8.- LAS PATAS DE LOS CABALLOS

Fructuoso Pérez Galicia, amigo de Carlos Slim Helú desde que ambos estudiaron en la Facultad de Ingeniería Civil de la UNAM, me contó durante una larga entrevista en 2009, en su oficina de San Miguel Chapultepec, que entre Julián y Carlos había una excelente relación de hermanos, que Julián se dedicó en los noventa a trabajar en un despacho de abogados y que ofrecía asesorías de seguridad a las empresas de su hermano Carlos, además de que tenía un rancho en Veracruz donde pasaba largas temporadas.

– ¿Usted conoce a Julián Slim?

– Sí, claro. Yo estimo mucho a Julián.

– ¿Cómo es?

– Es abogado. Y bueno, toda la familia Slim son gente muy decente, muy sencilla. Sencillísimos, una cosa que nadie cree, de verdad.

– ¿Cómo se llevan Julián y Carlos Slim?

– Perfecto. Se llevan muy bien.

– ¿Qué hace Julián actualmente?

– Julián tiene un despacho y aparte creo que tiene unas, vamos a decir, asesorías, así entre comillas, para su hermano Carlos.

– ¿Cómo es físicamente Julián?, ¿se parece a Carlos?

– Se parecen mucho. Julián es muy tranquilo. Una gente muy culta.

– ¿Cómo cree que lleva Julián el que su hermano menor sea más reconocido que él?

– No, para nada hay envidas ni nada de eso. Hay un verdadero entendimiento de quién es Carlos.

– ¿Y cómo son los otros hermanos de Carlos?

– El único que le queda es Julián.

– ¿Y Julián participa de alguna forma en los negocios?

– Yo no sé qué tanto, pero yo me imagino que algo. Por ejemplo, el hijo de Julián es Héctor Slim Seade, el actual director de Telmex. Y otro hijo de Julián, Beto Slim Seade, es el que maneja los hoteles Calinda.

– ¿Qué dice Carlos de la época de juventud en la que Julián estuvo como policía en la DFS y en la PGR?

– Carlos nos platicaba que era muy inquieto y que andaba en ese medio porque eso le gustaba.

– Pero era un mundo de muchos riesgos.

– No, pues sí, el mundo es peligroso siempre para todos los que andan entre las patas de los caballos.

9.- UN BUEN POLICÍA… A LA MEXICANA

Gustavo Hirales Morán fue uno de los dirigentes de la Liga Comunista 23 de septiembre. Junto a Ignacio Salas Obregón, Ignacio Olivares y Salvador Corral García formaba parte de la dirección colectiva del principal grupo guerrillero de los setenta. De todos, es el único que no está muerto o desaparecido.

El escritor Héctor Aguilar Camín me presentó a Hirales Morán en el restaurante Seps de la colonia Condesa, en la ciudad de México en 2009, donde nos vimos para platicar sobre el Ejército Popular Revolucionario (EPR). El motivo de la reunión fue un reportaje que publiqué en Milenio sobre la fuga de un guerrillero del Campo Militar número Uno, pero no en los setenta, sino en los noventa. Hirales Morán apoyó la critica que me hacía Aguilar Camín por creer la versión del eperrista, la cual ambos consideraban rotundamente falsa.

Después de aquella ocasión, Gustavo Hirales y yo nos escribimos algunas veces. En julio de 2011 le pedí una cita y nos vimos de nuevo en la plaza principal de Coyoacán, el mismo fin de semana en que cerró la la legendaria cafetería y librería El Parnaso. Caminamos a otra cafetería cercana. Mientras lo hacíamos me habló de lo que piensa de la actual guerra contra el narco, de algunos de los libros que ha escrito y de sus polémicas con ex compañeros guerrilleros. Hirales, pese a ser uno de los dirigentes históricos de la guerrilla de los setenta, no goza de buena reputación entre la izquierda mexicana. El diario La Jornada dice que se trata de “un guerrillero arrepentido y enemigo jurado de la causa que defendió en su juventud”.

Busqué a Hirales no solo por su participación y su conocimiento directo en la guerra sucia, sino también por la fama de su imparcialidad a la hora de analizar aquellos hechos. Sobre todo quería hacerle una pregunta que me asaltaba con respecto al comandante Slim Helú, cuya historia yo llevaba cuatro años reporteando.

La pregunta que me rondaba era: ¿Se podía ser un buen policía estando en la Dirección Federal de Seguridad?

Primero hurgué los recuerdos de Hirales sobre Salvador Corral García, el dirigente guerrillero que apareció muerto en San Pedro Garza García, Nuevo León. Hirales me dijo que Corral García era chaparrito, de cuerpo macizo y que, serio y cauteloso a la hora de hablar, sus formas no correspondían a las del estreotipo norteño. Me dijo también que había tenido “una muerte muy hija de la chingada” porque había sido sacrificado en honor de los industriales de Nuevo León. Para precisar, le pregunté si creía que la DFS había matado a Corral. “¿Quién más? – me respondió un poco agitado- Si yo lo tengo y luego aparece muerto… ¿si no fui yo entonces, quién?”.

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