Demetrio Chávez Peñaherrera, "Vaticano".

 

María Elena Hidalgo, La república.-

Es la hora de contar. La exitosa serie colombiana sobre la violenta y exagerada vida de Pablo Escobar Gavidia, El patrón del mal, es motivo para recordar a uno de sus más influyentes socios en el Perú, Demetrio Chávez Peñaherrera, “Vaticano”, no menos poderoso que el colombiano. El capo de los capos del narcotráfico en el Perú en la década de los 90 ha cumplido 19 años de cárcel y todavía le faltan otros tres para recuperar la libertad. Cayó preso a los 40 años. Ahora suma 59.

Él mismo no puede creer que le falta poco para cruzar las puertas del penal Miguel Castro Castro y salir a la calle. Es el hombre rudo que negociaba con los narcos colombianos, y al mismo tiempo con las autoridades del gobierno de Alberto Fujimori, como Vladimiro Montesinos y los jefes militares del Alto Huallaga.

Yo trabajaba tranquilo en Colombia. Pero en enero de 1989 decidí regresar al Perú y asentarme en Uchiza. Ahí me hice patrón de la “firma” conocida como “Topacio”. Desde Uchiza enviaba los cargamentos de droga para el cartel de Medellín. Entonces estaba Pablo Escobar. Cuando llegué a Uchiza había como 50 “firmas” trabajando en el lugar. Yo sólo era uno más.

Todo estaba organizado en Uchiza en función de la producción y venta de droga. En ese tiempo, las mafias peruanas eran proveedoras de pasta básica de las organizaciones colombianas. La conversión de la pasta en cocaína era un negocio exclusivo de los carteles colombianos. Esa gente liquidaba a quienes se atrevían procesar clorhidrato por su cuenta. “Vaticano” recuerda:

El sistema para trabajar con los militares ya estaba hecho y yo sólo tenía que acoplarme. A cargo de la base militar de Uchiza estaba el comandante  “Pantera”. Fue el capitán “Gitano” el que me llevó ante “Pantera” y yo le dije: “Estoy a sus órdenes para trabajar. Usted me dice qué hace falta”. Me respondió que tenía que pagarle hasta 15 mil dólares por vuelo. Fue el comandante “Pantera” quien me dio  luz verde para que sacara los vuelos desde el mismo aeropuerto de Uchiza hacia Colombia.

La irrupción de Sendero Luminoso en la zona, la negativa de Demetrio Chávez a pagarle “cupos” a los terroristas, y la conversión del Alto Huallaga en uno de los más violentos escenarios de la lucha contrasubversiva, obligaron a “Vaticano” a buscar otro centro de operaciones al norte de Uchiza: Tocache, por una temporada, y  finalmente,Campanilla. La patria chica del narcotraficante.

LA VUELTA AL BARRIO

Yo soy hijo del pueblo de Campanilla, por eso me fui ahí. El jefe de la base militar de Punta Arenas, que estaba muy cerca, era el capitán “Chino”, que propuso apoyarme. Además de pagarle por dejarme operar, colaboré con él para impedir que entren los terroristas. Me hice aliado del Ejército. Yo nunca fui clandestino y en Campanilla  era el único que tenía una ‘firma’. Fue el capitán “Chino” que me proporcionó un cargador frontal, una aplanadora y un rodillo para acondicionar un tramo de la carretera Marginal como pista de aterrizaje. Toda la maquinaria pertenecía al Estado. Si uno quería trabajar en esa zona, tenías que tener el permiso de los militares. Uno no puede irse por encima de la autoridad. Hacer la pista me costó  400 mil dólares y me faltó dinero. Sólo tenía 250 mil  dólares y para completar el trabajo tuve que pedir prestado.

Valió la pena la inversión. En poco tiempo, “Vaticano” se transformó en el mayor proveedor de pasta básica del cartel de Medellín, capitaneado por Pablo Escobar. De ahí proviene el apodo. Le decían “Vaticano” porque era el “papa de todas las iglesias”, o “firmas”, en el Alto Huallaga.

Como cada tres meses cambiaban a los jefes de la base militar de Punta Arenas, “Vaticano” tuvo que negociar con los sucesores del capitán “Chino”: “El Arequipeño” y “Capulina”. El capitán “Capulina” sería el  origen de su desgracia.

“Capulina” llegó en marzo de 1991 y dos semanas después la policía antidrogas bombardeó la pista de Campanilla. La incursión había sido dirigida por el jefe de la base antidrogas de Santa Lucía, coronel  Gustavo Ríos Pita. Eso me desanimó a continuar con el negocio, así que decidí retirarme de la zona.  Fue entonces que “Capulina” me buscó y me ofreció contactarme con alguien importante del gobierno que me podía garantizar tranquilidad en Campanilla y trabajar sin problemas. Me dijo que su papá era un general en retiro que conocía a una persona importante que me podía ofrecer seguridad. Esa persona era Vladimiro Montesinos Torres.

