san telmo resistencia

Hace seis años que Gabriela Olguín tiene un puesto en la feria de San Telmo. Dibuja desde  chica y vende cuadros enmarcados con sus propias ilustraciones. Antes pintaba mates, remeras y hacia bijou de papel, ahora es la presidenta de “El Adoquín”, una cooperativa que integra casi 300 artesanos y manualistas. Cada domingo, ellos arman sus puestos con tablones de madera y caballetes o estiran sus mantas sobre la calle Defensa. El último domingo el Gobierno de la Ciudad intentó desalojarlos con dos operativos policiales, igual que a los manteros de Flores y Liniers. “Vinieron con sus motos y sus patrulleros. Eran dos efectivos por cada uno de nosotros”, dijo a Cosecha Roja Olguín.

La justificación del fiscal Gonzalo Viña para echarlos fue el “ordenamiento de la vía pública”. Los policías llegaron a la mañana y no permitieron el armado de puestos: les decomisaron las maderas. La mitad eran de infantería y el resto de la Federal. Ante esa postura, los 300 trabajadores decidieron marchar alrededor de esas cuadras. Levantaban sus banderas ante la mirada atenta de los agentes y de las personas. “Trabajo digno hecho a mano”, se leía en varias de ellas. El comisario a cargo se convirtió en el intermediario con la fiscalía y llegaron a un acuerdo: los iban a dejar trabajar y al día siguiente habría una reunión con Viña. “El fiscal se comprometió a que no va a haber más operativos del poder judicial”, contó Olguín.

Hacía cuatro domingos que los artesanos no trabajaban y necesitaban recaudar. Cuando llueve, la feria se suspende. El mediodía del domingo apoyaron la mercadería en las veredas y vendieron por poco tiempo. A la hora y media los mismos oficiales volvieron, esta vez con violencia. Ahora el operativo estaba a cargo del Ministerio de Seguridad de la Ciudad y la fiscalía de Viña no tenía nada que ver. “Los policías se habían ido y los volvieron a llamar, estaban desconcertados como nosotros”, aseguró Olguín. Para el Gobierno la de ellos es una venta “no permitida”.

Los trabajadores decidieron resistir el desalojo por segunda vez: armaron una barrera con más de 50 personas en Independencia y Defensa. Se iban turnando entre compañeros para no dejar que los pasaran por encima. Sólo había espacio para que entren los que se acercaban a comprar. Los apoyaron organizaciones como la Confederación de los Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y manteros desalojados en otros barrios de la ciudad. Hubo una olla popular, tocaron bandas y la feria cerró a las nueve de la noche. Los agentes se fueron yendo con el paso de las horas, hasta que no quedó ninguno.

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policia san telmo

Beto Cortés hace pirograbado, dibuja mapas sobre cuero y vende agendas con esos diseños. Sus compañeros dicen que es de los mejores. “Luchamos por el espacio público y por nuestros derechos. No tenemos aguinaldo, ni obra social”, dijo a Cosecha Roja Cortés, delegado de la cooperativa. Desde “El Adoquín” denuncian que los medios los estigmatizan, que hay una intencionalidad política de no darles el lugar por intereses económicos. Ellos consideran que no deben pagar, ni cobrar por el uso que hacen del espacio público. A pesar de tener matrícula habilitante y ser monotributistas, la ley 4121 de Actividades Feriales sancionada en 2011 es muy restrictiva y los deja afuera: no incluye todas las cuadras, lo que los vuelve ilegales.

El ordenamiento de la vía pública no es el único pretexto del Gobierno para echarlos. Los vendedores también son acusados de competencia desleal con los negocios de la misma cuadra: aunque estén sólo un día a la semana y no expongan los mismos artículos. “No vendemos ropa trucha ni antigüedades como los otros comercios. La gente viene en busca de artículos de diseño, productos específicos de alto valor agregado”, dijo.

Los trabajadores quieren protegerse del desalojo inminente y ser reconocidos por el Estado: impulsaron hace dos años un proyecto de ley en la Legislatura. El principal objetivo es garantizar que la feria sobre la calle Defensa sea del 800 al 1000 inclusive: ya no hay suficiente espacio para los vendedores que vienen de otros barrios. “Somos la respuesta a la falta de inclusión. Muchos compañeros están al borde de la marginalidad y la cooperativa los mantiene de pie”, aseguró Olguín.

Fotos: Gerardo Pereyra