Javier Sinay, El Identikit.-

Acostumbrado a cortar, extraer y pesar cuerpos, el joven perito se anima al policial científico en “Modus operandi”, su primer texto.

En la cabeza del forense y novelista Gastón Intelisano primero estuvieron las ciencias. El actual perito del Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires supo desde temprano que se dedicaría a ellas: era un niño al que le gustaba la biología y el día que le regalaron un microscopio cambió su vida tanto como aquel en el que su tío le explicó qué era la criminalística. Más adelante, ya durante la universidad, llegó a la escritura. “Después de un par de años como pasante, ya había conocido gente interesante y tenía algunas historias que contar”, dice Intelisano. “En ese momento es cuando me pregunto por qué no dejar el cómodo lugar de lector para pasar al de autor, algo que me parecía más desafiante”.

Modus operandi es su primera novela, un texto que hace hincapié en la investigación forense y en las pruebas de microscopio y que, por eso, ocupa un lugar singular en el panorama de la literatura policial argentina. Y por supuesto, está plagado de crímenes, de policías, de forenses y de pistas.

¿Cómo llegaste a escribir tu primera novela?
Modus operandi surge en medio de mis pasantías en la Policía Científica en el año 2001. Yo cursaba el segundo año de la Licenciatura en Criminalística. Venía de un año y medio de conocimientos teóricos en la universidad y comenzaba con las prácticas de materias como Balística y Levantamiento de rastros en la Delegación de Policía Científica de Gendarmería Nacional en su predio de Retiro. Como tengo un tío en la Policía Federal le pedí que me organizara una visita a la división científica de esa institución, y logró que yo me pasara una mañana entera charlando con médicos forenses. Ese día me invitaron a que los acompañara en el móvil criminalístico y los asistiera en cuatro casos. Como me vieron interesado y entusiasmado con su trabajo, me invitaron a seguir concurriendo como pasante. Las que en un principio serían un par de semanas, se convirtieron en casi cinco años en los que los estuve acompañando a los “lugares del hecho” de cientos de casos. Así fue como estuve presente en mis primeras escenas del crimen, sin todavía haber finalizado mis estudios universitarios. El contacto con el trabajo diario de policías y peritos, y las incontables historias que había presenciado, inspiraron a Modus operandi.

¿Por qué no hay más novelas argentinas de fuerte contenido forense?
Tal vez porque tenemos muy buenos forenses, pero no muchos a los que les interese la ficción. Hay muchísima literatura forense en nuestro país y de muy buena calidad, pero sólo de tipo académico. Además, nuestra novela policial está más ligada al tipo de novela negra y no a la novela de intriga o al thriller, que daría más lugar al personaje de un forense y a la investigación criminal en sí. En las novelas policiales argentinas el elemento forense es algo secundario y hasta inexistente, en algunos casos. Me gusta pensar que aunque yo sea el primero, con el tiempo muchos autores se sumarán y nutrirán este género tan apasionante.

¿Todo lo que se lee en la novela con relación a una investigación es fiel a la realidad?
Traté de plasmar todos los hechos con la mayor veracidad posible. Mi idea con la novela, además de entretener, era acercar al lector a lo que significa una investigación criminal en nuestro país. Estamos acostumbrados a leer novelas que se sitúan en los Estados Unidos, en Inglaterra, España u otros lugares de Europa. Yo quería que el lector se sintiera cerca. En casa. Que al leer algún pasaje no le costara imaginarlo, porque de seguro lo conocía o por lo menos alguna vez había pasado por ahí. Para eso también me tomé el trabajo de recorrer todos los lugares que describo en la novela, anotador en mano. Realicé el mismo trabajo en lo referente a los protocolos de investigación policial y científica y me asesoraron muchos profesionales en las distintas materias.

¿Tomaste algo de tu propia experiencia para el personaje del investigador Santiago Soler?
Al momento de escribir la novela yo era un estudiante universitario de tercer año, por lo que mi experiencia todavía no era muy vasta. Empecé a escribirla en 2003 y la terminé en 2005, si bien no me decidí a publicarla hasta 2011. Pero sí tomé mis sentimientos y percepciones de las primeras visitas a las escenas del crimen, a los laboratorios forenses y a la morgue judicial. También me basé en muchas de las personas que conocí en la unidad para dar vida a Battaglia, a De Marco y a los demás personajes de Modus operandi. En la novela que estoy escribiendo, sí pude incluir más vivencias, porque Santiago Soler también ha madurado con el paso de los años, al igual que yo.