DE TÚ A TÚ

En ese momento era el asesor de inteligencia del presidente Fujimori y controlaba el Ejército por intermedio del general Nicolás Hermoza Ríos, a quien había impuesto como Comandante General; y en el ministerio de Defensa colocó al general Jorge Torres Aciego. “Vaticano” sabía perfectamente de quién se trataba.

Fue en abril de 1991 que empezó la relación con Montesinos. Por intermedio de “Capulina” me reuní con él en Lima en mayo de 1991. “Capulina” me adelantó que Montesinos pedía 50 mil dólares mensuales. Viajé en compañía de mi contador Abel  Seijas Dávila y me confirmó la cifra. El encuentro fue en la casa del papá de “Capulina”. Montesinos me dijo que ya no me preocupara, que todo estaba arreglado y no me iban a molestar y que ellos tenían planeado gobernar 25 o 30 años. Yo le pedí mantenerme en contacto con él y accedió. Montesinos me dio el número de una frecuencia de radio y me dijo que de  6 a 7 de la noche estaría ahí y si no estaba que insistiera al día siguiente. Luego del  arreglo, el coronel Pita fue separado de la base de Santa Lucía. Montesinos cumplía.

La relación duró poco porque el asesor presidencial quería más dinero.

Montesinos me alertó de cinco operativos antidrogas en Campanilla. Yo me escapaba a Colombia o Lima. Lo volví a ver  en  junio de 1991, en el fundo de Ulises Guevara, a unos siete kilómetros de Campanilla. Ahí recibió él mismo su dinero. Después lo vi en noviembre de ese mismo año, por mi cumpleaños. Uno de los operativos más grandes sobre los que me alertó ocurrió el 23 de enero de 1992. Me dijo que saliera de Campanilla, que tomara un vuelo en otra zona  y que podía  aterrizar en Pisco. Yo me fui a Bellavista y alquilé un expreso a la compañía Aerocóndor por 1.700 dólares. El último contacto radial que tuve  con él fue el 15 de julio de 1992. Me dijo que  la cifra había subido a 100 mil dólares mensuales. Yo me negué a pagar. Era un abuso. “Te jodiste, te fregaste”,  me dijo y no nos volvimos a comunicar. Al mes la policía cerró la pista de Campanilla. Esa fue su venganza. Yo me tuve que ir a Colombia.

La larga mano de Montesinos logró que Demetrio Chávez fuera expulsado de Colombia el 24 de enero de 1994. Lo primero que dijo el narcotraficante al tribunal que lo juzgó  por el delito de Traición al a Patria fue que él era narcotraficante y no terrorista. Dos años después, ya en el proceso  por narcotráfico, denunció que pagó sobornos de 50 mil dólares a Vladimiro Montesinos.  Entonces nadie le creyó. Hoy la justicia peruana tampoco le cree.

El ex asesor presidencial de Fujimori ha sido absuelto de casi todas las acusaciones de narcotráfico, a pesar del testimonio de “Vaticano”. Ahora en lo único que piensa es en cómo encontrará el mundo detrás de las murallas del penal Miguel Castro.

Yo fui condenado a 25 años por narcotráfico, pero el vocal supremo Alejandro Rodríguez Medrano, que era montesinista, me subió la pena a 27 años aplicándome una ley que no correspondía porque fue promulgada después de mi detención. Por eso estuve encerrado en la Base Naval del Callao siete años. En el 2006, la justicia rectificó y me bajó la pena a 22 años. Yo no voy a lloriquear por lo que hice, yo asumo que cometí delito. Yo nunca me quebré porque no quería que se riera de mí Montesinos. Voy a salir el 12 de enero del 2016 y no voy a tener dinero ni propiedades. Aquí no tengo nada que hacer. Me voy a ir del país. Pero no voy a decir dónde.

CLAVES

La Cuarta Sala Penal Liquidadora de Lima, conformada por Elvira Álvarez, Abigail Colquicocha Lorena Alessi, concluyeron el pasado 20 de diciembre que no existen pruebas de que “Vaticano” pagaba sobornos a Montesinos. El ex asesor fue absuelto. La Procuraduría Anticorrupción interpuso recurso de nulidad. El caso pasará a la Corte Suprema.

“Vaticano” ha ratificado su versión sobre los pagos a Montesinos. Pero el ex asesor Fujimori no fue confrontado con el narcotraficante que hizo de Campanilla su centro de operaciones.

Cuando “Vaticano” vio a Montesinos después de mucho tiempo, le dijo a los jueces: “A mí me sentenciaron al mes de mi detención, y a este miserable después de 12 años hasta ahora no recibe condena”.