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Por Cosecha Roja. –

El zumbido de la Honda Twister deshizo la tranquilidad de la avenida 7. Apenas habían pasado 15 minutos de las 9 de la noche del último lunes y ya no quedaba nadie andando por las calles de La Plata. Jorge Caballero, sargento de la policía bonaerense 2, 25 años, frenó en el semáforo de la esquina 80. Al lado suyo frenó otra moto en la que iban dos tipos. Caballero estaba de franco y de civil. Había dejado el uniforme y la gorra en su casa. Tenía, si, la 9 milímetros prendida a la cintura. En un solo movimiento, Axel Lucero, que iba de acompañante en la moto tipo CG, puso los pies sobre el pavimento y el caño de su arma en la sien del sargento. Él entregó el rodado sin resistirse. Disparó recién cuando el ladrón emprendía su retirada. Lucero, de 16 años, cayó muerto al suelo. Ese fue el relato del hecho. Al menos según las palabras del policía.

Caballero quedó demorado por el intento de robo que terminó con la muerte del adolescente. La caratula de la causa, por ahora, es la de homicidio simple. Y en el día de hoy será indagado por la fiscal Virginia Bravo. Los especialistas de la Asesoría Pericial encargados de los peritajes trabajan contra reloj. Es que para destrabar la situación de Caballero, y avanzar con la causa, la fiscalía necesita confirmar la versión del robo, que ya habría sido acreditada por varios testigos. Y determinar si el sargento actuó en legítima defensa o si le disparó a Lucero por la espalda cuando su vida ya estaba fuera de peligro.

Los informes preliminares de la autopsia indican que Lucero tenía tres heridas de bala: Una que ingresó en el cráneo, con salida en el occipital derecho; otra que salió por la axila derecha y una tercera que perforó la lumbar derecha con salida por el torax –aunque los investigadores creen que esta puede haber sido la que provocó la lesión en el brazo de la víctima-. Para la fiscalía será clave el resultado del Dermotest practicado a las manos de Lucero para determinar la presencia, o no, de pólvora y determinar si efectivamente disparó contra el policía.

En la escena del crimen secuestraron tres casquillos de bala del calibre 9 milímetros y un proyectil, totalmente deformado, que se había incrustado en una pared. Además de la pistola reglamentaria de Caballero y otra de igual calibre que quedó junto al cuerpo de Lucero. La fiscal solicitó un cotejo genético con las muestras obtenidas en la esquina de 80 y 7 y un exhaustivo análisis balístico para reconstruir la secuencia de los disparos.

Las dudas sobre el caso se dan porque ninguno de los testigos que declaró parece haber visto exactamente cómo se desarrolló el intento de robo. Además porque el arma que había usado Lucero para encañonar al sargento cayó al lado del cuerpo, pero cuando llegaron los miembros de la DDI Caballero ya la había retirado de la calle para que no la pisara ningún auto.

De Lucero se sabe que vivía a un par de cuadras de donde murió y que tenía algunos ingresos en las comisarías de Villa Ponsati y Octava aunque, por ser un menor, no estaba formalmente imputado en ninguna causa.

Su cuerpo sin vida quedó tirado debajo de la moto Twister negra. El casco, manchado de sangre, rodó al lado suyo. Los estampidos de las balas atrajeron la atención de los vecinos. Primero habían pensado que tal vez era el escape de una moto. Salieron de sus casas intrigados. Se quedaron estupefactos cuando la sirena de los patrulleros y el cadáver del chico de 16 años, los enfrentó con la realidad.