carcel tucuman

Cosecha Roja.-

Celdas de tres por cuatro con 17 detenidos, torturas, cloacas que desembocan en calabozos y que los presos intentan contener tapando la cañería con ropa, falta de talleres, educación, oportunidades laborales y salidas al aire libre. Así funcionan las comisarías tucumanas. Aunque en agosto la Corte Suprema provincial dio lugar a un habeas corpus y ordenó el traslado de los detenidos al servicio penitenciario, los presos siguen entrando y continúa la crisis carcelaria. “Tenemos entre 450 y 600 personas alojadas en comisarías”, dijo a Cosecha Roja el fiscal Diego López Ávila.

El primer viernes de este mes los fiscales López Ávila y Adriana Giannoni tuvieron una nueva audiencia en la Corte Suprema, en la que también participó el ministro de Seguridad, Regino Amado. Pidieron que las seccionales décima y quinta dejen de recibir detenidos. Ya lo habían pedido respecto de las de Marti Coll, Yerba Buena y la 11. El fiscal contó: “Llegamos al extremo de verificar materia fecal que salía de la cloaca y entraba a las celdas, había espacios con un colchón al lado del otro. Es un sistema vetusto, propio de la dictadura”.

Durante la reunión, también plantearon la necesidad de que vuelva a funcionar el Consejo Correccional de la provincia y que los presos tengan trabajo. “De quince talleres que había funcionando, actualmente sólo hay tres. Antes, el taller de panadería trabajaba con 80 kilos de harina y hoy sólo con tres. De los 1100 detenidos en unidades penitenciarias, sólo 103 trabajan”, explicó López Ávila.

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El 30 de junio la Brigada de Investigaciones de Yerba Buena se prendió fuego. Murieron dos detenidos -Francisco Emanuel Gallardo, de 20 años y Mateo Boris Visa, de 22- y catorce personas quedaron internadas. El fuego empezó porque los presos encendieron un colchón en el cabozo. En aquel momento, el Jefe de la Unidad Norte, Luis Mansilla dijo a los medios que eran “peligrosos”. La familia de los jóvenes denunció las condiciones en las que estaban detenidos y la hermana de Gallardo dijo a los medios que los policías los obligaban a salir a robar.

Después de las muertes, los fiscales se pusieron a investigar y comprobaron que había personas procesadas alojadas en comisarías, aunque fuera en contra de las normas internacionales y locales. “Encontramos casos en los que la huella digital que aparecía en un robo de vivienda era la misma de  una persona detenida en una comisaría”, contó el fiscal. También identificaron celulares alquilados a los policías, fugas masivas y peleas entre detenidos y con los oficiales. Empezaron a hacer visitas a las dependencias y encontraron que el estado era “deplorable”.

Según el fiscal, “era algo totalmente contrario a la ley y hasta inhumano”. La Ley 24.660 establece que “el número de internos de cada establecimiento deberá estar preestablecido y no se lo excederá a fin de asegurar un adecuado alojamiento. Todos los locales estarán siempre en buen estado de conservación. Su ventilación, iluminación, calefacción y dimensiones guardarán relación con su destino y los factores climáticos”.

En junio, los fiscales presentaron el “habeas corpus correctivo colectivo” frente al juzgado de instrucción primera nominación. La Corte dispuso que el Ejecutivo debía trasladar a los alojados en unidades policiales, regularizar la situación de los detenidos por causas contravencionales y adecuar la legislación, además de llamar a una mesa de diálogo y poner en funcionamiento la Comisión de Prevención contra la Tortura.  “Trasladaron a más de trescientas personas pero siguieron ingresando”, explicó López Ávila. En cada turno de fiscalía, que dura dos semanas, entran casi 100 detenidos.

– ¿Por qué no me respetás, chango? ¿Por qué seguís hinchando las bolas en mi turno? ¿Por qué no me hacés caso? ¿Qué querés, pelear?

Así le decía un policía tucumano al pibe que acababa de detener, mientras le pegaba cachetadas y le samarreaba la cabeza agarrándolo de los pelos. La tortura en la comisaría de Tafí Viejo -a 20 kilómetros de la Capital- se conoció en septiembre.

Un año atrás se había viralizado otro videoen el que un policía torturaba a un detenido. Él y otro agente que filmó la escena quedaron detenidos acusados de “apremios ilegales”.

– Haga el ruidito del caballito. Caballito, va de nuevo. ¿Cómo relincha el caballo? ¿Cómo hace la gallina? ¿Cocú? A la noche dan Gokú – se escuchó decir al agente.

Foto: Antonio Ferroni /La Gaceta

Nota publicada el 16/12/2015