Quién es la primera candidata trans a presidenta comunal en el país

"¿Cómo se construye una militante trans? ¿Y una política? ¿Cuál es el horizonte de nuestras posibilidades?". Victoria Stéfano escribe el perfil de Pamela Rocchi, la santafesina que inscribe a las trans en la historia para siempre.

Quién es la primera candidata trans a presidenta comunal en el país

Por Victoria Stéfano
20/07/2021

Fotos: Titi Nicola

A 95 kilómetros de Rosario y 285 de la capital santafesina, se emplaza Alcorta, localidad del departamento Constitución, casa del histórico Grito de Alcorta. Fundada en 1895, fue el epicentro de una rebelión agraria que se extendió a cuatro provincias y que la inmortalizó en los libros con el nacimiento de la Federación Agraria Argentina.

A más de 100 años de esa gesta, Alcorta vuelve a alojar otro hito en la historia argentina: la primera mujer trans candidata a una presidencia comunal. El 9 de julio pasado, Periódicas llegó hasta la comuna para relatar esta nueva gesta que nace en las calles alcortenses.

Nacida y crecida en Alcorta

Pamela nació el 9 de febrero de 1986 a las 11 de la noche en el SAMCo local. “Bien alcortense” menciona entre risas. Da cuenta de una infancia linda, tranquila y alegre; rodeada de una familia numerosa y de muchos amigos. “Mi infancia era eso: jugar a la pelota, cazar pajaritos” relata.

“En la escuela me iba muy bien, siempre tenia 10 en actividades plásticas, 10 en música, dos en inglés y tres de matemáticas”, comenta entre risas. “Lo mío eran las artes. La matemática no me gustaba”.

Y desliza algunas anécdotas que comienzan a tejer esos intersticios en los que se encuentran la educación y la identidad: “En sexto grado hice de la hermanastra de Cenicienta y era un juego. Para mí era un juego y para las maestras también. No era que decían ‘ay no, el alumnito se va a disfrazar”. Era como un juego y nos matábamos de risa. En mi casa yo me ponía un vestido y no era que mi mamá y mi papá me retaban, era lo más natural. Se reían, y yo me reía. Para mi cumpleaños una vez me disfracé de reina. No era que mi abuelo o alguien me decía ‘sacate esa ropa de mujer’. Era algo de lo que nos moríamos de risa, porque había un antecedente en la familia que era una mujer trans. Yo me entero muchos años después que teníamos la prima que es trans. Y nunca hubo un problema con eso”.

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Entrada la adolescencia, relata que comenzó a notar las distancias y las ganas de ser. “Acá en el pueblo la vida es muy distinta que en la ciudad. Hace 21 años atrás, cuando yo tenía 13, te llevaban tus viejos a la plaza, te juntabas con tus amiguitos de la escuela, te ibas a tomar un helado e ibas a pasear por el pago donde estaba toda la gente grande comiendo. Jugabas al ring-raje y esas cosas y te venían a buscar a las 10 de la noche. Eso era algo re común que hacíamos. Entonces las pibas más grandes se empezaban a poner brillitos, y yo veía todo eso y lo quería para para mi vida. Y yo decía, ‘¿por qué no me puedo poner eso?’. Yo andaba de jean, con una camisa”.

El nombre propio

“Casi por cumplir los 14, yo decía ‘no doy más’. Lo hablaba mucho con una con una amiga. En ese momento vivía con mi mamá porque mis papás ya estaban separados. Y tipo 11 de la noche todos se iban a dormir y yo me escapaba por la ventana de la pieza y me iba a la casa de la ‘Tili’, Roxana, una amiga muy cercana. Ella me prestaba todos los maquillajes, la ropa, me prestaba todo. Y yo lo empiezo a hablar con un montón de gente pero principalmente con ella”.

Pamela cuenta que en ese momento era el monaguillo de la iglesia, junto con dos compañeros. Hasta que decidió no ir más “porque yo ya sabía que me quería vestir de mujer. De hecho un día fui con las uñas pintadas y me echaron a la mierda, pero me echaron bien. Yo lo hablé con el cura y él me dijo: ‘está todo bien, no pasa nada. Es tu vida'”.

