Por Verdadabierta.com .-
A principios del año 1990, Pablo Escobar, el capo del cartel de Medellín, citó en la hacienda Nápoles a Henry Pérez y Ramón Isaza, jefes de las Autodefensas del Magdalena Medio.
La reunión transcurrió en medio de la tensión generada por la solicitud de Escobar de involucrar de lleno a los “paras” en la guerra frontal contra el Estado.
Los viejos aliados no llegaron a ningún acuerdo y se declaró una guerra que dejó centenares de víctimas y cambió radicalmente la estructura de poder en la zona.
El encuentro en Nápoles ocurrió un sábado en la mañana, pero se pactó que la guerra solo comenzaría dos días después. En sus declaraciones en el proceso de Justicia y Paz, Ramón Isaza cuenta que a la salida de la reunión le propuso a Pérez aprovechar la oportunidad y acabar en ese mismo instante con Escobar.
“Matemos a ese hijueputa ahora, mire que no tiene casi escoltas”, fueron las palabras textuales de ‘El Viejo’, como era conocido Isaza, según el libro Crónicas que da miedo contar, del periodista Antonio Sánchez. El jefe de las autodefensas le respondió que le había dado su palabra al capo y había que esperar a un par de días.
Para ese momento, Escobar se había refugiado en el Magdalena Medio, huyendo de los comandos élite de la Policía y de sus enemigos del Cartel de Cali. Había optado por una guerra de terror contra la sociedad, para presionar la caída de la extradición en la Asamblea Nacional Constituyente.
Aunque por casi una década había tenido el respaldo militar de los hombres de Pérez, en ese momento se quedó prácticamente solo. Pero, ¿cómo y por qué terminaron estos viejos socios enfrentados en una lucha frontal?
A finales de la década de los 70, Pérez e Isaza eran unos campesinos de la región que conformaron grupos de autodefensa para responder a los abusos de la guerrilla. ‘El Viejo’ se movía en el margen occidental del río Magdalena, en Antioquia. Pérez, junto a su padre, Gonzalo, tenían su centro de operaciones al otro lado del Río, en Puerto Boyacá.
Los dos se conocieron en 1982, cuando Henry atravesó el Magdalena para pedirle a Isaza ayuda para rescatar a su padre de manos de la guerrilla, objetivo que lograron unas semanas después.
Los dos grupos inicialmente estaban formados apenas por decenas de hombres y armados con escopetas entregadas por los ganaderos de la región. La situación cambió radicalmente a partir de del año del secuestro del padre de Henry Pérez, con la llegada de los narcos del Cartel de Medellín.
Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha compraron miles de hectáreas de tierra en la zona y comenzaron a financiar las autodefensas, a cambio de protección a sus propiedades y sus laboratorios de procesamiento de droga.
Del grupo de hombres armados con escopetas se pasó a un ejército profesional que sembró el terror en la región. Entre 1984 y 1989 decenas de militantes de izquierda fueron exterminados, y la estructura militar tomó el poder absoluto de la zona. El apoyo financiero del Cartel de Medellín, administrado por la Asociación Campesina de Ganaderos y Agricultores del Magdalena Medio, Acdegam, era el eje de la economía de la región.
“Todos los sueldos, la comida, los medicamentes, absolutamente todo se movía por Acdegam”,contó el desmovilizado Luis Eduardo Zuluaga, alias ‘Macgyver’ en una audiencia de imputación de cargos conjunta en el proceso de Justica y Paz, en la que también participaron Isaza, Walter Ochoa, alias ‘El Gurre’, Oliverio Isaza, alias ‘Terror’ y John Freddy Gallo Bedoya, ‘El Pájaro’.
La situación comenzó a cambiar tras el asesinato de Luis Carlos Galán, cometido en agosto del 89. El gobierno de Virgilio Barco comenzó una guerra frontal contra el Cartel que meses después, en diciembre de ese mismo año, produjo la muerte de Gonzalo Rodríguez Gacha.
