Denunció a los narcos y le incendiaron el patrulleroCosecha Roja.-

– ¿Vos estás amenazando a mi hijo?

– Doña, tómelo como usted quiera

Ese diálogo, con un pibe que vende drogas en el barrio Cametsa de Rosario, fue el disparador para que en 2012 Adriana Abaca denunciara todo lo que sabía: dónde había búnkers y qué relación tenía con la banda Los Monos. Desde entonces, la amenazan y agreden. Anoche incendiaron el patrullero que la custodiaba en la puerta de su casa.

“Cerca de las 2 escuchamos el estallido de los vidrios, salimos y vimos que se había iniciado el fuego dentro del auto”, dijo Abaca a la radio local. Tuvo que apagarlo con sus propias manos porque los policías no estaban. Mientras los efectivos no aparezcan y los medios repliquen la dirección de Adriana cada vez que publiquen una nota, ella está más servida para los ataques.

Cuando las denuncian llegan a la justicia los que caen son los pibes que atienden los kioscos: hay 150 adolescentes detenidos por trabajar en búnkers, según un informe de la Defensoría Pública de la Justicia Federal en Rosario.

Desde que Abaca denunció la intimidaron varias veces. En agosto de 2012 quisieron entrar a su casa rompiendo el portón; en noviembre de 2013 acribillaron el frente a balazos. Una de las balas impactó en el Renault Duster. Otra, en un colchón donde minutos antes jugaban sus nietos. Como ella y su marido (ex comisario) son parte del Instituto de Capacitación Criminalística Juan Vucetich, supo qué tenía que hacer: buscó seis de los doce cartuchos y los llevó al área de Criminalística.

Abaca tiene 53 años y diez hijos. Cinco de ellos, un yerno y dos nietos viven con ella. Luego del ataque se acercó a la secretaría de Seguridad Comunitaria, encargada de custodia para reclamar porque los policías no estaban. Beatriz Zubeldía está en la misma: denunció a los narcos cuando supo que su hijo era adicto. Desde entonces, también recibe amenazas y agresiones, le incendiaron el auto y le tiraron una molotov en la puerta de su casa.

A principios de abril en Rosario hubo un megaoperativo a cargo del Ministerio de Seguridad. Fue, dijeron, el operativo más grande de la historia argentina: participaron 1500 gendarmes y 500 prefectos, destruyeron 89 búnkers y detuvieron a 25 personas.