El clásico entre Rosario Central y Newell's Old Boys, pautado para hoy en el Gigante de Arroyito, fue suspendido por decisión del Ministerio de Seguridad de Santa Fe luego de un enfrentamiento entre la policía e hinchas "Leprosos" que dejó a un agente gravemente herido. Foto: Gentileza La Capital de Rosario/Télam/jcp

Cosecha Roja.-

La previa del Central-Newell’s estuvo cargada de violencia: ataques a las sedes de uno de los clubes, incendio en una tienda oficial, tiros en un entrenamiento y amenazas al empresario organizador. El primer clásico rosarino después de tres años no llegó a jugarse. Un grupo de hinchas de Newell’s se enfrentó a los tiros con la policía –un uniformado fue herido de bala- y el partido fue suspendido. El ministro de Seguridad y la jueza a cargo de la causa responsabilizaron a la dirigencia del club del Parque Independencia por los incidentes.

El Newell’s-Central es probablemente el clásico más apasionado y violento del fútbol argentino. En cada encuentro, la ciudad entera se paraliza. El de ayer era un partido especial: los dos equipos se volvían a ver las caras después de casi tres años, desde que el equipo de Arroyito descendió a la B.

“El operativo venía bien hasta el momento de los incidentes”, explicó a Cosecha Roja la jueza Alejandra Rodenas. Se refería al esquema de seguridad de más de 700 efectivos y un helicóptero que había sido acordado el jueves en una reunión -que la propia magistrada coordinó- entre las autoridades de los clubes, funcionarios provinciales y municipales y jefes policiales.

El partido se iba a jugar en Arroyito, en la cancha de Central. La revancha sería la semana siguiente en el Coloso Marcelo Bielsa. En la reunión del jueves se había acordado que se jugaría solo con hinchas locales y que el estadio del visitante debía permanecer cerrado durante todo el día.

Ayer, alrededor de las 16.00, un grupo de hinchas de Newell’s que estaban reunidos a unas cuadras de su estadio se enfrentó con la policía. La versión policial dijo que los hinchas habían apedreado algunos autos de canallas que pasaban por avenida Pellegrini, que la policía intentó calmarlos y que los hinchas los atacaron tiros.

Después del primer enfrentamiento –del que no habrían participado miembros de la barrabrava leprosa- los hinchas buscaron refugio en el estadio. La policía entró tirando balas de goma y pegando palazos en medio de las familias y los grupos de jóvenes que pasaban el día en el club. En uno de los baños del club encontraron una pistola 9mm. En los enfrentamientos, el suboficial Pablo Orellano recibió un tiro en el cuello.

Enterados de los incidentes, el presidente de Newell’s, Guillermo Lorente, y el ministro de Seguridad, Raúl Lamberto, recorrieron el Coloso Marcelo Bielsa rodeados de policías. A pocos metros de ellos, dos fotógrafos fueron golpeados y les robaron las memorias de las cámaras.

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Faltaban 45 minutos para el arranque del partido y el plantel leproso no había salido desde el predio de Ricardone. “Falló la operatoria de inteligencia como ya venía fallando y el ministro suspendió el partido”, dijo Lorente al salir de la reunión que tuvo con el ministro y con el secretario de Gobierno municipal, Fernando Asegurado.

“Se tomó la decisión por parte del ministerio de seguridad para que no se juegue el partido, previendo lo que podía ocurrir”, dijo el secretario de Gobierno. La versión de Lamberto fue otra: “Estaban dadas las condiciones para garantizar el partido y en el estadio donde iban a jugar no había ningún incidente”. “Habíamos hecho un gran esfuerzo para que la violencia no se impusiera, pero había la voluntad de un solo club para jugarlo”, agregó. “Si Lamberto dijo que él no suspendió el partido está mintiendo”, retrucó Lorente.

En la cancha de Central, a través de los altoparlantes, los 25 mil hinchas se enteraron que no habría partido. El presidente del club, Norberto Speciale, y el técnico canalla, Miguel Russo, decidieron que el plantel saliera a la cancha para hacer un entrenamiento. En realidad, buscaban la foto: el equipo en la cancha esperando al rival que nunca llegaría.

En el Gigante también hubo incidentes: cientos de hinchas se metieron en la cancha ante la mirada impotente de una decena de policías. El resto se había retirado cuando se anunció la suspensión. En el campo de juego algunos aprovecharon para sacarse fotos en los bancos de suplentes; otro prefirieron otro tipo de recuerdos: una remera, un short o alguna media que lograron sacarle a los jugadores.

La jueza Alejandra Rodenas puso la lupa en tres aspectos: el secuestro del arma en el estadio leproso, “que debía estar cerrado”, según explicó la jueza, el hecho de que las cámaras de seguridad no estuvieran funcionando y el ataque a los dos fotógrafos.

Según indicó Rodenas, desde el club explicaron que las cámaras no estaban funcionando por un inconveniente con un generador. “No creemos en tantas coincidencias”, dijo la jueza.

Otro de las discusiones es quien debe responder económicamente por la suspensión. La revancha está prácticamente descartada y hay que devolver las entradas de los dos partidos. Como anticipo, los dos clubes habían recibido más de un millón de pesos. “Esa plata ya se la gastaron”, contó a Cosecha Roja un periodista rosarino.

“Se tomó la decisión por parte del ministerio de seguridad para que no se juegue el partido, previendo lo que podía ocurrir”