travesticidiosAbosexJuana Saravi Tammone – Cosecha Roja.-

“A Diana la mataron por trava”. El violeta de la pintada se chorrea por la pared. Es uno de las tantos stencils que todavía quedan en la zona roja platense, a un mes y medio del asesinato de la activista trans. Plaza Matheu huele a frito, el aroma viene del puesto de comida que funciona de madrugada. “Zona trava”, se lee en otro paredón pintado con aerosol. La avenida 66 hacia el lado de 7 está exageradamente iluminada. Hacia atrás, es la boca del lobo. A lo lejos, sobre 1, se ven siluetas: son las pibas trans y travestis, casi desnudas, de tacos dolorosamente altos.

Los autos pasan, dan la vuelta, aceleran. Se escucha ensordecedor algún caño de escape suelto. En 1 y 67 para una camioneta Hilux plateada de vidrios polarizados. Adentro hay dos tipos. Dos de las cinco pibas que charlaban entre ellas se acercan al vehículo, tambaleantes. Una tiene una botella grande de whisky en la mano. Intercambian algunas palabras, las chicas se miran entre ellas, asienten con la cabeza y se suben en los asientos de atrás. La Hilux acelera y se va a los piques por avenida 1.

La escena se repite a dos cuadras, en 1 y 69. Esta vez es un 147, también plateado, con las ruedas de adelante bajas. Da unas vueltas por el boulevard despacio, como si merodeara. Finalmente se decide a frenar en la esquina. Una mujer que está prácticamente en tetas se sube al auto y arrancan. Dobla en 70 y ya no se los ve más.

Guillermina tiene 31 años. Está en 1 y 67 cuando frena la Hilux. Viste botas altas de cuerina, un short muy corto de jean y una remera de modal fucsia que no llega a taparle el ombligo, pese a que hay diez grados. Vino de Santiago del Estero a los 17 a laburar, como lo hacen todas. “Yo no pensé nunca que iba a estar en esta situación. Tengo un DNI con mi nombre de mujer pero, ¿y qué? ¿Qué hago yo con eso, si no puedo tener un trabajo?”, cuenta. Fuma cigarrillos Red Point, uno tras otro, que se deslizan entre sus dedos. Tiene las uñas pintadas con brillos plateados.

Para el registro civil, Guillermina es una de las tantas personas que recibieron el documento con su identidad autopercibida gracias a la ley de Identidad de Género (26.743, sancionada en 2012). Esta ley significa uno de los mayores avances en cuanto a materia de género en Latinoamérica y el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, en la vida de Guillermina no es más que puro simbolismo. Ese ‘¿y qué?’ resuena en el aire.

“Hay una nota que escribió Diana Sacayán cuando se murió la Moma. Cuando la mataron, bah. Dice algo así como ‘cuándo será el momento en que una trans muera de vieja, anciana, y no cagada a palos, asfixiada, quemada’. Acá las veo caer una a una. Nos veo caer una a una”, cuenta. Pisa la colilla de lo que fue un Red Point y levanta la petaca de whisky de melón que dejó sobre el cordón. Toma un trago, dos. Después saca una botellita de agua que tiene en la cartera. Al hablar de la Moma se le quiebra un poco la voz. Entre 2014 y 2015, once mujeres trans fueron asesinadas por la violencia machista en Argentina.

La historia de Guillermina parece sacada de una película cliché de prostitutas. En 2010 llegó a El Carmen a vivir con su hermana, quien no tenía mucho para ofrecerle pero era infinitamente más que lo que Plaza Miserere podía darle. Un colchón, un inodoro y papel higiénico. Tiene algunas amigas que militan, ella no quiere saber nada. Está cansada.

– ¿Y a la marcha por Diana viniste?

– Cómo no voy a venir, si Diana se cargó en el hombro como ninguna la lucha de todas. Si los Derechos Humanos que se nos reconoce en nuestra naturaleza de travas los activó todos ella. Hacía poco había salido la ley de cupo para la provincia. Y ¿quién lideró esa lucha? Diana. Además esa marcha no fue sólo por ella, que fue un “ni una menos” travesti. Por Diana Sacayán, por Laurita Moyano, por la Moma. Acá nos cuidamos entre nosotras, sino no nos cuida nadie.

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“Esto no es vivir. Es sobrevivir que es muy distinto. Yo tengo la suerte de poder alquilar mi departamento, de haber podido estudiar, que una fracción de mi familia haya decidido acompañarme. Pero algunas de estas pibas de verdad no saben qué va a ser de ellas de acá a dos noches. No las amparan sus familias, no las amparan sus vecinos ni las ampara realmente el Estado. Por eso te digo, lo nuestro es supervivencia pura. El sujeto y la sujeta trans sobreviven en este mundo de machos”, dijo Silvia Sandú, una socióloga trans. Y contó que los primeros cuatro resultados que aparecen en Google luego de buscar ‘trans La Plata’ son clasificados que ofertan trabajo sexual. ‘Servicios masculinos’, dicen. “Hace algunos siglos atrás la sociedad machista y patriarcal creó la prostitución como un servicio para el varón, para reafirmar su hombría, ese pseudo instinto sexual descontrolado que creen tener”, explicó.

La Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de la Argentina (ATTTA) desarrolló en 2014 un informe sobre la calidad de vida de las personas de dicha comunidad. Algunos de los datos que arrojó el estudio son que 7 de cada 10 personas trans se atienden en el sistema público de salud, y de estas, el 80% sufrió situaciones de discriminación en este ámbito debido a su identidad. La expectativa de vida de las personas trans en Argentina es de 35 años; la proporción de quienes trabajan en el sistema formal es baja y, como consecuencia, sólo 1 de cada 10 hombres y mujeres trans tiene aportes jubilatorios. Otro de los datos recolectados es que 6 de cada 10 mujeres trans sufrieron abuso verbal, 5 de cada 10 sufrieron abuso físico y 4 de cada 10 sufrieron abuso sexual por parte de las fuerzas de seguridad. “Aún hoy 6 de cada 10 personas trans identifican que vivieron alguna situación de discriminación social”, dijo Marcela Romero, Presidenta de ATTTA.

Para Sandú, “el machismo odia todo lo que no puede etiquetar, lo que se le escapa de las lógicas que impone. Desprecia lo disidente, lo alternativo, lo que se opone a la hegemonía patriarcal. No es compatible con una sociedad de sujetos y sujetas libres”. Y agregó: “el travesticidio de Diana Sacayán no fue casual, en un contexto electoral y en el fin de semana donde se llevaba a cabo el Encuentro de Mujeres más masivo de la historia. Es un mensaje disciplinador, está cargado de significado. Es un hecho que habla de odio, de desprotección”.

Foto: Abosex