descuartizadoCosecha Roja.-

El cuerpo de Néstor Smud apareció en 7 bolsas de consorcio en la colectora de la autopista Rosario-Santa Fe. Era un comerciante de 69 años que había desaparecido 22 días antes. El presunto asesino confesó que lo mató y lo descuartizó para deshacerse del cuerpo. ¿Quién y por qué puede cortar un cuerpo en pedacitos?

“Hay tres variantes de descuartizadores: los ofensivos -que lo hacen con la persona viva, para que sufran-, los expresivos -que lo hacen para mostrar su obra de manera truculenta y alterar a la sociedad- y los defensivos: son la mayoría y lo que buscan es deshacerse del cuerpo y procurar su impunidad”, dijo a Cosecha Roja el perito criminalista Raúl Torre.

María Laura Quiñones Urquiza, criminóloga, explicó a Cosecha Roja que el descuartizamiento post mortem no es un delito. “Una vez muerto no es un otro jurídico, carece de vida, no es sujeto pasivo del delito y no tiene más derechos”, dijo. El perturbar a los muertos, agregó, “puede que tenga un sentido más religioso. Jurídicamente no perturba al fallecido sino al resto de la sociedad”. El criminal que lo hace no es ni más ni menos psicópata: “En general, los jueces aplican la escala penal con más severidad y hablan de la peligrosidad del individuo, pero en realidad lo que afecta es lo truculento del hecho y no otra cosa”, dijo Tore.

Smud desapareció el 7 de julio. La esposa lo llamó al celular.

– Se tomó el taxi equivocado – le respondió un hombre del otro lado del teléfono. No era la voz de Smud.

Más tarde se comunicaron de nuevo y le pidieron 20 mil pesos. Ese era el precio por volver a verlo vivo. Nunca más llamaron. Ella avisó a la policía y empezó la búsqueda. A los 18 días apareció el presunto asesino. A los 22, el cuerpo de Smud en 7 bolsas de residuos negras sobre la autopista.

Tenía 69 años. Junto a su mujer eran los dueños de un comercio de accesorios y bijouterie en el centro de Rosario. Entre el 7 y el 25 de julio la policía y la familia lo buscaron con vida: subieron la foto en Facebook y cruzaron información de las líneas telefónicas. Descubrieron que el hombre había tenido contacto telefónico con alguien el 3 y 4 de julio e, incluso, el 7 de julio -el día en que desapareció-, dos horas antes de que lo llame su esposa.

Los policías fueron hasta el domicilio de un hombre de 54 años que hasta meses antes había trabajado de taxista y que vivía solo. Lo detuvieron y lo trasladaron a la sede policial. En el segundo allanamiento de la casa encontraron una sierra con mango de madera con manchas de sangre y dos armas de fuego.

El acusado se lastimó las muñecas con el hierro de la cama y, según informaron fuentes judiciales a Cosecha Roja, contó en medio de una crisis de nervios que la muerte del comerciante había sido “por accidente” y que “preso de la desesperación lo seccionó para poder deshacerse de él”. El martes, cuando lo citaron a declarar, se abstuvo.

Según Torre, “lo que más compromete a un criminal -más que el ADN, la sangre o la balística- es el cadáver”. Si la escena del crimen no inculpa o compromete, el asesino dejaría el cuerpo en donde está. “Si el lugar lo señala, el criminal quiere poner distancia”, dijo. Y si el descuartizamiento fue -como contó el presunto asesino- post mortem, “no hay proximidad entre la muerte y el descuartizamiento” y se realiza “fríamente”. Eso, explicó Torre, podría evidenciarse en la autopsia. Quiñones coincidió: “Se comprueba al realizar la autopsia. Si, por el contrario, el descuartizamiento se realizó cuando la víctima aún estaba viva o en el período agónico se verifica porque los cortes tienen infiltraciones. Eso contradeciría el relato del acusado”.

Según contó la fuente judicial lo que dijo el asesino es que tuvo una discusión con Smud, que lo empujó y que al golpearse contra la bacha del baño murió. A los 3 ó 4 días el cadáver empezó a despedir olor y, entonces, decidió deshacerse de él. En el propio relato mencionó el kilómetro 6 de la autopista Rosario-Santa Fe. Con esa pista, la policía encontró las siete bolsas de consorcio en las que estaba el cuerpo de Smud a la altura de Capitán Bermúdez.

La causa está a cargo del fiscal de Investigación y Juicio Guillermo Apanowicz. El hombre está imputado por los delitos de “portación ilegal de armas” -en la casa había una pistola y un revólver- y por homicidio simple. La jueza Roxana Bernadelli consideró válida la confesión que contaron los policías que hizo el acusado y le dio prisión preventiva sin límite de tiempo. Creen, por el contenido de los mensajes que intercambiaron, que Smud fue por propia voluntad a la casa del acusado.