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Juliana Mendoza – Cosecha Roja.-

En 2010, un grupo de policías mató a golpes a Julián Antillanca en Trelew. Hoy, luego de dos juicios, cuatro de ellos fueron declarados culpables. El día que lo mataron, Antillanca iba a visitar al papá en Comodoro Rivadavia pero cambió de planes: se quedó y fue a uno de los boliches de Trelew. Ese 5 de septiembre de 2010 tres policías lo molieron a golpes, lo subieron a un patrullero y tiraron el cuerpo en la calle. El jefe de la comisaría 4ta dijo que había muerto por coma alcohólico. Hoy fue uno de los condenados y el único de los policías que no se fue de la sala esposado: el resto esperará que le dicten la pena mientras cumplen prisión preventiva.

“Creemos que fue un fallo histórico por haber sido policías en abuso de sus funciones”, dijo a Cosecha Roja la abogada querellante Verónica Heredia.

En el fallo los jueces del Tribunal Superior de Chubut tomaron en cuenta las declaraciones de la testigo Daiana Monsalves. La noche del crimen ella vio una pelea afuera de Místico: “una suerte de todos contra todos” con cuatro policías le pegaban a un joven tirado en el piso. Los investigadores comprobaron que Martín Solís y Jorge Abraham estaban de turno y fueron dos de los cuatro oficiales que le pegaron. Monsalves reconoció a Laura Córdoba como la tercera agente. “La mujer policía amagó (a pegarle) a la testigo cuando gritó para defender al joven, entendemos que fue la oficial Córdoba”, dijeron los jueces en la sentencia.

Los testigos no lograron identificar al cuarto policía. Para la familia de Antillanca se trataba del oficial Pablo Morales, el único absuelto. “Se demostró que él estaba de turno y que manejaba el patrullero donde llevaron el cuerpo de Julián”, dijo Heredia.

El comisario Carlos Sandoval estaba a cargo de la comisaría 4ta de Trelew. Los magistrados lo encontraron “autor penalmente responsable” de encubrimiento agravado por decirle al papá de Antillanca que su hijo había muerto de un coma etílico. “En todo se advierte su injerencia en la causa”, dijeron en el fallo. El 30 de julio se realizará una nueva audiencia para fijar la graduación de las penas.

Luego del veredicto la familia y los organismos de Derechos Humanos convocaron a una marcha en la Plaza Independencia de Trelew. “Es la primera vez que marcho con alegría, fue diferente a las demás”, dijo a Cosecha Roja Ayelén, la hermana de Julián. La familia Antillanca, otros parientes de víctimas de violencia institucional y militantes pararon en la Comisaría 1ra y frente a la fiscalía. “Con esta sentencia”, dijo, “la gente siente mucha esperanza por el caso Almonacid y para todos los que ocurrieron antes y después de Julián en Trelew”.

 

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El médico forense de la policía Pedro Saracho fue el encargado de verificar la muerte por traumatismo craneano de Antillanca, en el lugar en donde encontraron el cuerpo. El joven tenía un hematoma en la frente y heridas en la cara. Las lesiones internas que encontró Diego Rodríguez Jacob, integrante del cuerpo médico forense, se relacionaban con los golpes externos. Jacob dijo que el joven había muerto por coma etílico. Es el mismo que ante la primera autopsia de César Adrián Monsalvez -una víctima de desaparición forzada de la policía provincial- lo catalogó como NN.

Daniel Corach -el perito encargado de investigar el móvil 234- dijo ante los jueces en una de las audiencias que los rastros de sangre que encontraron en el auto de la Comisaría Segunda eran de Julián. La sangre era del linaje Antillanca y el único varón de la familia era Julián. En su fallo, los jueces dijeron que eso le daba “más identidad a la muestra secuestrada” y afirmaron que Julián “estuvo en ese auto”. Si bien el perfil genético era débil por el paso del tiempo, la muestra era una prueba sólida.

Los magistrados a cargo del primer juicio dudaron de que la sangre fuera de Julián. Era posible que fuera del padre porque él había estado durante los peritajes. Hoy los jueces tuvieron otra visión y lo dejaron claro en el fallo: “Entendemos suficientes las explicaciones de los profesionales que dieron cuenta del cuidado que han tenido en aquella diligencia”.

