Texto Gabriela Cruz / Fotos Elena Nicolay – Colectivo La Palta

Cincuenta y dos audiencias. Más de 300 testigos en sala. Los relatos de los hechos ocurridos hace más de 41 años en el periodo que se conoció como Operativo Independencia completan las historias. Como piezas de un rompecabezas, los recuerdos de diferentes testigos dan cuenta de cierta concatenación entre las vidas de amigos, compañeros e incluso absolutos desconocidos entre sí.

La semana del 16 de febrero los testimonios hablaron de Maurice Jeger, el librero que además de vender libros trabajaba como corrector de pruebas en el diario La Gaceta. Sus hijos, Pablo e Iván, reconstruyeron quién era y cómo su desaparición significó una búsqueda que se hizo militancia. Sobre el final de la declaración de Iván, el nombre de Mercedes Beatriz González apareció como el de una testigo que podía aportar datos importantes sobre esa búsqueda. Mercedes es hermana de Cristina González, la mujer con la que Maurice compartía su vida al momento del secuestro. El jueves 23, Mercedes fue citada para sumar los datos y detalles que supo su familia en la búsqueda del francés y la taficeña. “Ella propuso que vamos al parque 9 de Julio porque era un día de sol. Ese día nos dijo: ‘Hoy entro en el cuarto mes (de embarazo)’, era un 6 de julio”, contó Mercedes confirmando de este modo que Cristina y Maurice esperaban un hijo. El 8 de julio de 1975, dos días después del paseo por el parque aprovechando un sol de invierno, Maurice y Cristina fueron secuestrados de su domicilio mientras dormían.

Esa misma mañana, la familia taficeña supo que algo había pasado y la vida empezó a cambiar. Carmen, una mujer que hacía el trabajo doméstico en casa de Cristina y Maurice, fue hasta Tafí Viejo a contarle a la familia que había encontrado el departamento abierto y las cosas revueltas. “Mi papá se vuelve con ella, con Carmen, y ve el departamento con las puertas abiertas y rastros de violencia”. Para este hombre comenzó ahí el recorrido por encontrar a su hija, su yerno y su nieto. Un matrimonio vecino de la vivienda en calle General Paz al 1000, donde vivían Cristina y Maurice, había escuchado el operativo. ‘Los chilenos’, como recuerdan a este matrimonio, les contaron que escucharon golpes y vieron luces en medio de la oscuridad. “Eran como unos reflectores”, recuerda Mercedes que su padre les contó sobre aquel relato. Un tiempo después, Mercedes se encontró con ‘los chilenos’ en la calle y supo que a ese departamento lo desvalijaron. Nunca supieron quiénes. La familia González no volvió más a la vivienda en la que Maurice había llevado su mesa de ping-pong. La que tenía en la pared una pizarra llena de notas. La que Mercedes conocía de memoria de tanto visitar a su hermana mayor.

Las averiguaciones del padre de Mercedes y Cristina lo llevaron a ponerse en contacto con los compañeros de trabajo de Maurice. Un fotógrafo del diario La Gaceta de apellido Font les aseguró haber visto a Cristina en Famaillá. “Yo fui a sacar fotos al acto oficial del 9 de Julio en Famaillá, cuando me subí para sacar una foto, me di vuelta y ahí la vi a Cristina”. Mercedes repitió esas palabras tres veces. Así las recuerda. No sabe dónde era ‘ahí’. No sabe en qué condiciones la vio. Solo recuerda esas palabras que ella escuchó mientras su papá hablaba con este fotógrafo y que nunca más pudo borrar de su memoria. “En 1976 mi papá logró entrevistarse con (Antonio Domingo) Bussi”, recordó Mercedes. “Si usted busca al francés y a la esposa, vuelva a su casa y cuide a los hijos que le quedan”, le dio por respuesta el genocida condenado por delitos de lesa humanidad. “Eso significó un quiebre. Para él fue un ‘no están, no los van a encontrar nunca’”.

