Las mejores vacaciones de mi puta vida

Las trabajadoras sexuales no tienen obra social ni jubilación pero este año sí tuvieron vacaciones. Un contingente de 30 prostitutas viajó a Chapadmalal y estuvo una semana disfrutando del sol, las olas, el viento y el turismo social: ese pensado como un derecho y un servicio para les trabajadores.

Las mejores vacaciones de mi puta vida

Por Arlen Buchara
17/01/2022

Las putas salen del Museo Eva Perón de Chapadmalal y se pasan un celular. Afuera hace un día radiante, la ola de calor toca varias provincias y las olas del mar las esperan para jugar con sus hijes. Graban audios de 15 segundos y le pasan el celular a la siguiente. 

—Soy Tania de San Juan. Es la primera vez que viajo. Estoy muy contenta y muy alegre de haber venido en este contingente con las compañeras de Ammar. 

—Hola, mi nombre es Ana Laura Carrasco, soy de Constitución. Es mi primera vez acá en Chapadmalal y la estoy pasando de diez, DI VI NO. 

—Woooow— se escucha de fondo. 

En el museo acaban de conocer la historia de la Unidad Turística Chapadmalal, el complejo hotelero estatal creado por la Fundación Eva Perón en 1945. Vieron el vestido de Evita, les pasaron el video explicativo y se sacaron fotos en cada rincón.  

El complejo fue construido en terrenos fiscales y en tierras expropiadas a la familia Martínez de Hoz. Es una especie de ciudad formada por nueve hoteles gigantes de tres pisos y 19 bungalows, todo mirando al Atlántico. En los 40 y 50 alojaba hasta 4.000 trabajadores y trabajadoras bajo el concepto de turismo social. Es decir, un turismo pensado como un derecho y un servicio social para la clase trabajadora. 

Ellas todavía no son reconocidas como tales, no tienen obra social ni jubilación, pero este año tuvieron un derecho fundamental: las vacaciones. 

—Soy Laura Mesa del barrio de Flores. Es la segunda vez que vengo a este complejo. Es el sueño del niño tener vacaciones. Y más con tus compañeras porque pasamos todo el año juntas luchando con la misma camiseta. 

—Soy Mauro de Constitución, vinimos con todas las chicas de Ammar después de dos años de la pandemia que nos dejó sin un mango. Poder vacacionar todas las putas juntas con su familia es hermoso. Estamos al lado de la playa y el cielo está hermoso. Aguanten las olas y aguante el turismo social. 

—Me llamo Gerardine, soy peruana y estoy en Argentina desde el 93. Conocí Mar del Plata hace 10 años y he venido acá por primera vez. Es una experiencia nueva, me ha gustado porque la gente es muy respetuosa, nadie nos ha insultado. Y la playa está muy linda, estamos a una cuadra, eso es muy bueno. Lástima que no permiten perritos.  

No es la primera vez que las putas vacacionan en el complejo. En 2020 viajaron con sus hijes y tuvieron un solo día de sol. Fueron una semana de febrero después del torbellino que había dejado el tema Puta de Jimena Barón con la explosión, una vez más, del debate a favor y en contra del trabajo sexual que divide a los feminismos. Un debate que se volvió un ataque feroz contra Georgina Orellano, secretaria general del gremio, y llegó al punto de que tuvo que mostrar su certificado de antecedentes penales en las redes y perdió la casa que estaba por alquilar. 

Todo eso parece ahora en la prehistoria del feminismo, más aún después de dos años de pandemia. 

Esta vez viajaron 30 putas, tres con hijes, y el clima estuvo increíble. “Las mejores vacaciones de mi puta vida”, repiten. 

Al principio se anotaron 70 pero con la nueva ola de covid varias se tuvieron que bajar. En total son seis días, del 11 al 15 de enero. Duermen en el complejo 5, El Hornero, uno de los cuatro que fueron restaurados dentro de un plan que incluye la recuperación de todo el predio para 2024. Todos los días se cruzan con trabajadores de sectores populares de todo el país, intercambian experiencias y contactos y les cuentan cómo es la pelea por el reconocimiento de derechos que dan desde hace más de 20 años. Pegaron buena onda con los del sindicato de ladrilleros, que les dijeron que hace poco hicieron una actividad sobre explotación infantil. 

En el complejo, que gestiona el Ministerio de Turismo y Deportes, cada día hay actividades recreativas diferentes. Hay horarios para el desayuno, el almuerzo y la cena, caminatas diurnas y nocturnas, obras de teatro y de títeres, baile de bienvenida y despedida, aunque las putas bailan un poco todos los días. 

Y obvio, van a la playa. Cantan y bailan al ritmo de un parlante en la arena, se meten al mar, se sacan fotos y suben stories a Instagram. 

—Soy Valeria del Mar Ramírez, delegada de Constitución. Después de tanto que pasamos por la pandemia, es una lucha disfrutar unas vacaciones todas las trabajadoras sexuales. Estamos con compañeras de todas las provincias. Pudimos venir acá en enero y la estamos pasando regio. 

—Hola, soy Myriam Auyeros de Rosario. Trabajadora sexual de muchos años. Esto es muy emotivo para mi. Por la pandemia no podíamos encontrarnos con las compañeras y estar acá es un logro hermoso. Estar en un complejo como este me trae muchos recuerdos de la época de Perón. 

Myriam es secretaria general de la seccional de Rosario de Ammar y es una de las históricas. Fue compañera de la dirigente sindical Sandra Cabrera, asesinada por un policía en enero de 2004. En marzo del 2020, con el comienzo de la pandemia, desde la delegación asistieron a 400 trabajadoras sexuales que quedaron sin ningún ingreso. A nivel nacional el gremio ayudó a más de 6 mil. 

La pandemia se repite en cada audio y no es porque sí. Estos dos años pusieron más en evidencia que nunca la precarización en la que viven por no tener derechos laborales. Desde el sindicato hicieron malabares para enfrentar la falta de comida y productos de higiene, los desalojos y la crisis habitacional, la violencia policial, la discriminación y el racismo. 

Por eso estas vacaciones fueron pensadas y gestionadas desde Ammar como una política de cuidado y de disfrute. “De derecho al goce para las delegadas del gremio que vienen de sostener dos años de muchas responsabilidades”, dice Georgina Orellano y vuelve a la idea de turismo social. 

—Es la posibilidad de darle derechos a los sectores populares. Irnos de vacaciones, aún no siendo reconocidas por el Estado, es una forma de reconocernos como ciudadanas sujetas de derecho. Es por lo que peleamos hace años: que nos conozcan como organización sindical, como sujetas políticas. 

Manda su último audio antes de volver al mar. Es el penúltimo día y dos integrantes del contingente cumplen años: una de las delegadas y un aliado del gremio que las fue a visitar. Apenas se enteran ponen plata entre todas y encargan una torta a las mujeres del Frente Barrial de la CTA. Tienen un emprendimiento de panes y facturas en el complejo. Reservan mesas en el bar y arman un festejo íntimo. De golpe se vuelve una fiesta y terminan bailando con otros contingentes del complejo. 

Otra definición de turismo social. 

Arlen Buchara