Entonces comienza a encontrarse con la necesidad de exteriorizar eso que sentía adentro: “A ‘la Tili’ yo le decía ‘me quiero cambiar el nombre, quiero un nombre de mujer ‘. Y ella me decía ‘bueno, Guillermina te podés poner’. Porque el nombre que me habían asignado mis padres al nacer era Guillermo”. Pamela relata que durante muchos años le costó decir ese nombre. “Lo borré de todos lados, hasta hice trámites en Anses para que desaparezca, pero después me dije ‘¿para qué hice tanto si fue mi nombre?’. Era raro. Pero muy de grande empecé a decirlo”.

“Frente a eso yo le decía a Tili ‘Guillermina no. Guillermina Rocchi no, no me gusta, además me hace acordar a mi otro nombre’. Entonces ella me dijo: ‘Puta, escúchame, en Italia hay dos prostitutas. Una se llama Roxana y la otra Pamela. Yo soy Roxana… Y vos tenés que ser Pamela’. Y yo pensé ‘Pamela Rocchi. Me gusta Pamela. Sí, me voy a llamar Pamela’. Ahí estaba casi terminando la escuela, le conté a algunos compañeros que me iba a cambiar el nombre, y los pibes todo bien con eso”.

Cuando terminó el colegio la decisión estaba tomada: “Yo no sabía si me gustaban los hombres o las mujeres. Pero sí sabía que me quería vestir de mujer”.

A su vez su mamá se fue a Villa Cañas y ella no se quería ir. “No conocía a nadie, tenía mi escuela acá, y entonces mi papá me dice que me quede a vivir con él, y me hace una casa en el garage. Y yo ahí tenía mi casa”.

“Para que no te pase nada”

“A esa edad ya había empezado a ir a la bailanta y un día conozco a unas travestis. La veo a Maru de Elortondo, pelucón, tetona, divina. Me acuerdo que fue una fecha patria. Ella se había puesto una bandera de Argentina y yo no lo podía creer. Esa noche llamo a un amigo mío y me fui a Villa Cañas. Llegué como a las 4 de la mañana a la casa de mi mamá llorando. Ella me preguntaba que que pasaba, que quien murió. Y yo lloraba y me ahogaba. Y le dije. ‘Mamá yo quiero vestirme de mujer, porque yo no doy más’.’¿Y tanto lío hacés por eso?’ me dijo. ‘Hace lo que quieras. ¿Quién te va a decir algo?’. Y ya mas tranquila me acosté a dormir. Al otro día me pregunta si ya estaba mejor y me dijo que como vivía con mi papá que lo hablara con él. Y yo me decía ‘¿cómo le digo a mi papá esto?'”.

Pasó algún tiempo fue con su papá a dar una vuelta un sábado a la noche con la mujer de él, quien estaba al tanto de la situación y los dejó para que hablaran a solas. “Y empecé: ‘Papá yo me quiero vestir de mujer porque a mí me gusta porque esto y lo otro’, llorando. Entonces mi papá se da vuelta y me dice: ‘Hacé lo que quieras. Vos sos mi hijo. A esto ya más o menos lo sabía por eso te traje a vivir conmigo, para que no te pase nada'”.

A los dos días decidió hablar con su abuela. “Si mi abuela me decía que no pasaba nada, entonces no pasaba nada, porque a mi abuelo lo convencía ella, y para mí ya estaba, no me importaba más nadie. Entonces le dije: ‘Nona, yo me voy a empezar a vestir de mujer’. Y ella me pregunta qué era lo que había dicho mi papá. Y le contesté que nada, que estaba todo bien. Entonces me dijo ‘qué me venís a decir a mí entonces, si vos sos hija de el’… Así que ya estaba todo listo.

Los desafíos de ser

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“En febrero del 2000, para mí cumpleaños, me vestí de mujer. De un día para el otro. Siempre usé el pelo cortito porque era delgada, alta y me encantaba. No te voy a decir que parecía Araceli González, pero me encantaba” comenta entre risas.