“Es absolutamente improbable que César haya volcado su propia sangre en el medio de una pericia bioquímica con especialistas y veinte policías alrededor. Además, si fuera suya la muestra no sería tan vieja y se podría haber determinado el ADN de forma concluyente”, dijo Lucas Krmpotic, de la Comisión contra la impunidad y por la Justicia de Chubut.

 

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-¿Usted sabe qué pasó con el caso Antillanca?, preguntó la abogada querellante Verónica Heredia.

-No, no sé, respondió uno de los oficiales de la comisaría 4ta de Trelew.

-¿Pero usted sabe quiénes son los imputados en esta causa?

-Sí, mis compañeros.

Verónica Heredia, la abogada de la familia del adolescente, está segura: la policía de Trelew tiene códigos de conducta cuando se trata de “secretos institucionales”. “Los policías que dieron su testimonio son encubridores y nos demostraron que los casos como el de Julián van a seguir ocurriendo”, dijo.

Una de las testigos es instructora de cadetes y se negó a declarar. Otro dijo que los pibes se pelean en los boliches por las diferencias de clase social, ‘si escuchan cumbia, son negros, si les gusta la electrónica, son chetos’. “Si estos funcionarios públicos hablan así de los jóvenes, si no tienen protocolo para la detención de los menores de edad, si hablan de los imputados como los compañeros de trabajo, entonces no van a decir nada en contra”, dijo Heredia.

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En las primeras audiencias, el Tribunal le concedió la probation a Gabriela Bidera -la única civil acusada de encubrimiento. Ella y Jorgelina Domínguez conocieron a Julián Antillanca la noche en que lo mataron. A las seis de la mañana se fueron caminando del lugar hasta sus casas. En el camino, vieron pasar un patrullero y se escondieron atrás de un árbol. El oficial Martín Solís bajó del auto y tiró el cuerpo del adolescente de 16 años.

Domínguez le contó el episodio a un amigo de la familia que era fotógrafo del diario El Chubut y él la contactó con el abogado de los Antillanca. Delante de César -el papá de Julián- la joven llamó a Bidera para combinar una reunión entre los tres. Bidera -que es hija de un comisario de Trelew- nunca apareció en la cita y denunció a la amiga: dijo que Jorgelina estaba mintiendo por plata y por la promesa de una casa.

El Tribunal que juzga a los policías que mataron a golpes a Julián imputó a Bidera por encubrimiento agravado. La pena máxima de este delito es de seis años, pero la fiscal Mirta del Valle pidió tres. La defensa se avivó: la condena que la fiscalía había otorgado se podía suspender a cambio de 60 días de trabajo comunitario. Los abogados querían la probation y Del Valle, sin consultarle a la familia Antillanca, aceptó.

El tribunal que hoy condenó a los policías está formado por los jueces Marcelo Nieto Dibiasse, Darío Arguiano y Adrián Barrios. Los últimos dos también estuvieron en la causa por las torturas y abuso sexual a Maxi Almonacid, en la que cinco policías violaron al joven con un bastón cuando tenía 16 años. Tres de ellos confesaron y los condenaron a prisión, a los otros dos los absolvieron. El segundo juicio por el caso Almonacid empieza el 25 de noviembre.

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“Justicia por Julián” leyó el periodista Daniel Riera en una fotocopia pegada en la calle de Comodoro Rivadavia. Era 2012 y la sentencia del Tribunal que absolvió a los policías de la comisaría 4ta todavía estaba fresca en Trelew. Riera preguntó en el barrio quién era ese pibe. Años más tarde, empezó a grabar Un paisaje del espanto.

El tráiler del documental empieza con un grupo de amigos bailando con botellas de cerveza en la mano mientras preparan un fuego. Esas son las únicas imágenes en movimiento que existen de Julián Antillanca. El documental tiene como eje principal el caso de Julián y otros hechos de violencia institucional en la provincia de Chubut. Mirá el video acá:

Un paisaje de espanto from Un paisaje de espanto on Vimeo.

Foto: Radio La Rabia

[Nota publicada el 6/7/2015]