Es probable que María Victoria Camuyrano, mamá de dos nenas de nueve y diez años, sea detenida esta noche por la policía de Virginia, Estados Unidos. Hoy, a las dos de la tarde, una tutora del Juzgado Civil Nº 7, personal de Interpol y de la embajada norteamericana y policías de la Metropolitana y de la Federal, se presentaron en su departamento de Barrio Norte para escoltarla, a ella y a sus hijas, hasta el Aeropuerto de Ezeiza. Esa cantidad desproporcionada de funcionarios fueron los encargados de garantizar que las niñas lleguen al estado de Virginia para ser restituidas a su padre, Carlos Alberto Quintana.

La historia no es del todo lineal: en la Argentina Quintana tiene una causa judicial por abuso sexual a su hija mayor y en los Estados Unidos Camuyrano tiene una denuncia por el secuestro de las nenas por la que corre el riesgo de quedar detenida. Si eso ocurre y Quintana se queda con la custodia de las chicas, entonces es probable que vuelva a abusar al menos de una de ellas. Eso sostiene la madre.

La denuncia de la mujer a Quintana tiene siete años.

-El 4 de enero de 2010, mi mamá lo pescó a la madrugada metido en la cama de mi hija mayor, abusando de ella.

La nena, entonces, tenía tres años. Después de llevarla a una serie de consultas psicológicas que confirmaron el abuso, Victoria hizo en marzo la primera denuncia a la Oficina de Violencia Familiar donde le recomendaron no iniciar una causa penal para no revictimizar a la niña.

Quintana negó la acusación y se fue a los Estados Unidos.

“En nuestro país hay jurisprudencia. El caso S. Gonzalo fue igual. Su papá terminó preso. Y esta mamá va camino a eso, hasta que pueda demostrar lo del abuso y cambiar la caratula”, dijo a Cosecha Roja la licenciada Daniela Lezcano, psicóloga y perito forense, MP 35114 .

Victoria, argentina y estadounidense, y el padre de sus hijas, portorriqueño, se conocieron en 2000. Apenas comenzaron la relación, ella percibió las primeras situaciones de maltrato. En 2005 nació su primera hija y seis meses después quedó embarazada otra vez. Al año siguiente, toda la familia viajó a Malasia. Fue allá donde Victoria notó que su hija mayor tenía conductas extrañas: “Se subía sobre su hermanita y se movía apretando su pubis contra la cola de la bebé. Repetía esa conducta una y otra vez”. Ella sospechó de su marido y se animó a enfrentarlo pero no pasó de una discusión. De Malasia viajaron a la Argentina y Quintana se quedó sin trabajo. Los cuatro se quedaron en el departamento de la mamá de Victoria. Fue cuando la abuela de las nenas descubrió una madrugada a Quintana abusando de su nieta.

“Es terrible que no se pueda prevenir y proteger a las niñas víctimas. Y además es una manera más de aleccionar, acallar, ultrajar a las mujeres, cualquiera sea su edad, que son consideradas como un objeto de pertenencia del hombre ¿Cómo va a atreverse a pronunciarse y denunciar? Obedecer y callar sino puede sucederte esto”, dijo Lezcano.

Victoria tardó un año y medio en hacer la denuncia penal en la Argentina pero antes de que la hiciera Quintana denunció a la mujer en los Estados Unidos por secuestrar a las nenas. En noviembre de 2015, la Cámara Civil avaló el fallo de la justicia de Virginia y ordenó adoptar “mecanismos efectivos que en la etapa de ejecución permitan preparar a las niñas para los cambios que dicha restitución traerá aparejada, sin que ello se convierta en causal de demora”.

Aunque en primera instancia la justicia encontró culpable al hombre, el retraso en la denuncia de Victoria fue el argumento que utilizó la Corte para fallar en su contra. En octubre de 2016, Victoria fue notificada: sus hijas debían volver a vivir con su padre. “La Corte Suprema de Justicia de la Nación se negó a que las chicas vayan con el padre por el tema del abuso sexual y aunque la Corte lo menciona, dice que vuelvan igual. Dijo ‘por el convenio de La Haya, EE.UU. pide una restitución, restituyamos'”. La causa penal por abuso en la Argentina, continúa abierta.