A ocho años de la desaparición forzada de Luciano Arruga, y a poco más de dos años que su cuerpo apareció enterrado como NN en el cementerio de Chacarita, no hay avances en la causa que todavía continúa en etapa de investigación en el Juzgado Federal N°1 de Morón. Y aunque la principal hipótesis sigue siendo la participación policial aún no se ha podido determinar qué pasó y quiénes son los responsables penales.

Se sabe que el adolescente cruzó la autopista descalzo, asustado, escapando. Eran las tres y media del 1 de febrero de 2009 y un auto lo atropelló en General Paz y Emilio Castro. Por la colectora se alejaba una camioneta de la Policía Bonaerense sin las balizas prendidas. Arruga ingresó a la justicia como un cadáver NN y estuvo casi seis años enterrado en el cementerio de Chacarita.

“Lamentablemente no hay mucha claridad sobre los responsables ni sobre qué fue lo que pasó más allá de lo que sabíamos entonces: que que Luciano cruzó a las 3:20 de la madrugada corriendo desesperado por la General Paz”, dijo a Cosecha Roja María Dinard, abogada del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels). “Pasó mucho tiempo en términos de lo que pueden recordar los testigos y de información que se va perdiendo. No hay que olvidar que el cuerpo de Luciano fue encontrado a casi seis años de haber desaparecido. Muchas medida de prueba quedaron truncas o pendientes”, explicó.

Entre las cuestiones a revisar, Dinard destacó cinco que resultan claves:

1 – Hay testimoniales pendientes que, aunque no son medidas de prueba novedosas, tienen que ver con las personas que ya declararon en la causa en otro contexto -cuando la investigación estaba en provincia de Buenos Aires- y que el juzgado quiere volver a citar.

2 – Es importante revisar el tema de los móviles que no emitieron señal. No solamente los del destacamento de Lomas del Mirador, que es el centro de la escena de la detención de Luciano en 2008, sino de otras comisarías como la Octava y la de Don Bosco que tuvieron varios móviles esa noche en la calle, además de otros que estaban rotos y fuera de circulación.

3 – Falta investigar los dos móviles del destacamento de Lomas del Mirador que estuvieron estacionados dos horas en el Monte Dorrego, un descampado cercano al barrio que dio positivo en un peritaje con perros. También un tercer móvil que no emitió señal durante toda la noche. Dos policías dicen que quedó estacionado en la puerta del destacamento pero al no emitir señal no es posible cotejar.

4 – El Juzgado está revisando las declaraciones de los testigos que vieron una camioneta ubicada en General Paz a la misma hora en que Luciano cruzaba por allí.

5 – La justicia debe citar a las personas que participaron de la investigación para que den alguna explicación sobre las irregularidades que tiene el caso y el interés de ocultar información. También hay que revisar la investigación deficiente de la Fiscalía.

“Todos los móviles de la policía tienen un GPS -explicó Dinard- que emite una señal de posicionamiento cada 30 segundos. De esa manera se puede controlar dónde estuvieron a lo largo de las cuadrículas, que es la manera en que dividen los barrios para ser patrullados”. Esos GPS están siempre encendidos y la única forma de que no funcionen es su adulteración o que sean cortados desde la Central.

En los próximos días, la abogada presentará un escrito sugiriendo nuevas medidas de prueba. “Es para profundizar lo que pudo haberle pasado a Luciano desde que lo vieron los amigos por última vez en el Barrio 12 de Octubre pasadas la una de la mañana hasta que se lo detecta cruzando por General Paz”.

La historia

A Luciano lo hostigaba la Bonaerense. Lo detenían sin razón, lo llevaban a la división, lo verdugueaban. Todo empezó cuando los agentes de la policía de Lomas del Mirador le ofrecieron trabajar para ellos y él se negó. Entonces lo paraban en la calle, le ponían un arma en la espalda y le decían “negrito villero”. El 22 de septiembre de 2008, salió de su casa a las 7.30. Había dejado el secundario y trabajaba con el novio de su hermana Vanesa. Unas horas más tarde, cuando Mónica -la mamá- preparaba el almuerzo, un policía bajó del patrullero en la puerta de la casa y le dijo que Luciano estaba detenido en el Destacamento. Ella fue a buscarlo pero no lo pudo retirar.

– Su hijo robó un mp3 y un celular. No lo puede ver, está incomunicado – le dijo el policía Julio Diego Torales.

