Romina Aguilar - Femicidio

Un mes atrás mataron a la esposa del intendente de La Calera, en San Luis. Anoche el jefe comunal  se convirtió en sospechoso: lo detuvieron luego de participar de una marcha para pedir justicia por el asesinato. Él mismo había instalado en los medios la versión de una venganza política por su labor comunal.

El sábado 30 de enero al amanecer, Romina Aguilar salió de su casa en San Luis capital para ir hasta La Calera. Estaba por subir a la camioneta Renault Duster negra que manejaba cuando la interceptaron dos jóvenes en moto. Los sicarios la agarraron de la ropa, la arrastraron unos diez metros, le dispararon dos balazos calibre .45 y escaparon sin robar nada.

El primer detenido de la causa fue Edivaldo Oliveira, apodado “El Brasileño”. Oliveira es un jockey que corría todos los domingos en las carreras de caballos de La Calera, montando para diferentes patrones, entre ellos el intendente Diego Lorenzetti.

La semana pasada “El brasileño”, se presentó de manera espontánea ante la Justicia y reconoció su participación en el homicidio.

Luego del asesinato, el viudo y ahora sospechoso había instalado la versión del crimen político: una especie de venganza por su trabajo como intendente. “Mi hijo me pregunta si voy a ser el próximo”, dijo en una entrevista al diario Clarín, que lo describió como un hombre “sumido en la angustia” al que se le quebraba la voz al hablar.

“El funcionario también confirmó”, decía el diario Clarín, “que, días antes del crimen, él había recibido amenazas telefónicas. “Pensé que solamente eran para asustarme”, indicó, aunque aclaró que su mujer estaba asustada. “No le hice caso. y la liquidación es esta: ella se fue por culpa mía, eso no hay dudas””.

Anoche lo apresaron. Estaba junto a su hijo de 16 años, con quién acababa de participar de una marcha en La Calera para reclamar justicia por el homicidio de su esposa.

Hoy será indagado en la capital provincial por la jueza Virginia Palacios. La misma a la que le había pedido custodia luego del crimen. Tenía miedo, decía, que la venganza lo alcance también a él.