El día que a Yamila Candela Garay le perdieron el rastro, su ex novio Lucas Di Giovanni se mostró preocupado y hasta participó de la búsqueda. Esa noche se quedó a cenar con los hermanos de la joven. Al día siguiente, como Yamila seguía sin aparecer, acompañó a su exsuegro hasta la comisaría de Huerta Grande para hacer la denuncia. Cuando Di Giovanni quedó demorado, el shock para los Garay fue grande. Varias horas después, bomberos encontraron el cuerpo de la joven en medio de un monte espeso.
El crimen de Yamila es uno de los 23 femicidios que hubo este año en Córdoba. El 78 por ciento de los casos fueron en el interior provincial. Esta vez, muchos de los casos fueron en pequeñas localidades como Huerta Grande. En total, son 14 femicidios en comunas que no alcanzan los 10 mil habitantes.
El mismo día que Yamila, de 21 años, fue encontrada muerta, Di Giovanni quedó detenido acusado del crimen. Se conocían desde hacía años. Toda la familia Garay tenía con él una relación muy estrecha porque un hermano de Yamila estaba de novio con una hermana de Di Giovanni. Al tiempo, ellos empezaron a salir. Después de un año y medio de noviazgo, Yamila decidió cortar. Cuentan sus amigas que la ruptura le trajo alivio. Sin embargo, él se encargaba de seguir presente en su vida. Con la excusa de ver a su cuñado, iba casi todos los días a la casa que ella compartía con los hermanos.
La noche del sábado 26 de marzo Yamila salió con un chico que estaba conociendo. Pasaron por una estación de servicio, Di Giovanni los vio y comenzó a seguirlos en una moto. En Villa Giardino los perdió de vista. Desde las 21 hasta las 2, Yamila recibió varias llamadas de Di Giovanni. Estos datos surgen de la investigación que lleva adelante el fiscal Martín Bertone.
Al día siguiente, Yamila desapareció. El fiscal cree que Di Giovanni la convenció para reunirse a hablar en la siesta del domingo. Dos testigos los vieron pasar en moto hacia un sector retirado de La Falda, donde 48 horas después encontraron el cuerpo. No era cualquier lugar: años atrás, Yamila y Di Giovanni habían empezado ahí su relación.
Di Giovanni está acusado de haberla asfixiado con una soga para atar vacas y caballos similar a las que usan en su campo familiar. Con ese lazo la arrastró varios metros hasta detrás de un árbol grande. Varios testigos lo vieron volver a la ciudad solo.
El interior
De los 23 femicidios que hubo este año en Córdoba 18 fueron en el interior. Según el último informe del Tribunal Superior de Justicia, el 53 por ciento de las denuncias por violencia de género se hacen fuera de Córdoba capital.
En cuatro femicidios de este año -Claudia Carrizo en Las Tapias, Guadalupe Herz en Washington, Rosana del Valle Salinas en La Pampa y Lis Funes en La Calera- las víctimas habían hecho denuncias. “Muchas veces los municipios dicen ‘acá el número de denuncias es bajo, entonces no necesitamos afilar ningún mecanismo de asistencia’. Es como si la violencia de género no existiera. Usan las estadísticas para excusar la falta de políticas públicas. Por eso nosotros hacemos tanto hincapié en que las mujeres denuncien, para poner las estadísticas sobre la mesa”, dice Florencia Santillán, integrante de Ni Una Menos Carlos Paz.
“A veces las mujeres”, advierte Santillán, “te dicen no denuncio porque mi marido trabaja en tal lado y si lo hago se queda sin trabajo. Además, es un factor común en las ciudades chicas toda esta cultura del silencio”.
Sin atención
La fundación Centro de Protección Familiar (Ceprofa) de La Falda fue aceptada como querellante por el femicidio de Yamila. Ceprofa nació para promover derechos, pero la demanda permanente los llevó a ofrecer asistencia. Los casos que atienden son un muestrario de violencias del interior de Córdoba. Una joven denunció a su pareja en La Falda y la Justicia dictó una orden de exclusión: el hombre se mudó a un departamento que tienen en el fondo de la casa. En un pueblo de Punilla, otra mujer fue a denunciar a su marido y en la comisaría le dijeron que no iban a llamar al juez de paz porque no querían molestarlo. Una vecina de Capilla del Monte denunció que era abusada y se tuvo que ir a vivir con sus seis hijos a lo de una amiga.
Karina Lucero, su coordinadora, cree que muchas medidas de protección que dispone la Justicia no funcionan en pueblos y zonas rurales. “No miran que a veces las mujeres no tienen vecinos inmediatos y no hay forma de garantizarles seguridad en lugares donde las casitas están muy alejadas o son precarias, o llamás a un móvil y puede tardar 20 minutos, tiempo suficiente para que te maten”, dice.
“No tenemos posibilidad de tener el botón antipánico porque las señales son malas. Hay falta de asistencia psicológica. La realidad es que la violencia de género no es prioridad para los municipios”, dice.
Según Karina, las asesorías letradas no dan abasto y una dificultad concreta es la falta de involucramiento de los jueces de paz. Otra cuestión preocupante son las instancias de mediación para definir cuotas alimentarias y régimen de visitas. Están prohibidas en casos de violencia, pero las asesorías letradas demoran en dar turnos. Muchas mujeres, explica Karina, terminan pidiendo el archivo de las denuncias para poder ir a mediación.
Pueblos movilizados
Todos los días, Yamila viajaba a La Falda para trabajar en una agencia de quinielas en la terminal de ómnibus. También estudiaba magisterio en esa ciudad.
La mamá de Yamila, Gladys Barrera, vive en el sur provincial y cada vez que viaja a Huerta Grande va hasta el lugar donde mataron a su hija. Cuando a Yamila la buscaban, su mamá pedía que fueran a la montaña: “Yo sentía que mi hija estaba ahí”.
Gladys cuenta que antes de que fueran a hacer la denuncia, Di Giovanni salió de la habitación de Yamila y dijo haber encontrado ahí el celular de la joven. Fue la primera vez que la familia tuvo una sensación de extrañeza con respecto a Di Giovanni.
“Me la llevó engañada, pobrecita, me la mató ahí. Me la tiró entre medio de los espinillos, en ese bajo en la montaña. Me la dejó tirada ahí dos noches, como si hubiera sido un animalito que lo ahorcan y lo tiran así”, dice Gladys. Di Giovanni está imputado de homicidio calificado por el vínculo y por alevosía.
Este año, como nunca antes, los pueblos conmovidos por los crímenes de mujeres se movilizaron para pedir justicia. En Adelia María marcharon por Camila Carletti. En General Cabrera por Samantha Yoerg. En Las Tapias por Claudia Carrizo. En Ascochinga por Rosana del Valle Salinas. En Pozo del Molle por Brenda Arnoletto.
Y en La Falda una multitud pidió por Yamila. Hoy, una calle de Huerta Grande lleva su nombre.
*Esta nota fue escrita en el marco de la Beca Cosecha Roja, en colaboración con el Diario La Voz de Córdoba y será publicada en ambos medios. Las fotos con gentileza de TDC Red.-
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