Cosecha Roja.-
Tres días después de que su papá asesinara a su mamá, el niño de siete años contó el crimen a la policía: relató la escena con detalle y hasta les dijo dónde estaba el cuerpo. Los oficiales no le creyeron pero Narcisa, la mujer que lo cuidaba, sí. Entonces lo acompañó al pinar y juntos encontraron el cadáver debajo de las malezas. Santiago Dávalos quedó detenido el 20 de enero de 2013 y ahora el Tribunal Penal 1 de Misiones le aceptó el pedido de un juicio abreviado. “Reconoció su responsabilidad y aceptó cumplir una pena perpetua”, dijo a Cosecha Roja el juez Eduardo Dorsaneo.
El 13 de enero de 2013 Dávalos fue con la esposa Lidia Falcón y los hijos -de siete y dos años- hasta la plantación de pinos en Colonia Naranjito, en General Urquiza. Una vez ahí la golpeó hasta el desmayo y después la degolló. Arrastró el cuerpo, lo ocultó entre las plantas y le dijo a su hijo mayor que escondiera el arma homicida: un cuchillo de cocina.
Más tarde fue con los niños a lo de Narcisa y Carlos, una pareja amiga, en Puerto Menocchio. Les dijo que Lidia los había abandonado, que se había ido con otro hombre a Paraguay. Cuando el papá salió a hacer una changa fue el hijo mayor el que contó lo que había pasado en Naranjito.
La mujer llamó a la policía de General Urquiza pero los agentes subestimaron el relato del niño. Narcisa no pudo dormir. A las 9 de la mañana del día siguiente organizó un rastrillaje casero. Caminaron con los niños los trece kilómetros que los separaban de la ruta y tomaron un colectivo hasta Jardín América. El nene de siete años era el guía: indicó dónde había sido el asesinato y dónde estaba el cadáver. Lo encontraron tirado boca arriba, lleno de bichos y moscas. Carlos volvió a la ruta y llamó a la policía.
Ese día Dávalos había estado merodeando la casa del matrimonio y, cuando se enteró del hallazgo del cuerpo, se escapó. Lo buscaron entre más de 30 policías de la Unidad Regional IX y lo detuvieron al día siguiente, oculto en un monte. Quedó imputado por homicidio agravado por alevosía y vínculo, previsto en el Artículo 80 del Código Penal. Diez días después la policía organizó un rastrillaje y encontró el cuchillo tramontina. El entonces juez de turno, Osvaldo Rubén Lunge, recibió la nueva prueba.
Un año y medio después, el crimen se resolverá con un juicio abreviado. “Este fue un femicidio y corresponde perpetua. Entre la defensa y el fiscal acordaron evitar el debate oral y público, fijado para dentro de unos días”, dijo el juez Dorsaneo. Como el imputado no sabe escribir, confirmó el pedido con una huella digital.
Aunque no es común que alguien firme su propia perpetua, sucede. El juez contó un caso de hace algunos años atrás: una mujer había matado a sus hijo y lo reconoció.
– Yo ya hice mucho daño – le dijo.
“No quería exponer más a su familia y sabía que igualmente la iban a condenar, quiso proteger a sus otros hijos”, contó el magistrado.
En los próximos días, los jueces del tribunal entrevistarán a Dávalos. Recién entonces dirán su opinión y dictarán la pena aunque “si él admitió la responsabilidad, la condena es previsible”.
El año pasado 277 mujeres murieron en manos de varones machistas y 330 hijos perdieron a sus madres. Según datos del Informe Anual del Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano”, en los últimos siete años, 2196 hijos se quedaron sin mamá y un 64 por ciento tienen menos de 18.
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A fin de agosto, en Posadas, Marín Monzón, un hombre de 34 años confesó que mató y descuartizó a la novia de 16 años, Horacelia. La policía encontró las partes de la adolescente asesinada en bolsas de basura de tipo consorcio en la zona oeste. Al igual que Dávalos, lo primero que denunció el hombre fue que ella lo había abandonado. Pero la familia no le creyó e investigó.
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