José Amado – Cosecha Roja .-

En el barrio Puerto Viejo de Paraná, el movimiento de autos, policías generó un revuelo vecinal. No era el movimiento habitual de cualquier noche de miércoles. La policía había llegago para llevarse al hijo de un buen vecino como principal sospechoso de matar a Cristian Ríos, el niño de 6 años ahorcado en otro barrio costero de la capital de Entre Ríos, Bajada Grande.

Desde el martes, cuando fue encontrado el cuerpo, la familia del nene asesinado estuvo en boca de todos: sus problemas, las separaciones, la tenencia del chico, la violencia, la pobreza. Que el padre, que la madre, que el hermanastro, que la familia que lo quería adoptar. La primera versión apuntó a “un familiar muy cercano”, como responsable del crimen de Cristian. A pocas horas de haber enterrado a su hijo, los padres del nene, vacíos, dijeron que la familia no tenía nada que ver y pedían justicia. Tenían razón, pero pocos les creyeron.

Cristian había salido a las 14 del lunes a comprar caramelos al quisco de su tía, la última que lo vio con vida. Eran solo unos 30 metros de distancia hacia su casa. Un parpadeo y el chico desapareció. La búsqueda duró 20 horas con más de 100 policías, perros adiestrados, la montada y todos los vecinos que rastrillaban el descampado donde unas 70 familias se asentaron y formaron un barrio todavía sin nombre, luz, cloacas ni agua potable. Hasta que Picha, la perra que lo acompañaba a donde sea, marcó un lugar, cavó un poco entre la arena y los yuyos, y lo encontró.

Todo el vecindario pasó por la División Homicidios: nadie vio nada, nadie sabía nada. El asesino no había dejado ni un solo rastro. En medio de una investigación que giraba sobre los mismos escasos elementos, un comentario llegó a los oídos de un agente: un pibe del barrio se quiso suicidar el martes a la noche, lo vieron con un cable, se quería colgar. No era mucho, pero era algo, algo nuevo.

El miércoles se allanó su casa. Los investigadores secuestraron una campera, un pantalón y un par de zapatillas. El jueves se profundizó esa línea de investigación, y no se sabe aún si un nuevo testimonio, la ampliación de la declaración de un testigo o el resultado de una pericia de los forenses, permitió al juez dictar la orden de detención: lo fueron a buscar a la casa de su padre, en Puerto Viejo, el histórico barrio de pescadores, sobre el río Paraná.

El detenido y principal y único sospechoso de haber matado al niño tiene 16 años. Fue alojado en la División Minoridad de la Policía y quedó a disposición del juez de menores de Paraná. No tiene antecedentes, sino algunas entradas a Minoridad por alteraciones producto de algún padecimiento psiquiátrico. El martes lo habrían visto en la zona del crimen.