EtchecolatzEl genocida y múltiple condenado por crímenes de lesa humanidad, Miguel Etchecolatz, será beneficiado con la prisión domiciliaria. Así lo resolvió el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata: dos jueces votaron a favor. Por ahora continuará en la cárcel por el fallo de juez Enrique Kreplac, que  el martes le denegó el arresto en la casa y está en instancia de apelación.

La semana pasada, los organismos de Derechos Humanos se manifestaron en la puerta de los Tribunales Federales de La Plata para protestar contra la posibilidad de la domiciliaria. A continuación, la nota de ese día.

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El Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel se abre paso entre la multitud. Lleva del brazo a Norita Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo línea fundadora. Es una abuelita de pelo gris, pañuelo blanco y un metro cincuenta que camina despacio y con cuidado, pero cuando toma el micrófono, su voz se vuelve firme, poderosa.

– Los crímenes de Lesa Humanidad no prescriben, no se olvidan. No se pueden borrar-, dice y las víctimas, familiares y organismos de Derechos Humanos que ocupan casi toda la calle 8 la ovacionan.

Los organismos se reunieron frente a los Tribunales Federales de La Plata para repudiar la posibilidad de que al genocida Miguel Etchecolatz le concedan prisión domiciliaria. “Ésta conferencia de prensa es un llamado de atención muy serio a la justicia”, dijo Carlos Zaidman, titular de la asociación ex detenidos desaparecidos Justicia Ya La Plata. Y agregó: “Si a este represor lo mandan a su cómodo chalet de Mar del Plata, será una mancha muy grande en la continuidad de los juicios de Lesa Humanidad”. En septiembre se cumplirán 10 años de la segunda y hasta ahora definitiva desaparición de Julio López. Su testimonio como víctima de torturas fue clave para la condena a perpetua en 2006 al ex director de Investigaciones de la policía bonaerense Miguel Etchecolatz.

En 2014, durante el juicio La Cacha, Miguel Etchecolatz miró fijo a la Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo Estela de Carlotto y a los demás familiares de víctimas que estaban sentados con ella. Del bolsillo sacó un papelito y, mientras el juez Rozansky leía la sentencia que lo condenaba a prisión perpetua, escribió las palabras “Jorge Julio López” y “secuestrar”. “No pude creer lo que estaba viendo”, recordó en una entrevista Leo Vaca, el fotógrafo de Infojus que lo registró. “Mostré la foto a otros colegas y a la gente que estaba ahí y se mordían los labios de la bronca. Fue un escándalo”. Cuando el juicio terminó, Etchecolatz quiso entregar el papel al juez, pero no lo dejaron.

El Tribunal Oral Federal 1 de La Plata debe resolver si hace efectivo el arresto domiciliario que concedió en julio pasado a Etchecolatz. En la documentación aportada por el cuerpo médico forense no consta que la cárcel ponga en riesgo su salud, como alegó la defensa. “No sólo es una persona que puede estar presa; sería un peligro que recupere la libertad”, dijo a Cosecha Roja el director general de Acceso a la Justicia de la Procuración General de la Nación e hijo de desaparecidos Julián Axat. “Etchecolatz podría esconder pruebas y poner en peligro la investigación de la desaparición de Julio López”, agregó.

Según el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), de los 1065 detenidos, 590 se encuentran en cárceles del Servicio Penitenciario y 446 detenidos en su domicilio. En una entrevista con La Nación, el Secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj dijo que él considera que los represores mayores de 70 años deben obtener prisión domiciliaria porque “es un respeto al derecho y a la justicia”. Para Axat, “si el Tribunal resuelve que Etchecolatz puede irse a su casa, no sería un acto procesal sino un hecho de oportunismo político. Es una afrenta a las víctimas y a los organismos de DDHH. que limita el proceso de Memoria, Verdad y Justicia”, dijo.

El 28 de junio del 2006, Jorge Julio López dio testimonio por última vez contra Etchecolatz. Se sentó, apoyó su boina azul sobre la falda y comenzó a detallar lo que vivieron durante el cautiverio él y sus compañeros. Su testimonio fue fundamental: no sólo se consiguió con eso la prisión perpetua de Etchecolatz, sino que se reconoció por primera vez al genocidio como delito. Pero López, querellante y testigo nunca pudo llegar a escuchar la sentencia. Fue secuestrado y desaparecido por segunda vez el mismo día que sus abogados exponían los alegatos, en la madrugada del 18 de septiembre de 2006.

El presidente Mauricio Macri dijo ayer en una entrevista con un medio mexicano que el terrorismo de estado que se vivió durante la última dictadura cívico militar fue “una guerra sucia” y que “no tiene idea” si los detenidos desaparecidos fueron 30 o 9 mil. Además, llamó “desquiciada” a la Presidenta de Madres de Plaza de Mayo Hebe de Bonafini. Frente al repudio de la opinión pública, el presidente provisional del Senado Federico Pinedo tuvo que salir a “aclarar” que Macri “no duda del terrorismo de estado”.

“Quieren implantar la teoría de los dos demonios”, dijo Estela Azar, “Ahora los jueces se sienten con las manos más libres”, agregó Cristina Valdez: “Si seguimos así, vamos a volver a ver los juicios por televisión y sin sonido, como el Juicio a las Juntas”. Son familiares de desaparecidos, militantes de la Unión por los Derechos Humanos, que ayer reclamaron justicia frente a Tribunales.

-No a la resignación – dijo Norita. – Luchemos, luchemos, luchemos todos los días.

– ¡30 mil detenidos desaparecidos, presentes! ¡Ahora y siempre! – gritaron los manifestantes.

Norita Cortiñas caminó despacio pero sin bastón. Tiene 86 años y 39 de militancia. Alrededor de ella se armó un cordón humano para cuidar que no se tropiece porque la vereda de Tribunales es de adoquines. Algunos la tomaron del brazo, otros apenas llegaron a tocarle el hombro. Todos querían estar cerca, abrazarla.

Foto: Diario Contexto