El 24 de agosto, dos funcionarios de la CIA fueron sorprendidos por una balacera en una carretera de Morelos, en el centro de México. El vehículo en el que viajaban fue atacado por agentes de la Policía Federal. El auto blindado recibió 40 impactos de bala cuando el conductor intentó huir. En la emboscada, los dos hombres resultaron heridos.

Según un comunicado oficial, los funcionarios estadounidenses iban a visitar unas instalaciones de la Armada mexicana, en el cerro de El Capulín. En un camino sin pavimentar, fueron alcanzados por un auto. Cuando el conductor del vehículo diplomático maniobró para evadirse y reingresar a la carretera, los agresores abrieron fuego. Momentos después, otros tres autos se sumaron a la persecución.

Los heridos, identificados como Jess Hoods Garner y Stan Dove Boss, trabajan para la CIA. Doce policías federales mexicanos fueron detenidos por el tiroteo contra el auto. La defensa de los oficiales aseguró que el gobierno norteamericano interrogó a los agentes sin autorización: “Cuando yo entro a asistir la declaración ministerial de mis clientes estos me comentan que los llevaron a una oficina, donde los estuvieron interrogando personal de la embajada de Estados Unidos”, dijo el abogado.

A pesar de que la embajada estadounidense habló de “emboscada”, oficiales de ese país citados por The New York Times dicen que no hay evidencias de que los agentes de inteligencia fueran un objetivo para los autores de los disparos. La CIA no ha querido hacer declaraciones. El presidente de México, Felipe Calderón, prometió una investigación exhaustiva.

Existen al menos tres antecedentes de ataques a personal diplomático estadounidense en México. El 15 de febrero de 2011, un vehículo en el que viajaban dos agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas fue atacado en San Luis Potosí, al noreste del país. En el incidente murió el agente estadounidense Jaime Zapata. La autoría del crimen fue atribuida al cartel de Los Zetas. En 1985, el agente de la oficina antidrogas de Estados Unidos, Enrique Camarena Salazar, murió en Michoacán, centro del país, a manos de narcotraficantes mexicanos.