El color elegido fue el violeta. El atuendo: una pollera larga hasta el piso, un topcito, el pelo con gel, parado. “Mi mamá les dijo a todos: ‘desde hoy no le cantamos más el feliz cumpleaños a Guillermo, desde hoy se lo vamos a cantar a Pamela’. Y esa noche la primera vez que me voy a la bailanta vestida de mujer. Fue fantástico. Yo era feliz. Me iba con las travestis allá. Amaba todo eso. El travestaje”.

Cuando iban a comenzar las clases fue a la casa de Amelia Chavarino, que era la directora de la Escuela Normal 37. Ella tenía para ese entonces 59 años, estaba a punto de jubilarse. “Le caigo con la uñas larguísimas, pintadas de rojo, jean ajustado, y le digo: Amelia, quiero empezar la escuela. ‘Si, no hay ningún problema, no pasa nada. El martes anda a la escuela a inscribirte’ me dice ella”.

Cuando fue Amelia la estaba esperando. Junto a los directivos habían tomado algunas decisiones: no la llamarían por su nombre sino por el apellido, iba a ir al baño de profesores y no iba a formar fila. “Yo no lo sentía discriminatorio. Yo le buscaba a todo el lado positivo. Hoy eso hubiera sido un escándalo”.

Costos

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El primer día de clases todos entraron a los salones. Cuando llegó Pamela todes estaban colgados de las ventanas del aula para verla. El tercer día una compañera le dijo que podía salir tranquila, que ya se habían ido todes. “Cuando salgo estaba toda la escuela abajo esperándome. Me gritaron de todo. Cosas lindas, cosas feas”.

Al otro día formó con sus compañeres. “Ya me había visto todo el mundo así que me ponía en la fila de mujeres, de hombres, me reía, no me importaba. A la semana llevé ají putaparió y puse en todas las escaleras y en la canilla de los baños. Si sabía que alguien le tenía fobia a las chinches verdes llevaba chinches y le ponía en la billetera. Esas cosas hacía. Después cagué a palos a uno en la escuela, porque me dijo ‘travesti hijo de puta’.

Hasta que un día una maestra la llamó por su nombre anterior. Una compañera le dijo: “¿Señora por qué le dice así? Si ella se llama Pamela’. Y la profesora le contesta ‘Si él es travesti, es problema de él’. Entonces yo intervengo y le digo ‘Su marido no dice lo mismo de mí’. Se armó un escándalo terrible y me dicen que me retire de la escuela, y me retiré”.

Al otro día la escuela estaba cerrada para no dejarla entrar. En ese momento, vio llegar a maestra en cuestión. “Fui y la baje de los pelos de la bicicleta. Obviamente me echaron”. Pero Pamela no se resignó. Consultó con la supervisora quien la animó a denunciar la situación.

“Volví a la escuela, le dije a la directora que la iba a denunciar a ella y a la maestra, y entonces me dijo que por qué no hablábamos… Pero yo sentía que ya estaba. La iban a echar a la maestra, había tenido dos hijes hacía poco. No podía permitir eso. Entonces dije ‘ya esta, no vengo más, quédese tranquila que no vengo mas'”.

Travajo

Sábado a la noche, bailanta. “La encuentro a Maru, le cuento lo que había pasado con la escuela, y me invita a ir a Venado Tuerto con ellas”. Le dijo a su papá que iba a buscar trabajo así que le dio permiso.

“Las chicas eran todas trabajadoras sexuales. Se me cagaban de risa de que buscara trabajo en supermercados y negocios”. Pasaron dos semanas y nadie la llamó. Hasta que tuvo una entrevista para trabajar de costurera. “Y viste que las travestis no tenemos clóset. Donde vamos se dan cuenta que somos travestis. Y yo sentía que el tipo que me atendió se me reía. Volví y le conté a las chicas y ellas me decían: ‘Pamela, quién te va a dar trabajo, es imposible. ¿Vos ves que alguna de nosotras tenemos un trabajo? Lo único que podemos hacer es ejercer el trabajo sexual’. Yo decía ‘no puede ser que lo único que puedan hacer las travestis sea el trabajo sexual’. Y sí, yo tenía que comer. Así que a la calle. Esto fue en 2007, 2008”.

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En cana por travesti

Un día la detuvieron junto a unas compañeras cuando estaban paradas en la ruta. “Fue la primera y única caída que tuve, por código contravencional, por travestismo”.

