Gonzalez y Reguillo en Encuentro Federal de la Palabra

Cosecha Roja.-

Las últimas palabras que pronunció Rossana Reguillo antes de abrir el debate al público concluían el homenaje a un héroe: “Señoras y señores, él es Sergio González”. Y las primeras que eligió para describirlo serían el cincelazo inicial: “Sergio es un pensador fronterizo, un ‘border’”. Estuvieron anoche en Tecnópolis conversando sobre violencia y periodismo judicial durante el I Encuentro Federal de la Palabra.

González, quien hace tres días ganó el Premio Anagrama de Ensayo, es un escritor mexicano que cuando habla de sus temas predilectos –violencia, crimen, geopolítica o periodismo- lo hace con precisión. “La explotación sexual deja una ganancia tan extraordinaria que ni siquiera el narcotráfico puede alcanzarla”. Y lo hace con sosiego, como incorporando música clásica a su tono de voz.

Reguillo, una de las antropólogas mexicanas que más ha investigado sobre violencia urbana y cultura juvenil, preguntó por el nudo de la historia: los femicidios en Ciudad Juárez. “Yo quería probar si existía una serie de asesinatos contra mujeres y al llegar una señora se me acercó con su hijita de 14 años para contarme cómo la policía había torturado a la chica. Lo primero que comprobé fue un choque entre las instituciones del Estado y la gente”, contó el escritor.

El tema de esa primera pregunta salió de una ficha que tenía inscrita la letra s de sacrificial. A lo largo de la charla la antropóloga iría sacando nuevos interrogantes asociados a distintas letras. La siguiente fue e de espantos, que Rossana utilizó para aludir a El hombre sin cabeza, un libro que escribió González en 2009. “Para mí el espanto era algo relacionado con el cómic y el cine, pero lo que hacen estos tipos tiene un sustrato antropológico en el uso de la sangre. Tienen un rezo secreto que les da invulnerabilidad, o al menos eso creen ellos”.

La letra g de ganancia sirvió para hablar de capitalismo y neoliberalismo. “Estamos viviendo en la etapa más salvaje de la especie humana. Es un ultraliberalismo que promete mejores oportunidades, pero lo que nos da es más inequidad”.

Cuando llegó el turno de la z no hubo necesidad de presentación. “Los Zetas son grupos que fueron instruidos por agencias de inteligencia norteamericanas, las mismas que han manipulado desde siempre narcotráfico en América Latina”, explicó el escritor.

Femicidios, violencia, narcotráfico, desigualdad. ¿Cómo se protege González de la barbarie, de la crueldad? “Escribo sobre arte para salirme de los temas crudos. Mi idea es que el trabajo intelectual se diversifique porque escribir crónica roja todos los días es muy duro”, explicó sobre su forma de encarar el oficio.

“La crónica roja siempre ha sido un tema intenso en el que la emotividad ha estado en el centro. Yo pienso que tenemos que recuperar la reflexión y la crítica en la nota roja. Los talentos que necesitamos en el siglo XXI, como dice Italo Calvino al final de Las ciudades invisibles, son la capacidad de discernir, de separar lo que es infierno de lo que no para darle un espacio y lograr que perdure”, dijo.

La relación de Sergio con su entorno es la de un poeta con el paisaje que le tocó en suerte. “Lo mío es una admiración por la realidad aunque sea horrorosa. Es como una obra de arte, no necesariamente bella y ordenada, que trato de penetrar con preguntas desde la cultura”.

En medio del aluvión de temas que recorría González con gracia y agudeza, Rossana sacó la letra ‘n’ de nunca. “Sabemos de tus broncas con el poder, que nunca te suscribes a uno, ¿cuál es tu código de ética?”. González, sentado de medio lado, casi de perfil al público, respondió sin dejar de mirar las fichas de Reguillo sobre la mesa: “es una pregunta difícil que me tienta al silencio. Yo desconfío de mí todos los días, es como la sombra de Sergio contra la sombra de Sergio”.

A esa altura de la charla Reguillo, que ya había terminado su primer montón de fichas, sacó su as bajo la manga: “Si ven las fichas que he sacado verán que forman las palabras Sergio y González”. El mexicano quedó sorprendido y el público aplaudió.

Foto: Nicolás Villalobos Slepoy / Infojus