Escobar comenzó a matar policías indiscriminadamente en Antioquia y sus órdenes se extendieron al Magdalena Medio. Luego de una masacre de agentes de tránsito en la glorieta a la entrada de Puerto Triunfo, se citó la mencionada reunión en la hacienda Nápoles.
Ramón Isaza contó en la audiencia, que Escobar les expresó su deseo de acabar con la Policía para crear una república independiente en Antioquia.
“Yo le dije, don Pablo, pensé que usted era más inteligente, usted mata 100 policías y le meten mil. A él no le gustó y me dijo, piérdase de mi vista”, recordó Isaza. Según ‘El Viejo’, Escobar también les exigió “vacunar” a los ganaderos de la región para que financiaran su proyecto.
Todas estas peticiones según el ex jefe paramilitar, fueron rechazadas porque iban en contra de las ideas fundacionales de las autodefensas, que se centraban en atacar a la guerrilla y no al Estado.
Existen otros motivos por los cuales Pérez e Isaza no aceptaron las exigencias de Escobar y comenzó la guerra, según cuenta Álvaro Jiménez, analista político y ex miembro desmovilizado del M-19 que visitó la región para la época como delegado en medio del proceso de Paz por Carlos Pizarro para evitar agresiones como habia sucedido con la UP.
Para Jiménez, la muerte del ‘Mexicano’ le dio un mayor poder a Henry Pérez en la zona, que lo llevó a pensar junto al resto de comandantes “paras” jefes de las ACMM , que la guerra que adelantaba Escobar solo les estaba creando problemas en la región.
El analista explicó que, por el contrario, Pérez pensó que aliados con el cartel de Cali y la insitucionalidad armada que los acompañaba, podían quitarse del camino al capo. La región y el manejo de la droga sería exclusivamente suyo.
“Las autodefensas habían cometido la masacre de la Rochela y participado en el asesinato de Galán. Ellos ya se habían sumado a la guerra que libraba Escobar, no creo que ese haya sido un punto de divergencia”, explica Giraldo.
Al contrario si lograban quitarse del camino al capo, la región y el manejo de la droga sería exclusivamente suyo. “Las autodefensas habían cometido la masacre de la Rochela y participado en el asesinato de Galán. Ellos ya se habían sumado a la guerra contra el Estado, no creo que ese haya sido un punto de divergencia”, explicó Giraldo a Verdaabierta.com.
Ante el anuncio de guerra, Pérez se alió con la Policía, que perseguía a Escobar. “A Henry le dio ‘tucutucu’ (miedo) y buscó las fuerzas del Estado para respaldarse”, contó Isaza.
En julio de 1990, seis meses después de la reunión en Nápoles, según versiones de prensa, Pérez colaboró con la llamada Apocalipsis II, un operativo militar a gran escala contra el capo del cartel en el Magdalena Medio. Escobar logró escapar a Medellín y comenzó a enviar sicarios para acabar a sus antiguos aliados.
Pérez y sus hombres se volvieron paranoicos y comenzaron a detener en la autopista a cualquier extraño que viniera desde Medellín.
Según Walter Ochoa, alías ‘El Gurre’, los sicarios de Escobar eran fácilmente reconocibles, porque no eran reconocidos en la zona. “Ellos tampoco nos conocían y muchas veces atacaban indiscriminadamente. En la Danta entraron a un billar y dejaron cerca de 10 heridos”, contó ‘El Gurre’ en la audiencia, quien agregó que posteriormente capturaron a uno de los atacantes y luego de interrogarlo confesó ser un hombre del capo.
A la guerra contra Escobar, se sumaron una serie de problemas internos dentro de las autodefensas del Magdalena Medio que las llevaron a una implosión inevitable.
Gonzalo, padre de Henry, había sido uno de los líderes en los años iniciales, pero ahora andaba por su cuenta cometiendo desmanes en la zona, según cuentó el periodista Antonio Sánchez en su libro.