Como era menor lo llamaron a su papá para que fuera a buscarla. “Eso fue como a las 10 u 11 de la noche y a las 3 de la mañana cae mi papá a buscarme. Nunca hablamos de eso. Fueron esos silencios que no tenías que explicar nada. Yo semejante gato vestida de medias red, tacos, un tapado largo hasta el piso, y mi papá no me decía nada. Se reía y me decía ‘qué haces acá, vamos a casa'” rememora entre sonrisas.

“Tiempo después vuelvo a Venado Tuerto. Sexo, droga, noche, todo lo que trae el trabajo sexual. Y un domingo dije: ‘No quiero más esto para mí vida’. No me puedo resignar que para una mujer trans solamente tengamos el trabajo sexual'”.

Nacer, en lo político

Retornó a su pueblo natal. Cuando cumplió los 18 años se inscribió en la escuela para adultos (EEMPA). Todo iba bien hasta que al finalizar primer año debían entregarle la bandera. La directora le dijo que no la podrían nombrar en el acto como Pamela Rocchi porque era una ofensa a la patria. Esto fue en 2009.

“A todo esto yo ya no era ninguna tonta. Había estado dos años con las travestis que te enseñan de todo. La calle te educa y a mí me educó para bien. Me había dado un montón de herramientas para defenderme. Entonces le dije: ‘Mire señora, yo voy a ir a mi casa a bañarme y cambiarme y voy a venir al acto. Si usted me llama con el nombre que me asignaron mis padres al nacer, se va a armar un lío terrible’. Mi mamá toda la vida miró novelas mexicanas. Las de Thalia, La Extraña Dama, las de Grecia Colmenares. Y con esa escuela dramática en la cabeza yo pensaba ‘me paro, grito, tiro una silla’. Siempre el escándalo, nunca un me levanto y me voy o directamente no voy. Y fui. Primera de todas me senté, para que sea el escándalo más visible. Y bueno no fue así. Me dieron la bandera con el nombre Pamela Rocchi. Después pase muchos años intentando ponerle nombre a eso que había pasado. No sabía si era un triunfo o qué”.

Cuando llegó el día de la graduación decidió pasar al frente con “Todos me miran” la canción de Gloria Trevi. Esa noche llovieron 250 mm en Alcorta. “Llegué me saque una foto con la torta y a los dos segundos la torta se cayo. Pasaron cosas raras esa noche” comenta, sabiendo que hasta el clima se enteró que se egresaba una travesti.

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En 2010 Pamela se fue a estudiar enfermería a la ciudad de Rosario y allí comienza a militar en una agrupación estudiantil. En 2012 se recibió pero no querían darle el carnet con su nombre. Se enteró que en Buenos Aires estaban peleando por la Ley de Identidad de Género y hacia allá fijó rumbo.

“Llegué a las 10 de la mañana, no había casi nadie” comenta. Se encontró con una militante trans santafesina, también socialista. “Había travestis de toda la Argentina. Al lado mío había un grupito que decía ‘Uh, llegaron las camioneras de Tucumán’, de esos chistes que hacemos entre nosotras. Y yo me largue a reír y ahí me dicen ‘¿y vos de dónde sos? No nos vas a decir que sos de Tucumán’. Les digo que era de Santa Fe y ellas me responden ‘como la Ironici’. Yo la había escuchado nombrar porque hacía unos días que le habían dado el DNI con el nombre autopercibido.

Alejandra Ironici fue la primera mujer trans en obtener un documento de identidad con su género autopercibido sin recurrir a la vía judicial por un decreto del gobernador Hermes Binner y entregado en mano por su sucesor, Antonio Bonfatti, el 8 de marzo de 2012.

La ley suponía la consolidación del derecho a a identidad para todas las personas trans, pero para Pamela implicaba algo más, el nombre que la identificaría en la campaña por la presidencia de Alcorta: “‘Cuando me postule a la presidencia comunal de Alcorta voy a necesitar el cambio de Identidad de género porque sino van a hacer los pasacalles con el nombre del documento’ y yo no quiero eso” reflexionaba.