 Arrancados de sus casas

“La llevaron así como estaba, en camisón”, dijo Juan Domingo Sosa como quien no puede entender que las ‘detenciones’ hayan sido de este modo. Fuerzas armadas ingresando a los domicilios haciendo gala de su poder, arrancando a las personas de las camas. Sin darles oportunidad ni de vestirse, mucho menos de saber de qué se los acusaba para poder defenderse. Más que detenciones parecen secuestros. ‘Privación ilegítima de la libertad’ es la carátula de este delito, uno de los tantos que se juzgan en el marco de la megacausa Operativo Independencia.

Juan es hermano de Marta Jacinta Sosa, una de las víctimas en esta megacausa. Ese 23 de marzo de 1975 era domingo y Marta dormía la siesta en su casa en la ciudad de Yerba Buena, al oeste de la capital tucumana. En el límite entre La Rinconada y la llamada ‘ciudad jardín’ fue donde Marta fue liberada un tiempo después. Había estado en el centro clandestino de detención que funcionó en la ex Escuela Diego de Rojas, ‘La Escuelita de Famaillá’. “Eran como 15 o 20 personas y afuera había un carro de asalto”, dijo Juan al recordar la tarde del secuestro de su hermana.

“A mi papá lo sacaron de la casa, lo han matado y nunca nos entregaron el cuerpo”, dijo Sandro Medina Gramajo. “Lo sacaron los del Ejército”, remató el hombre que dio testimonio el viernes 24 de febrero por la causa de su padre José Desiderio Gramajo. José tenía 31 años y había nacido en la ciudad de Monteros, al sur de la provincia de Tucumán. Vivía junto a su esposa e hijos en el paraje El Rodeo, de la localidad de Lamadrid, departamento Graneros. La madrugada del 26 de abril de 1975 una patrulla de efectivos militares entró a su casa y lo sacó de su cama. La familia quedó encerrada y desde allí escuchó disparos. A pocos metros de la casa un charco de sangre fue el primer indicio de lo que había ocurrido con José.

“Terrorista muerto por patrulla militar”, decía el titular del diario La Gaceta del día 27 de abril de 1975. La fotografía que acompañaba aquella noticia decía en su epígrafe “‘Cadáver del guerrillero’ José D. Medina Gramajo, muerto durante un enfrentamiento con una patrulla militar en la zona de operaciones del Ejército”. Felipe Medina Gramajo, hermano de José, afirmó que la ropa que tenía puesta el cadáver de la fotografía no era la misma que llevaba José cuando fue secuestrado. “En circunstancias que efectivos del Ejército se encontraban cumpliendo una misión de patrullaje durante la noche del 25 al 26 de abril en la zona serrana, sorprendieron a un individuo en actitud sospechosa, que sin mediar orden de arresto ni intimación abrió fuego sorpresivamente con un revólver que extrajo de sus ropas, los efectivos militares respondieron al fuego dando muerte al sujeto mencionado que resultó ser José Desiderio Medina Gramajo”, decía el cuerpo de la noticia.

“Yo era chico cuando murió mi papá, tenía 3 años. Desde que yo me acuerdo mi mamá pide que se lo entreguen”, dijo Sandro al recordar a Valle Ester Moreno. La mujer no pudo enterrar el cuerpo de su esposo, el hombre que apareció como ‘guerrillero muerto en enfrentamiento’ después de ser secuestrado en su casa, en su cama, mientras dormía.

Este jueves 2 de marzo será la audiencia número 53. El tribunal, compuesto por Gabriel Casas (presidente), Carlos Jiménez Montilla y Juan Carlos Reynaga anticipó que los días 9 y 10 de marzo se realizarán las inspecciones oculares en el ingenio Fronterita y el Hospital Militar, entre otros lugares donde funcionaron centros clandestinos de detención.