“Carusso” como era llamado Gonzalo, se enfrentó a su hijo por una deuda, según narró Ramón Isaza. “Le echaron mano a las pistolas. Yo les recordé que eran padre e hijo y que no tenían perdón si se mataban. Carusso le dijo a Henry: usted no es capaz de hacerlo directamente, pero si me manda matar, no dura tres meses vivo”, contó ‘El Viejo’.
Isaza explicó que semanas después de este episodio, uno de los jefes paramilitares de la zona, al que llamaban “Policía”, llamó a Henry para decirle que Gonzalo lo quería asesinar. “Él le dijo: es un güevón si se deja matar. Esa mismo día apareció el reporte de que había muerto ‘Carusso’ ”, señaló el ex jefe paramilitar.
Según Isaza, esta conversación dejó la sensación de que el mismo Henry autorizó la muerte de su propio padre.
Para la época, La Asamblea Nacional Constituyente había tumbado la extradición y en junio de 1991, Pablo Escobar se entregó y fue recluido en la cárcel de la Catedral en Envigado. Henry Pérez bajó la guardia ante los hechos, pero Escobar continúo la guerra.
El 20 de julio de ese año, unos sicarios que se habían infiltrado en el pueblo con seis meses de anticipación para no despertar sospechas, asesinaron al jefe de las autodefensas en medio de la fiesta de la Virgen del Carmen en Puerto Boyacá. “Nos informaron que el comandante estaba herido y que necesitaban sangre O negativa, y yo era el único que la tenía. Estábamos en una fiesta en una vereda y me fui para el pueblo, pero cuando llegamos, él ya estaba muerto”, contó ‘Macgyver’.
Otro de los factores que deterioró la estructura interna de las autodefensas, fue el rumor de que ‘doña Marina’, esposa de Henry Pérez, era la amante de Ariel Otero, el segundo de la organización.
Isaza confirmó que apenas un día después del entierro de Henry Pérez, los encontró “acostados en la misma cama”, hecho que “le produjo mucha indignación”.
Con la muerte de Pérez, asume la jefatura de la organización Ariel Otero a quien Escobar siguió persiguiendo.
El nuevo comandante, sin consultárselo a sus subalternos, inició un proceso de negociación con el gobierno Gaviria, que terminó con la desmovilización de las autodefensas.
Ramón Isaza y un grupo de sus hombres, ente los que se encontraban ‘El Gurre’ y ‘Macgyver’ siguieron por su cuenta, peleando contra el capo del Cartel de Medellín, en medio de la precariedad económica, según contó Isaza.Explican sus hombres, que comenzaron a colaborar “indirectamente” con las Fuerzas Militares en la captura de Escobar, haciéndose pasar por campesinos que le entregaban información al Ejército, una táctica realizada desde los inicios de las autodefensas.
En diciembre de 1991, el bando del ‘Viejo’ tuvo su principal víctima. John Kennedy, hijo de Ramón Isaza, fue asesinado en una emboscada cerca de Puerto Triunfo, Antioquia, cuando transitaba en un vehículo, junto al hoy desmovilizado y postulado a Justicia y Paz Luis Eduardo Zuluaga, ‘Macgyver’.
Un mes después, Otero fue asesinado en Cali, por sus propios hombres, que lo consideraban un traidor a la causa. Su cuerpo fue trasladado a Puerto Boyacá y tirado en la vía principal de acceso al pueblo.
La mayoría de los lugartenientes de Otero terminaron del bando de Escobar, persiguiendo a Isaza, pero ante la caída del capo, en 1993, iniciaron una guerra interna por el poder que acabó con la mayoría de los jefes. Isaza no regresó sino hasta mucho tiempo después a Puerto Boyacá, y continuó con su grupo del otro lado del Magdalena.
Lamentablemente el horror de la guerra entre Escobar y Pérez no paró con sus muertes. Años después en puerto Boyacá asumió como líder de las autodefensas Arnubio Triana, alias ‘Botalón’ que continúo con el legado de violencia de sus antecesores. Mientras que Isaza se convirtió en el señor de la guerra en el Magdalena Medio caldense y antioqueño.
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