Al regreso de Buenos Aires Pamela comienza a tejer sus primeros acercamientos al partido socialista, donde inscribió su militancia y formación. Según relata fue primero gracias a la invitación a uno de los campamentos del partido y luego a un Enero Socialista de 2013, que son encuentros anuales de las juventudes socialistas.

Allí conoció a la hija de una concejala de Villa Constitución, Analía Martín, con quien luego trabajaría durante cuatro años, hasta su fallecimiento. “Yo le dije que yo limpiaba pisos, que no podía trabajar en política. Ella me insistió, le pedí que me deje pensar, y lo pensé dos días. Le dije que sí y empecé a trabajar y a recorrer el departamento porque ella era candidata” recuerda.

En 2013 el Frente Progresista gana las elecciones de Alcorta y Pamela comienza a trabajar en la comuna. “‘¿Qué hacemos con la travesti?’ era la pregunta. Entonces dicen ‘llevémosla a la oficina que está en el ferrocarril pero que no atienda el teléfono’. Yo pensaba ‘¿por qué? Bueno listo, que suene, yo no lo voy a atender’. Y ahí ya metida en todo. Iba por las secretarías y me ofrecía de asistente. En Cultura, en Salud, en Obras Públicas… Y empecé a ser asistente de todas las secretarías. Así que me dejaron atender el teléfono. Ya no les quedó otra”.

Al poco tiempo gracias a su relación con la gente del pueblo le ofrecen ir a trabajar a desarrollo social. “Me dieron soltura y empecé a trabajar muchísimo”.

Coordinadora del programa Integral Trans

El ex gobernador Miguel Lifschitz fue un hito en la vida de Pamela, cuenta que lo conoció mientas él era senador por Rosario, y le ayudó mucho en gestionar cosas para su localidad. Un día le pidió a su secretaria que visiten Alcorta. “Para mí lo más increíble es que sabía mi nombre. Seguramente Majo (su secretaria) le dijo. Pero para mí era genial”, menciona emocionada.

En 2015 pierden las elecciones en la comuna pero el frente gana la gobernación de la provincia. Pamela le escribió un correo a Lifschistz poniéndose a su disposición. Le ofrecieron trabajar en el Ministerio de Salud coordinando el departamento Constitución. Pero para Pamela su lugar estaba en otro lado.

Conoció al subsecretario de políticas de diversidad sexual de la gestión de Lifschitz, Esteban Paulón, quien le hizo un ofrecimiento sin muchas expectativas pero que fue suficiente para decir que sí. “Me dijo: ‘Mirá Pamela, no tengo presupuesto, no tengo cargo, no tengo nada. Hace dos días que estoy acá sentado. No sé que voy a hacer. Si querés quedarte, quédate y vemos que hacemos’. A mí no me importaba la plata. Yo quería la militancia”.

Pamela se convirtió en empleada y además coordinadora del Programa Integral Trans. “Fueron cuatro años maravillosos. No solo para mi vida personal. Sino para la comunidad trans. Si bien el activismo estaba latente en Santa Fe y en Rosario no había militancias visibles en Venado Tuerto, en Florencia o en Melincué. Durante ese tiempo todas estas monstruos se empoderaron en muchos lugares y lucharon, y hoy son por las que tenemos 15 cupos laborales en toda la provincia y el Cupo Laboral Trans provincial”.

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En 2019 pierden las elecciones provinciales entonces Pamela fija ruta para volver a Alcorta. “Pero en febrero, volviendo de Buenos Aires de presentar la guía de Infancias trans que habíamos hecho durante la gestión, recibo el llamado de Clara García que me ofrece trabajar con ella en la Cámara”. Así fue que además de ser la primera funcionaria a cargo de un programa, Pamela se convirtió, de mano de la diputada Clara García, en la primera asesora trans en la legislatura santafesina.

