Por Silvina Dezorzi – La Capital.-
Familias autoconvocadas de ex cadetes de policía denunciaron irregularidades  que estarían ocurriendo en el Instituto de Seguridad Pública (ISEP) y que mañana, a las 10.30, los llevarán a movilizarse frente a la escuela, en Alem 2050. En Rosario habría hechos que, de comprobarse, serían “por demás de serios”, admitió ayer el secretario de Seguridad provincial, Marcos Escajadillo: nada menos que “abusos sexuales”, “acoso”, “bailes”, “amenazas” y “comida podrida”.

Justamente por esa “seriedad”, y aunque hasta anoche no se había realizado una denuncia formal, es que el secretario de Control de Seguridad provincial, Matías Drivet, se comprometió a llevar adelante a partir de hoy una investigación administrativa de oficio y a brindar al juez de Instrucción en turno todos los elementos que pudiera requerir. Así, la intoxicación masiva que hace un mes afectó a 314 alumnas del establecimiento no será la única cuestión que quedará bajo investigación.

Quien salió a hacer públicas las denuncias fue el padre de una ex alumna del instituto, Miguel Angel Espinosa, sargento retirado de la policía y miembro de la Asociación Profesional Policial Santa Fe (Apropol).

Siempre según Espinosa, su hija N. (21 años) quedó “injustamente” afuera del instituto tras no aprobar una materia, cuyo profesor le reprochó estar ligada a Apropol, no sólo porque su padre la integra sino porque ella misma practica un arte marcial en la asociación.

Desde marzo pasado, la joven no pudo cursar el segundo año, al igual que otros 66 cadetes. Y, según Espinosa, entre esos ex alumnos figuran chicas que se negaron a mantener sexo con sus superiores.

En el relato se apuntó hacia algunos cargos (no se dieron los nombres) de quienes “acosan y abusan”: un comisario, un oficial principal, un oficial auxiliar y tres sargentos de guardia, que “de noche llegaban chupados y las hacían bailar” (con ejercicios extenuantes) o “las agarraban de los pelos y las obligaban a tener sexo oral o común”.

¿Dónde? “En la oficina del jefe de cuerpo; en un lugar que llaman la villa, donde incluso hay colchones; en el gimnasio; en la sala de informática, en la armería y en la compañía 3”.

La mayoría de las chicas abusadas o acosadas son “internas” (viven dentro de la escuela), muchas de las cuales serían “forzadas” o presionadas a mantener algún tipo de relación sexual bajo “amenaza de no poder seguir estudiando”, afirmó Espinosa.

Otra de las ex cadetes que pidió estricta reserva de identidad mencionó incluso nombre y apellido de una compañera que debió “salir a alquilar” (un departamento afuera del instituto) porque un oficial —a quien también identificó— la presionó tanto para mantener sexo que la chica debió irse.

La misma joven contó que otra alumna amenazada por un superior con ser expulsada si no mantenía sexo con él le respondió que lo denunciaría “y entonces el tipo no la jodió más, pero ella tuvo que alquilar”. Y una tercera “que se llevaba muchas materias arregló salvarse de algunas con sexo oral”. Su ingenua justificación es que “es muy difícil entrar al instituto y, si tenés miedo de que te echen, por ahí aceptás”.

Aunque la charla de Henn con el suboficial y dos ex cadetes se produjo hace días, hasta ayer nadie se había comunicado con los denunciantes.

Lo cierto es que, luego de que este diario se comunicara con el secretario privado del vicegobernador (que confirmó la audiencia), Henn dialogó sobre el tema con el ministro de Seguridad provincial, Raúl Lamberto, y Escajadillo.

Fue este último quien después dijo que “se trata de un cuadro por demás de serio que, en vista de su gravedad, amerita una profunda y cuidadosa investigación de oficio”. También lamentó que pueda caer un manto de sospecha sobre profesores inocentes.

El propio Henn coincidió en que ante la intoxicación masiva y los presuntos abusos sexuales “no se puede mirar para otro lado ni pueden quedar dudas sobre semejantes denuncias”.

Disposición

Lo paradójico es que las mismas denunciantes están dispuestas a reingresar si se les da una nueva oportunidad con las materias reprobadas, aunque expresan temor “a que esto se repita” o a represalias. Otro aspecto curioso del caso es que, pese a que los relatos incluyen muchas irregularidades, no existe denuncia formal. “Fue por miedo, pero ahora sí: estamos dispuestos a ir a la Justicia, a los (organismos de) derechos humanos, adonde sea”, aseguró ayer Miguel Angel Espinosa.