En el cacerolazo del 28 de diciembre 2001 los que estaban en primera fila recuerdan una imagen: un policía desarmado y solo caminó entre la multitud. Unos días antes habían matado a 33 personas. La sangre todavía estaba fresca, y los manifestantes se la agarraron contra ese agente suicida que parecía haber equivocado el camino. Detrás de la golpiza llegó la infantería, las motos, los gases y las balas de goma. La excusa: rescatar al compañero herido, que para colmo había perdido la gorra.
La escena de la provocación se repitió varias veces a lo largo de los años de distintas formas. La más ridícula fue en 2014, en Panamericana. Los trabajadores de Lear habían aletargado el tránsito en la autopista. Juan Alberto López Torales estaba al frente de la columna de gendarmes y se tiró contra un auto para simular que lo atropellaban y detener a los ocupantes. Torales pasó a la historia como el gendarme carancho: hay desde remixes y memes hasta un video juego con su acción.
Lo de Ignacio Montagut, el muchacho que fue a la marcha del #8M con la bandera del Vaticano, se inscribe en esa misma lógica.
Su provocación no es inocente: Montagut es militante político, estudió en la UADE y trabaja en comunicación. Lo hizo con el partido Bandera Vecinal de Biondini, y lo hace hoy en el de Patricia Bullrich, la Ministra de Seguridad. Conoce la lógica de los medios tradicionales: en Intratables regaló graphs como “no soy neonazi, soy católico, liberal y homosexual” y se volvió meme. También maneja la lógica digital, de la que hace uso y abuso: junto a sus amigos encabezó el escrache digital contra las participantes del tetazo en el Obelisco.
Su intervención en la marcha fue llevar a la vida real lo que venía haciendo gente como él en las redes sociales: una especie de trolleo de derecha más o menos organizado y sistemático.
¿Montagut es un cazador solitario, un oportunista en busca de protagonismo, o un enviado a provocar que buscaba justificar la represión posterior?
Hay muchas razones para sospechar que no se trata de un troll espontáneo. Su cercanía a Bullrich y el ambiente de provocación que viene creciendo -cómo advirtió Zaffaroni hace un año- no dejan lugar para inocencias.
Incluso las fiesta populares están bajo la mira. El fin de semana toca el Indio Solari en Olavarría. Su biógrafo, Marcelo Figueras publicó en Facebook una advertencia. “El sábado, a cuidarse y a cuidar de quienes nos rodean, aunque no los conozcamos. Cierta gente de mierda (debería puntualizar: poderosa gente de mierda) se regodearía si alguien sale lastimado. No le demos el gusto”.
¿Quién se regodea con el resultado de las provocaciones? Bracesco, un ‘periodista’ que cultiva el mismo estilo de Montagut retuitió un gif donde se veía a miles de mujeres en la calle. Al siguiente cuadro, las manifestación explotaba:
#LiberenALasPibas pic.twitter.com/SIK1JxpGS9
— Terco Medina (@tercomedina) 9 de marzo de 2017
El mensaje es claro. Disfrazados de cool y modernos, quieren hacer lo mismo que hicieron siempre: quemar a las brujas
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