Pamela candidata

Mientras tanto, en Alcorta hubo un cambio de autoridades del partido. Como cada vez que empiezan las elecciones, los medios alcortenses que apostaban a la candidatura de Pamela empezaron a fogonear la idea. Consultó con Clara García, quien le dijo que lo hable con Lifschitz. “A la semana y media recibo un mail de él, hermoso: ‘Hola Pame querida, espero que hayas empezado bien el año, yo lo empecé muy bien. Primero te pido mil disculpas por haberme tardado tanto en responderte, pero tú ofrecimiento fue algo que me resonó en la cabeza y tenía que tener la seguridad para contestarte. Y quiero decirte que tú candidatura no solamente va a ser muy buena para vos, para tu vida política, sino para el colectivo trans que seguramente va a tener a la mejor representante. Dale para adelante, tenés todo mi apoyo’. Imaginate que ese mail se lo mostré a Dios y a María Santísima” confiesa sonriente.

Comenta que la muerte de Miguel fue un golpe terrible, pero sentía que tenía que seguir con lo pactado, y llevó la propuesta de su candidatura al partido. “Todos los compañeros dijeron que iban conmigo”.

Su compañero de fórmula sería Mauro Pane, un bombero de la localidad, militante de un sector del radicalismo. Presentaron la lista una semana antes del cierre oficial. “Eso habla de que no somos improvisados. Venimos con ganas, con proyectos, con cosas armadas. Ahora queda convencer a la gente” considera la candidata a la presidencia comunal.

Pamela se diferencia de los viejos modos de la política tradicional. “Quiero que me voten porque conocen mi trayecto político y apuesten por el futuro. Que me elijan porque saben lo que soy capaz de hacer. Quiero convencer a la gente diciéndole ‘yo voy a hacer esto en la comuna. No quiero comprarte con nada'”.

Y analiza también lo que supone su exposición como candidata. “Obviamente se que van aparecer chistes. Ya hay dando vueltas algunos memes y cosas sobre mí que no me preocupan. La travesti vino a revolucionar un montón de cosas. Si bien hubo muchos compañeros y compañeras candidates a concejales nunca estuvieron en la primera línea”.

Perspectiva

Este recorrido deja entrever también una mirada concreta sobre las oportunidades que tienen las personas trans para la participación política y la fuerza fundante de lo colectivo. Pamela remarca que a pesar de todo sigue siendo siempre la misma. “Vivo en la misma casa con la misma gente, soy la misma persona. Pero sí recogí en todo este tiempo a todas estas grosas travestis que te empoderan. Creo que soy la misma que decidí no resignarme a que el trabajo sexual sea lo único. Y hoy voy a ser candidata a presidenta comunal”.

Y remarca que es un clima histórico oportuno, pero que muchas deudas continúan presentes: “En este momento veo la candidatura como algo positivo para nuestra comunidad, mas allá que en lo personal. Porque las travestis siempre fuimos la risa, la burla, todo lo peor. Lo que falta es la oportunidad para lo que buscamos. Necesitamos oportunidades. Demostrar que podemos hacerlo. Y siempre las personas trans nos esforzamos el triple. Y si tenemos que barrer dos cuadras, barremos 10. Tenemos que estar demostrando todo el tiempo que no somos ese monstruo que la sociedad construyó ante nuestro cuerpo, ante nuestra vida. Somos un montón de otras cosas que no hemos tenido oportunidades de demostrar”.

Y apunta a una de las cuestiones primordiales en el acompañamiento de las personas trans: la familia. “Cuando vos decís ‘mamá, papá, quiero ser esto’. Y claro, si tu papá toda la vida se rió de las travestis y toda la vida se replicó que son prostitutas, drogadictas, que son una vergüenza, claro, ¿Cómo tu padre va a querer todo eso para vos? Ahí está el quiebre, en el acompañamiento de la familia. Creo que todo lo demás es suerte y destino”.

La candidata remarca además que “mientras tanto necesitamos la voluntad de los machos que están en la política. Necesitamos que nos abran esos espacios. Sino nunca vamos a poder llegar. Yo tuve oportunidades en la vida. Me crucé con gente muy grosa y que me ayudó mucho. Pero necesitas, para todo, la voluntad política”.

Así se fue gestando esta oportunidad para Pamela Rocchi y un desafío que puede inscribir en la historia un segundo Grito de Alcorta, uno que marque el inicio de otra rebelión, el de las personas trans en la política.

*Esta nota fue publicada originalmente en Periódicas 

Victoria Stéfano