A las 14.30 Mónica regresó a la casa para contarle a Vanesa lo que estaba pasando y juntas volvieron al destacamento. La hermana de Luciano enfrentó a Torales: “Quiero ver a mi hermano ¡Suéltenlo!”. Desde un cuarto que tenía la puerta abierta, escuchó el grito del adolescente.

-Vane, sacame de acá que me están matando a palos.

Una bota cerró la puerta. Enseguida Mónica y Vanesa escucharon golpes y el llanto de Luciano. Recién a las 19.30 lo liberaron. El adolescente le contó a la hermana que Torales lo amenazó con llevarlo a la comisaría 8va dónde “estaban todos los violadores” y que los oficiales le sacaron 20 pesos que tenía encima. Le dio los dos nombres de los que le habían pegado, Vanesa se acordó del único acusado porque fue el que las despistó en el Destacamento. Ella anotó “Julio Diego Torales” en un cuaderno. El 15 de mayo el Tribunal Oral en lo Criminal Nº3 condenó a diez años de prisión al ex policía bonaerense Torales por torturar a Luciano en el Destacamento de Lomas del Mirador. La sentencia fue confirmada y hoy Torales está alojado en la Unidad 40 de Lomas de Zamora del Servicio Penitenciario Bonaerense.

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Cuatro meses después de la primera tortura, Luciano desapareció. El cuerpo ingresó a la justicia como un cadáver NN. Tras el accidente en la General Paz -lo atropelló un estudiante de Monte Grande-, lo trasladaron al Hospital Santojanni, donde lo operaron y murió a las 8 de la mañana. De ahí lo trasladaron a la morgue judicial y el 3 de febrero le tomaron las huellas digitales. Lo enterraron como NN en el cementerio de Chacarita.

En el mismo momento, la familia lo empezó a buscar y la denuncia por averiguación de paradero entró al sistema judicial. Durante los primeros 45 días sin saber nada de Luciano, nadie les dio bola. Recorrieron los hospitales y presentaron recursos que la Justicia rechazó. “¿No entró un cuerpo NN con estas características?”, preguntaban la mamá y la hermana cada vez que entraban a la guardia.

El primero en prestarles atención fue Pablo Pimentel, presidente APDH La Matanza. En abril de 2014, junto con el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) presentaron un habeas corpus y en septiembre lograron que el juez Juan Pablo Salas acepte el pedido. “Poner a los funcionarios a escuchar a la familia permite que reflexionemos acerca de lo que significa la problemática y la importancia de que brinden herramientas a la justicia para buscar a Luciano”, dijo a Cosecha Roja Orieta aquel día.

En aquella audiencia se decidió que el ministerio de Seguridad de la Nación recabara, organizara, centralizara y coordinara la información proveniente de las fuerzas de seguridad federales y provinciales a través del área de búsqueda de paraderos, dependiente de la Secretaría de Cooperación con los Poderes Judiciales, Ministerios Públicos y Legislaturas del Ministerio.

El 17 de octubre de 2014 desde el ministerio de Seguridad confirmaron que entre los libros matrices de la policía Científica había un cadáver enterrado como NN el 3 de febrero y que el cotejo -mediante el sistema AFIS- había dado positivo: eran las huellas registradas en la morgue y las que habían quedado en el Destacamento de Lomas del Mirador por la entrada de Luciano en 2008, una de las veces que lo torturaron. Los dos expedientes -el de averiguación de paradero y el de accidente de tránsito- se juntaron más de cinco años después gracias al rompecabezas que rearmaron a pulmón la familia y las organizaciones sociales.

El 22 de octubre forenses y una especialista del EAAF exhumaron el cuerpo y el 2 de diciembre se confirmó la identidad. “Esto es falta de respeto a la vida, falta de respeto a los pobres”, dijo Orieta durante la conferencia de prensa en la que contaron el hallazgo. Para Dinard, “es tremendo que una familia tenga que esperar casi seis años para encontrar a un ser querido, independientemente del trasfondo de este caso. Es una deuda que podría haberse saldado antes”.

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Hoy habrá una movilización con el lema “A 8 años. Marcha por Luciano. Lo mató la policía. Lo desapareció el Estado. Lo encontramos luchando”. La concentración será a las 15 en General Paz y Avenida Mosconi para marchar hacia la Plaza Luciano Arruga, en Perú y Pringles, Lomas del Mirador donde se realizará un acto para decir “No a la violencia institucional”.