Por Xiomara Orellana – La Prensa, Honduras.-

No hay consuelo, pero las esperanzas resurgen en medio del dolor desde que los familiares de los desaparecidos en Tela se enteraron de un cementerio clandestino que las autoridades encontraron el sábado anterior cerca de la colonia Grant, en el sector conocido como Las Torres o Cabeza de Indios.

Vilma Leonor Lazo, María Rosario González y Eleodoro Cáceres viven en desesperación desde que sus hijos fueron llevados por desconocidos de sus hogares.

Han pasado meses e incluso años y nadie da pistas concretas de dónde pueden estar. Solo les queda pedir con fe y, aunque hay pocas esperanzas de encontrarlos con vida tienen claro algo: vivos o muertos quieren a sus hijos.

“Solo queremos tener la certeza de que aún viven o los mataron. Es tiempo de conocer qué pasó con nuestros hijos”, expresó Vilma Lazo, que no desmaya en su lucha por saber quiénes y por qué se llevaron a sus parientes.

Aunque sus casos, según afirman, fueron engavetados por las autoridades policiales que fueron removidas de sus puestos la semana anterior, las acciones que los equipos de investigación al mando del subcomisario Geovani Fonseca han hecho durante tres días crean la expectativa de que por fin atiendan sus denuncias.

“Con la Policía de antes no había voluntad. Les rogamos que hicieran algo y siempre decían que todo era complicado”, afirmó Eledoro González.

Alrededor de veinte denuncias han sido interpuestas en las oficinas de la Dirección Nacional de Investigación Criminal en Tela , donde varios padres llegaron ayer para colaborar en el proceso y estar presentes cuando los equipos forenses comiencen el trabajo de búsqueda programado para hoy.

Los indicios

Desde su llegada, el cuerpo de investigadores de la DNIC retomó las denuncias que no habían prosperado en esa dependencia. Se recopiló la información y se investigó en los lugares donde sus parientes fueron vistos por última vez.

Algunos pobladores informaron de movimientos extraños en la colonia Grant y los equipos llegaron a un sitio, a unos veinte minutos de la colonia.

Cuando observaron montículos en la montaña comenzaron a cavar y encontraron el lugar donde estarían varios cuerpos.

Restos de cal a un metro uno del otro les indicaron a los investigadores de la existencia del cementerio clandestino.

“Encontramos tres cerca de una propiedad donde se nota que hubo una casa y la destruyeron. En el centro de la propiedad y los alrededores hay varios montículos que esperamos investigar con los equipos forenses”, informó el comisario Fonseca.

Angustia

Vilma Lazo no olvidará cuando su nuera la llamó a Estados Unidos para informarle de la desaparición de su hijo Julio Martín Baltodano. Tres días después, ella llegó al país y desde entonces no abandona la búsqueda.

“Lo sacaron de la casa. Suponemos que hay varias versiones, pero la Policía sabía de su secuestro y solo me dijeron que el caso era complicado. Después me lo acusaron de vender drogas.

Cuando vi que no me iban a ayudar me fui a Tegucigalpa. He agotado todos los medios y ahora solo espero que las nuevas autoridades nos ayuden. Llevamos tres años esperando que les den seguimiento a nuestras denuncias”, indicó la angustiada madre.

María Rosario González asegura que un sueño la alertó de la desaparición de su hijo Jesús Alberto Solís. “Vi el camino que va a la Grant. Vi a mi hijo encadenado y un hombre que me dijo: El problema no es con tu hijo. Y me señalaban  otro muchacho.

Vi que iban por un callejón, me levanté y fui a buscarlo. A la una de la mañana del 13 de noviembre de 2008 me enteré de su desaparición”, relató la madre.

Eleodoro Cáceres, padre de Osmín Obando Cáceres, ha buscado con desesperación a su hijo sin ningún resultado. Espera que en el cementerio clandestino encontrado por la Policía esté su hijo desaparecido el 13 de junio de 2010.