Las valoraciones

El Faro consultó a tres comisionados de la PNC sobre el hecho de que dos de cada tres equipos de fútbol salvadoreños hayan, por temor a las maras, renunciado a números de uso habitual. Ninguno de los tres dijo haber sido informado oficialmente de la medida.

Gersan Pérez es el comisionado que está al frente de la Delegación San Salvador Centro, y eso le obliga a estar pendiente de los planes de seguridad para todos los partidos oficiales que se juegan en la capital, lo que incluye los juegos de Alianza, Atlético Marte, Universidad de El Salvador y también los de la selección nacional. “No tengo información de que ya no se estén usando esos números, pero, si lo están haciendo, supongo que lo harán para evitar problemas, aunque creo que es una exageración, darle más importancia a las cosas que la que en realidad tienen”, dice Pérez.

El comisionado Douglas Omar García Funes, director hasta hace unas pocas semanas del Centro Antipandillas Transnacional, tampoco estaba al tanto de la eliminación generalizada del 13 y el 18, pero lo valora como algo en sintonía con la evolución y la propagación que han tenido las maras: “No tenía esa información, pero me imagino que será porque hay algún tipo de amenaza de equis pandilla”.

La noticia resultó menos sorpresiva para los responsables de oenegés que trabajan, con el fútbol como anzuelo, en el área de la prevención de la violencia. Alejandro Gutman preside Fútbol Forever, una oenegé asentada desde hace varios años en la zona norte de Soyapango. Gutman lo valora como una “medida de protección” que responde a la realidad del país. “El fútbol es un ambiente vivo en todo el mundo, que refleja lo que sucede en cada sociedad, y en El Salvador las pandillas forman parte de la cotidianidad en la sociedad, están absolutamente incorporadas en el diario vivir de infinidad de comunidades”, dice.

Para Jorge Bahaia, presidente de la Fundación Educando a un Salvadoreño (FESA) –que trabaja en la formación integral de jóvenes de diferentes estratos sociales–, el fútbol y su arraigo en El Salvador no representan una amenaza, sino una oportunidad que hay que aprender a canalizar: “A los jóvenes en riesgo hay que apoyarlos, porque nadie nace malo; los salvadoreños con conciencia social debemos dedicar tiempo para orientar bien a los jóvenes, que aporten al país”.

Consultado sobre si renunciar al uso del 13 y del 18 no supone reconocer tácitamente que las maras han doblegado al fútbol salvadoreño, prefiere no opinar. “Es una medida que desconocía”, dice. Sin embargo, el Turín Fútbol Club, el equipo integrado por los muchachos más destacados de FESA, es uno de los 27 de la Tercera División que han descartado los números.

Un país violento

Al margen de la interpretación que se haga, de si se trata de un acierto o un error, de si la medida es una exageración o se queda corta, en lo que hay unanimidad es en que la eliminación de los números está directamente relacionada con la inseguridad y la violencia que afectan a El Salvador.

Los números 13 y 18 son de uso corriente en el fútbol. En la liga española, por citar un ejemplo recurrente, el Real Madrid tiene asignado el 13 a Antonio Adán (el suplente de Iker Casillas) y el 18 a Raúl Albiol, mientras que en el FC Barcelona el 13 lo carga Juan Manuel Pinto (suplente del portero Víctor Valdés) y el 18 está a la espera de adjudicación desde la salida en junio de este año de su último propietario: el argentino Gaby Milito.

Para el sicólogo Marcelino Díaz, la supresión es un paso atrás como sociedad: “Evidencia que las pandillas, con sus muertes violentas y sus descuartizamientos, han logrado intimidar a una sociedad”.

En su lectura, lo que está pasado en el mundo del fútbol no dista tanto de otras realidades también motivadas por el desarrollo de las maras, como el hecho de que algunos institutos públicos estén en la práctica alineados con una u otra pandilla, lo que los convierte en centros vetados para jóvenes que viven en áreas bajo influencia de la pandilla contraria, aunque no estén integrados en la mara.

“Poco a poco estamos dejando que los pandilleros nos impongan lo que tenemos que hacer. Aunque esto del fútbol parezca algo mínimo o simbólico, si se empieza a ceder en estas cosas, luego llegarán más peticiones”, concluye el sicólogo Díaz.

Enlace a la publicación original de Sala Negra. El Faro

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