Son los muertos de Piñera

Diecisiete personas murieron desde que comenzó la crisis en Chile y, hasta el momento, ni una sola palabra del presidente Sebastián Piñera. El padre de un joven asesinado por un militar lo responsabiliza, por asegurar que el país “estaba en guerra”.

Son los muertos de Piñera

Por Narayan Vila
23/10/2019

Foto: Víctor Cárdenas

Un hombre aguardaba en un paradero de Puente Alto para volver a su casa y abrazar a su familia. Pero ahora pelea por su vida, con tubos y en la camilla de un hospital. El dueño de una tienda le disparó en la cabeza. En ese lugar quedó su pote de comida y su mochila. También su sangre. Testigos contaron que el comerciante intentó repeler el saqueo de su tienda.  Pero la víctima no participaba de esta acción. Sólo quería retornar a su hogar, un par de horas antes del inicio de un nuevo toque de queda en Santiago.

A cerca de 200 kilómetros de la capital hacia el sur, en Curicó, una familia se prepara para enterrar a José Miguel Uribe, de 25 años, soldador, apodado “el Chino”. Tenía una esposa y un hijo de casi dos años. Hoy será formalizado el militar que lo mató de un balazo, durante una manifestación. Ni siquiera había toque de queda cuando le disparó. “Siento impotencia. A alguien se le ocurrió decir que estábamos en guerra y los militares pensaron que había que balear a nuestros niños”, afirmó Nelson, padre de José Miguel.

Para este hombre, y para parte importante de la población, el responsable de los recientes decesos tiene nombre y apellido: Sebastián Piñera, presidente de la República. “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie”, dijo Piñera. Luego de esa afirmación, en la calle y en redes sociales brotaron carteles con la consigna “yo no estoy en guerra”. Ayer el Presidente mantuvo silencio durante el día, sólo habló cerca de las 22 para anunciar “una agenda social”.

El asesinato de José Miguel Uribe, el deceso a manos de Carabineros de Álex Núñez -quien no fue incluido en el registro oficial de las autoridades- y la muerte de un niño de 5 años, atropellado por un conductor ebrio que arrolló a un grupo de manifestantes, se pudieron evitar. ¿Cómo? Primero, teniendo una sociedad más justa; segundo, no subiendo el pasaje del Metro; tercero, dejando oportunamente sin efecto esta alza; cuarto; dejando a los militares en sus cuarteles; quinto, no instalando una sensación de inseguridad.

Foto: Víctor Cárdenas

Foto: Víctor Cárdenas

Estas 17 muertes se pudieron evitar en incontables ocasiones, pero la ineptitud del mandatario chileno quiso otra cosa. ¿Lamentan las Fuerzas Armadas estas muertes? Al menos el general Javier Iturriaga, encargado de la seguridad en la Región Metropolitana, no. “No los quiero acusar, pero murieron en actos vandálicos”, dijo, refiriéndose a las personas que fallecieron calcinadas en supermercados que fueron saqueados. Una indolencia que impacta.

Ayer sólo cuatro regiones no durmieron con toque de queda. No es que sin esta medida de coerción los episodios de brutalidad y abuso no ocurran, de hecho el Instituto Nacional de Derechos Humanos presentó una querella contra militares que torturaron a una mujer detenida por -presuntamente- robar en un supermercado. “Le apuntaron con el arma de servicio en la cara y la pusieron boca al suelo sobre la basura, indicándole que si se movía le dispararían. Luego empezaron a tocar su cuerpo con el fusil y la amenazaron con penetrarla con el arma”, señala el recurso judicial.


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Posiblemente el número de muertos aumentó durante la madrugada y más familias tendrán que llorar a sus seres queridos, con toque de queda o sin él. Y Piñera tendrá que cargar con esto, por un manejo de crisis que se pasará en universidades como “lo que no hay que hacer”. Ojalá que no, ojalá el mandatario y el sistema político entreguen las respuestas que el país demanda. Pero hasta el momento, esto parece imposible.

Algo intentó avanzar Piñera, abandonando su programa de gobierno y proponiendo en una cadena nacional -en pleno toque de queda, con militares controlando las calles- una serie de medidas, como aumento inmediato de 20% del Pilar Solidario de pensiones, ingreso mínimo garantizado de 350.000 pesos, anulación del aumento de 9,2% de las cuentas de la luz y reducción del sueldo de los parlamentarios, además de otros cambios cosméticos.

Una agenda social calificada como insuficiente por actores sociales, analistas y líderes de la oposición política. Tampoco el “perdón” solicitado por el jefe de Estado fue bien recibido. “No sirve de nada pedir perdón, anunciar algunos cambios, pero mantener el Estado de Emergencia y el toque de queda”, concordaron.


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Hoy el país vivirá su primera jornada de huelga general, convocada por la principal organización sindical del país, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT); los empleados fiscales, agrupados en la ANEF; los estudiantes universitarios y secundarios, reunidos en la Confech y la ACES; los trabajadores y futuros pensionados, a través de la coordinadora “No más AFP”; y una serie de otras agrupaciones sociales.

Por ahora, la salida a la crisis social, política y económica que vive Chile, de norte a sur, no se observa. Porque si el Ejecutivo cree que la solución es un pacto social con actores de la vieja Concertación, convocados a una reunión en la casa de gobierno durante la tarde de ayer, se equivoca rotundamente.

“Chile despertó” se grita en las calles, donde miles de personas piden terminar con el trato preferente a empresarios y políticos, por ejemplo reduciendo los salarios de los y las legisladoras y terminar con los beneficios tributarios a los más ricos; y demandan bajar el precio de medicamentos, de los servicios básicos (luz, agua, gas), aumento del sueldo mínimo, mejores pensiones, reducir la jornada laboral (actualmente en 45 horas a la semana), y recuperar (nacionalizar) los recursos naturales, como el agua, el litio y el cobre.

Los jóvenes, los que crecieron viendo cómo los estudiantes secundarios lograban acceder a educación universitaria gratuita (para el 60% de la población) gracias a las protestas en las calles, exigen más. Demandan la renuncia de Piñera y Asamblea Constituyente. La pelea ya no es por un poco más de plata, de recursos públicos, es por un nuevo modelo de crecimiento, inclusivo, sostenible, donde nadie se quede al margen, “pateando piedras”, como dijo la banda de rock chilena Los Prisioneros, en plena dictadura, allá por 1986.

Narayan Vila