que hablo no sólo se refiere a estar informados del presente sino de lo que fue el pasado. Si hago una encuesta a los menores de 25 años y les pregunto quién es el general Ríos Montt, el 80 por ciento me dice que no sabe. En Estados Unidos, el 80 por ciento no sabe quién es Kennedy. El pasado es algo cancelado. Un niño de 12 años considera que los celulares han existido desde el origen de la humanidad. No se puede vivir sin hacerse cargo del pasado.

¿Qué pensaría que deben hacer los políticos que están cerca del poder?
Lo que quisiera ver en Centroamérica son estadistas. Un estadista es quien entiende al país en su totalidad, en su perspectiva de pasado y futuro, es el que ve la globalidad del país, no queriéndose vengar del gobernante anterior. Con visión estratégica hacia adelante. Es quien, al abandonar el cargo, quisiera que su sucesor continuara lo que ha hecho y que el sucesor quisiera continuar. No destruir la hilada de ladrillos sino poner una encima. Lo que ocurre en Brasil o Chile. Que llevan 25 años construyendo, detrás hay una idea de proyecto nacional. Cardoso empezó, Lula la mejoró y millones de personas han salido de la pobreza. La magia consiste en construir. ¿Cuál va a ser la visión de Guatemala o Nicaragua? ¿Servicios? ¿Turismo? Debemos construir una meta a 50 años.

En América del Sur se respira optimismo y en Centro América todavía no
Falta la visión republicana que es la sencillez al gobernar. Veo a un presidente, (José) Mujica, que gobierna sin pretensiones, sin opulencia. El llegó a la presidencia y anda en su carro viejo. No quiere ser el líder del mundo. El problema de América Latina es que los sueños de la razón producen monstruos. Alguien como Chávez piensa que por tener petróleo puede ser el líder del planeta. ¿Hay o no visión estratégica en un país como Venezuela? Se puede salir de estos problemas sin creerse faraón, esas son las claves, sin importar el signo ideológico, hoy en día el signo ideológico tiene menor peso. Ya nadie se mata por ideologías. Se trata de buscar un término medio.

Usted ha vivido a Centroamérica. Sobre este lenguaje centroamericano del que habla, ¿echa en falta que no se haya construido más identidad centroamericana?
Esa identidad solo se construye con instrumentos concretos, no retóricos. Por ejemplo, una editorial que pueda leerse en todos los países es más importante que un Parlamento Centroamericano que no sirve para nada. Se ha vuelto una huesera política donde se van de retiro los políticos que ya no son útiles. Porque las decisiones del parlamento no son vinculantes. Sería bueno que se creara una televisora, un periódico virtual, un portal centroamericano donde se encuentren carteleras culturales, datos sobre universidades, eso es mucho más integrador.

Si Tito Monterroso escribió “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, ¿cómo se traduciría esto, en este siglo, en Centroamérica?
El dinosaurio existe en Centroamérica porque existe la cepa genética del dinosaurio. Nacemos en el huevo mismo del dinosaurio.

 

Foto: Ximena Villagrán

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