mató al marido para cobrar seguroEl Tribuno (Salta).-
Juan Manuel Villalba creyó que la vida le daba otra oportunidad a sus 53 años cuando conoció a Mirta Susana Acuña, una chica veintisiete años menor que él. 

Juan era un policía retirado de Río Segundo, un tranquilo pueblito cordobés de 25.000 habitantes ubicado a medio centenar de kilómetros al sudeste de la capital cordobesa.
En 2003, cuando se vieron por primera vez, Juan estaba separado de su mujer y tenía cuatro hijos, uno de ellos también policía. Mirta tenía dos hijas pequeñas de un matrimonio anterior.
A los pocos meses de conocerse, la pareja y las nenas de la mujer se fueron a vivir a una casa de Río Segundo.
“Casa nueva, vida nueva”, dijo el ex suboficial de la Policía cordobesa. Se sentía renovado y feliz. Pero todo cambió en apenas cuatro meses en la vida de Juan Manuel y Mirta.
Hubo infidelidades, casamiento y muerte.
La noche del 14 de mayo de 2009, hace cinco años, la mujer llegó a la comisaría de Río Segundo muy angustiada a denunciar la desaparición de su marido: “Salió a fumar y desapareció. Nunca más volvió ”, denunció la “atribulada” mujer a los ex compañeros de trabajo de su esposo.
Cinco días después, los mismos policías del pueblo la llamaron para que reconociera el cadáver: tenía un disparo en la nuca, un fuerte golpe en la espalda y estaba cubierto con una sábana de dos plazas.
Lo habían tapado con ramas y hojas en un campo cercano a un camino rural en inmediaciones de la localidad de Lozada, cerca de Río Segundo.
Los investigadores llegaron al cuerpo gracias a un llamado anónimo que dio las coordenadas para encontrar “al hijo de puta de Villalba”, tal como lo identificaron.
En las últimas semanas, la viuda fue condenada a prisión perpetua por un tribunal cordobés integrado por jurados populares: la declararon culpable del homicidio doblemente calificado por el vínculo (marital) y por alevosía, debido a que mató sin riesgo, con la víctima indefensa, dormida en la cama matrimonial.
Cuatro meses antes del asesinato del ex policía, en enero de 2009, una patrulla rural de la Policía había encontrado a una pareja desnuda en un auto: eran Mirta y el remisero Walter Torres, quien en ese entonces tenía 39 años. El hombre fue condenado a cinco años de cárcel por encubrir el crimen.
La mujer, pese a convivir con Juan Villalba, mantenía una relación paralela con un hombre apenas unos años mayor. Claro, su flamante pareja le llevaba 27 años de diferencia.
Pese a las infidelidades, Mirta había conseguido que Juan, finalmente, se divorciara de su esposa. Y para asegurarse que saliera pronto, le encargó el trámite del divorcio del ex policía a un primo que es abogado.
Una vez que Villalba estaba legalmente soltero, Mirta Acuña insistió en que se casaran. Y dos meses después, el 6 de marzo del mismo año, contrajeron matrimonio.
A las pocas semanas de casados, el flamante marido contrató un seguro de vida por 19.500 pesos, cuya beneficiaria sería su actual esposa.
Sesenta y nueve días duró el matrimonio entre Juan Manuel y Mirta. Hasta que él se enteró de las infidelidades de ella, “salió a fumar y desapareció”.
“Ella lo estaba desapoderando de todos sus bienes. Entonces, se confabuló con su amante y lo mataron ”, advirtió Carlos Nayi, abogado de los hijos de la víctima, a quienes la condenada deberá resarcir con 900.000 pesos en concepto de “daño moral”.
El fiscal de Alta Gracia que investigó el caso, Emilio Drazile, sospechaba que la mujer quería cobrar el seguro de vida. Pero además manejó otra hipótesis: Villalba estaba dispuesto a terminar la relación, con lo que también terminaría el vínculo económico.
Con la muerte de su marido, Mirta ya percibía la pensión del ex policía. Además, tenía una casa y una moto a su nombre. Pero para poder cobrar el seguro de vida, debía aparecer el cuerpo. Un oportuno llamado anónimo, realizado presuntamente por Torres, alertó dónde podían hallarlo.
Con la prueba colectada, los jueces técnicos y los jurados populares confirmaron que Mirta sedujo a Juan Manuel; hizo que se divorciara. Se casó. Contrató un seguro. Y lo asesinó. Finalmente cobró el seguro de vida y la pensión de ex policía. Pero su plan no tuvo el final que esperaba. La descubrieron y la condenaron a prisión perpetua.