En abril de 2015 a Gladys Britos la dejaron de ver en Tuclame. Cuando algunos vecinos preguntaban por ella, su concubino Daniel Gómez les respondía que se había ido a Córdoba con un novio. La última vez que la vieron con vida fue en una fiesta cerca del pueblo. Esa noche Gladys comentó que tenía problemas con su marido. Casi un mes después encontraron su cuerpo enterrado en el campo donde vivía con Gómez.

Ayer, la Cámara del Crimen de Deán Funes condenó a Gómez a perpetua por el crimen de Gladys. Lo encontraron culpable de homicidio calificado por el vínculo, por violencia de género y por el uso de arma de fuego. Así, los jueces técnicos y jurados populares aplicaron el agravante por femicidio.

Después de las primeras audiencias, el fiscal de Cámara Hernán Funes pidió ampliar la acusación con la que Gómez llegó a juicio por entender que el crimen había sido en un contexto de violencia de género. Varios testigos dieron cuenta de que Gladys sufría maltrato físico y psicológico en una relación marcada por el sometimiento y la subordinación.

Alfredo Britos, hermano de la mujer, relató que una vez Gómez la golpeó y la tiró por una escalera. Después la obligó a salir a la calle en ropa interior y no le dejó sacar sus cosas. Gladys tuvo que refugiarse en la casa de una vecina. Tenía magullones en el cuerpo, el rostro golpeado y le había arrancado mechones de pelo. Después de eso, se fue a vivir un tiempo con sus hijas a Cura Brochero.

Alfredo dijo que Gómez tenía mucho poder sobre su hermana: con sólo mirarla, ella sabía lo que tenía que hacer o dejar de hacer.

Un obstáculo

Gladys y Gómez llevaban 14 años juntos. Vivían en el campo donde trabajaban como puesteros cerca de Tuclame, 190 kilómetros al noroeste de Córdoba capital. Cuando la ausencia de Gladys empezó a ser notoria, Gómez dijo que su concubina se había ido. Pero alguien no le creyó: una llamada anónima alertó a la Policía que la mujer había sido asesinada.

El 5 de mayo de 2015, hubo un allanamiento en la casa. La Policía no encontró rastros pero Gómez quedó detenido por tenencia de armas. Le encontraron un revólver calibre 32 y una carabina.

Cuando estaba en la comisaría, Gómez le dijo a un policía que había matado a su mujer y que la había enterrado frente al corral de las cabras. Horas más tarde los oficiales encontraron ahí el cuerpo. La autopsia y las pericias determinaron que Britos fue asesinada de un disparo con el rifle que se le secuestró a Gómez.

Para el fiscal instructor de la causa, Eduardo Barrera, Gómez la mató porque él había empezado una nueva relación y Gladys se había convertido en un obstáculo para sus planes con otra mujer. Apenas tres días después de la desaparición, Gómez le pidió permiso al dueño del campo para que su nueva novia se mudara con él.

Pese a su “confesión” ante los policías, en las instancias formales Gómez negó ser autor del crimen. Ayer insistió con su inocencia.

Gómez esperó la sentencia en libertad bajo fianza. Después de escuchar el fallo unánime quedó detenido. El hermano de Gladys alcanzó a verlo cuando lo sacaban de la sala esposado. “Ahora mi hermana va a descansar en paz, sus hijas van a estar más tran­quilas y vamos a poder hacer el duelo”, dijo.