reyCosecha Roja-. Cuando su pueblo estaba de festejo por cumplir 107 años, a Jonathan ya lo habían matado. Era viernes 12 de octubre de 2012, pero recién lo encontraron el domingo. Los padres habían avisado que su hijo estaba desaparecido, pero la Comisión de Fomento siguió con el aniversario.

El pueblo, de nombre El Cuy, está a mitad de camino entre la cordillera de los Andes y la costa atlántica, en la parte árida de la provincia de Río Negro, y tiene 500 habitantes. Mientras buscaban el cuerpo, el supuesto asesino era coronado Rey del Cuy. El chico tenía 16 años. A los pocos días se fue a esconder a Roca, mientras otros tres adolescentes ocultaban el cuerpo.

La policía rastrilló la zona, pero el que encontró el cuerpo semienterrado cerca de un galpón fue Perín Peña, el papá de Jonathan. Estaba en el predio de la casa de uno de los presuntos autores del asesinato. Los oficiales no le estaban dedicando mucho tiempo a la búsqueda porque el comisario decía que el joven seguro se había ido a un boliche a Roca y pronto regresaría.

Por el crimen terminaron imputados cuatro menores de edad –dos de ellos inimputables por ser menores de 15 años– y también dos adultos, familiares directos del principal acusado. Uno es maestro y el otro el médico del pueblo. El primero fue procesado por el delito de coacción, porque habría amenazado a uno de los menores que declaró en contra de su hijo; y el segundo fue imputado por la presunta falsificación de un certificado médico para uno de los jóvenes. Los padres de Jonathan sospechan que la participación del médico habría sido mayor, porque creen que su hijo sobrevivió casi un día tras el ataque y recibió asistencia médica de manera clandestina.

Entre los  menores están el hijo del docente, el sobrino del doctor, y la hija de una de las autoridades policiales. La hija del subcomisario del pueblo era la novia del presunto autor material. La chica fue procesada por encubrimiento agravado, pero nunca fue internada.

Los Peña, entonces, ya no podían mandar a sus hijos a la escuela. Tampoco llevarlos ni ir ellos al médico. Ni siquiera denunciar algo en la comisaría.

A poco de cumplirse un año del asesinato, el médico sigue atendiendo en la guardia, y el maestro tomó más horas en la escuela. El asesino de 16 años estuvo alojado en una dependencia de Promoción Familiar, pero según dijeron los padres de la víctima, no seguiría en tratamiento.

Por eso, Perín Peña y Vilma Pichimil, junto a sus tres hijos, abandonaron el pueblo y se mudaron a la ciudad de General Roca, a 130 km.

Jonathan desapareció en la noche del jueves 11 de octubre y lo encontraron degollado y enterrado el domingo 14 a la mañana. Tenía 17 años. Estaba a punto de convertirse en el primero de su familia en terminar el secundario.

A metros del cadáver los peritos encontraron gasas, ligas de goma, restos de algodón. Esto permitió sospechar que el chico pasó horas agonizando y que recibió atención médica. Además, se encontraron restos de sangre en la ambulancia del pueblo. La familia dice que son de Jonathan, pero la Justicia no lo confirmó.

Según denunciaron los padres de Jonathan, la policía actuó encubriendo a los autores del asesinato. Por eso se constituyeron como querellantes en esta causa, con el patrocinio del abogado Marcelo Hertzriken Velasco. La causa penal por la actuación policial corre separada del expediente donde se investiga el asesinato.

“Si ya tienen las pruebas y está todo tan claro ¿por qué no hay detenidos? ¿Qué pasa con el asesinato de nuestro hijo?”, preguntan Vilma Pichimil y Norberto Perín Peña. Aún nadie sabe cómo Jonathan Peña, que estaba en su casa con unos familiares, terminó aquella noche siendo atacado por el grupo de adolescentes y enterrado en un cañadón.

rey 2

(Con información del diario Río Negro)