Foto: Enfoque Rojo
Eran cinco chicos. Iban cantando y riendo. Danilo y Camila tenían 13 años. Gonzalo, 14. Aníbal era el más grande: tenía 22. Rocío, también de 13, fue la única que sobrevivió cuando el Fiat 147 en el que viajaban se estrelló contra un camión en San Miguel del Monte. Los agentes de la bonaerense dijeron que les dieron la voz de alto, que el auto no frenó y empezó la persecución. Los siguieron varias cuadras a los tiros: el menos tres impactaron en el auto y uno le dio en el glúteo a uno de los chicos. “La policía no puede correr a tiros a pibes de 20 años”, explicó el ministro Cristian Ritondo, que ordenó la expulsión de doce efectivos. ¿Qué dicen los protocolos? ¿Cómo deben actuar las fuerzas de seguridad cuando un auto no frena en un control?
En conferencia de prensa, a Ritondo le preguntaron qué decían los protocolos de la Bonaerense sobre el accionar policial en persecuciones. No supo responder. A nivel nacional la ministra Patricia Bullrich dio de baja el Manual de Capacitación Policial en el Uso Racional de la Fuerza, de 2015, que prohibía disparar contra vehículos en movimiento para forzar su detención.
El accionar de las fuerzas de seguridad debe regirse por los principios de razonabilidad y mínima lesividad, explicó a Cosecha Roja Rodrigo Pomares, director de Seguridad Democrática de la Comisión Provincial por la Memoria. “Si hay una persecución la policía debe preservar la vida e integridad de los supuestos delincuentes y de terceros involucrados y luego cualquier otro bien jurídico, como la propiedad”, dijo.
Las páginas policiales de los diarios argentinos dan cuenta de una larga lista de personas asesinadas en persecuciones policiales. Una mañana de agosto de 2014 Sabrina Olmos, de 15 años, estaba en un recreo en el patio de la escuela en Morón. Afuera, la Bonaerense perseguía a los tiros a un supuesto ladrón de un auto. Una de las balas le dio a Sabrina y la mató.
Jonathan Echimborde tenía 28 años. El 27 de diciembre de 2016 estaba arreglando la camioneta en la puerta de su casa en Mataderos. Dos móviles de la Policía de la Ciudad perseguían un auto a los tiros. Jonathan recibió un tiro en el tórax y murió.
A Iván Mafud, de 26 años, la policía santafesina lo persiguió porque el auto no tenía la patente trasera. En el cruce de las rutas A012 y nacional 9, en las afueras de Rosario abrieron fuego. Iván perdió el control y el Marea se clavó en un sanjón. Los policías bajaron y le dispararon 19 veces más. Seis le dieron en el cuerpo y murió.
También en Rosario, David Campos (28 años) y Emanuel Medina (32) evadieron un control policial en un Volkswagen Up. Tras una persecución, se estrellaron contra un árbol. Los policías del Comando Radioeléctrico y de la Patrulla de Acción Táctica (PAT) los rodearon y les dispararon al menos 14 veces. Los dos amigos murieron.
En febrero de 2017 en Villa Carlos Paz, Córdoba, un policía asesinó a Franco Enrique Amaya, de 18 años, porque no frenó con la moto en un control vehicular. Luego se supo que el joven se había quedado sin frenos. El 25 de marzo de 2018 Gonzalo Nahuel Sala, de 19 años, también evitó un control: tenía multas impagas y creyó que le podían sacar la moto. Los gendarmes dispararon y lo mataron.
Las persecuciones policiales no sólo ponen en peligro la vida de los perseguidos y de los transeuntes. Según datos del Programa de Uso Racional de la Fuerza del Ministerio de Seguridad de la Nación, la mitad de los policías fallecidos en servicio murieron por su participación en una persecución.
En Buenos Aires un patrullero de la Policía de la Ciudad que perseguía a un auto entró a contramano por Avenida Belgrano y chocó a un colectivo de la línea 90 que cruzaba por Combate de los Pozos. Un policía murió y una agente resultó gravemente herida. También sufrieron heridas seis pasajeros del colectivo.
Después del accidente circuló en los medios el protocolo que establece el accionar de la Policía de la Ciudad en esos casos. La prioridad es proteger la vida de los policías y transeúntes y el estado de los patrulleros. Nada dice de la vida de las personas perseguidas. Cuando un auto se da a la fuga desde el 911 realizan un seguimiento y se establece un operativo cerrojo: sólo se da la orden de perseguirlo en casos excepcionales.
“El procedimiento policial de San Miguel del Monte es de una irracionalidad completa. No hay ningún principio de intervención policial que aconseje perseguir a gran velocidad a un vehículo en esas condiciones y mucho menos disparar como lo hicieron”, dijo Pomares.
“En caso de que cualquier sospechoso no responda a la voz de alto durante la persecución no amerita el uso de arma de fuego de ninguna manera”, explicó el fiscal general de La Plata, Héctor Bogliolo.
El caso, además, da cuenta de una evidente desprofesionalización de las fuerzas de seguridad, explicó Pomares. Si los policías querían detener al Fiat 147 tenían alternativas: podían alertar a otros móviles para que los detuvieran más adelante o pensar un operativo cerrojo. Decidieron disparar.