badaracco

 

Sebastián Ortega.-

El asesinato de Araceli Fulles fue un femicidio colectivo. En la causa hay ocho detenidos que ya fueron indagados por los fiscales de San Martín y tres policías fueron separados de sus cargos por entorpecer la búsqueda de la joven, que estuvo desaparecida 27 días. Los diez involucrados son varones: una especie de pacto entre machos que excede el acto de matar y va más allá, para intentar borrar los rastros y garantizar la impunidad.

Hace apenas unas horas detuvieron a Hernán Rodrigo Badaracco, de 39 años, por el delito de “homicidio calificado”.

Cuando los perros encontraron el cuerpo en la casa de Darío Badaracco, en el barrio Lanzone de José León Suárez, el joven de 29 años ya no estaba ahí. Se presume que sus amigos y compañeros del corralón donde trabajaba lo ayudaron a escapar.

Darío Badaracco había sido la última persona que vio con vida a Araceli. La fiscal Graciela López Pereyra lo interrogó tres veces como testigo cuando la causa estaba caratulada como “averiguación de paradero”. En esas declaraciones contó que había mantenido relaciones sexuales con la chica en un vehículo del corralón donde se encontró ADN de ella. “Lo que llama la atención es que la fiscal no le haya echado el ojo antes, ya que lo interrogó tres veces”, señalaron fuentes de la causa.

El hombre, hoy principal sospechoso del crimen, ya había pisado los tribunales de San Martín en otras oportunidades. Estuvo imputado en tres expedientes por tentativa de robo en 2012, encubrimiento en 2013 y robo en 2014. Según confirmó una funcionario judicial a Cosecha Roja, también tiene una causa por abuso sexual contra su hijastra y por lesiones a su hijastro. “Es una denuncia que está en la Justicia de Moreno-General Rodríguez, ya ha sido pedida para incluir en la causa”, detalló el investigador.

El pacto

Carlos Damián Alberto Cassalz, de 36 años, dueño del corralón y ex miembro de una banda de secuestradores; los hermanos Jonathan y Emanuel Avalos, de 29 y 25; y Marcos Ibarra, de 32, fueron acusados como coautores del delito de “homicidio agravado por la pluralidad de autores y femicidio”. Otros dos empleados del corralón están sospechados de haber colaborado para que Badaracco pudiera escapar.

“El femicida nunca mata solo. Se trata de un crimen grupal, sostenido en una lealtad de género y complicidad entre machos. Y sostenido fundamentalmente en unas economías que anudan los negocios entre la policía y el narco. Son estos negocios los que se adueñan y explotan la precariedad en los barrios”, sostuvo el colectivo Ni Una Menos en un comunicado.

Lo encontraron las mujeres

Badaracco logró mantenerse prófugo hasta el viernes, cuando un grupo de mujeres lo reconoció en la calle. “Llamamos a Gendarmería y no nos hizo caso. Directamente se burló”, contó una de ellas. Las mujeres lo persiguieron varias cuadras e insistieron a los funcionarios, que finalmente lo atraparon y confirmaron la identidad del prófugo.

Asuntos Internos de la Policía Bonaernse separó del cargo a tres de policías que habrían entorpecido la investigación: el subcomisario Hernán Humbert, titular de la Comisaría 8va de Villa Concepción en San Martín; el oficial principal José Gabriel Herlein, numerario de San Martín 5ta de Billinghurst, y el oficial subinspector Elián Ismael Avalos, hermano de dos de los detenidos.