A partir de la presencia de Marcela Turati en el seminario “Desafíos en la cobertura periodística sobre Drogas”,  Sol Amaya tomó estas impresiones de su relato para Cosecha Roja 

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“En 2006 declararon la “guerra contra las drogas” y  se militarizó el país: todos los periodistas estábamos sin preparación para eso. Tuvimos al final de Calderón unas 100 mil personas asesinadas. Por lo menos 300 mil desplazados y todavía no hacemos la cuenta de huérfanos, viudas, etc. Había muchas zonas ya tomadas por el narcotráfico cuando comenzó la “guerra contra las drogas”, y lo primero que hicieron fue desarmar a los policías municipales”.

 

 

 

 

Las crónicas del horror y los argumentos de la guerra:

todo fue parte del principio de la cobertura periodística.

Se hablaba de “bajas colaterales”.

Nos querían vender que era una guerra de “malos contra malos”

del tipo “se están matando entre ellos”.

Por eso no se le daba importancia.

Parecía algo lejano.

 

Hubo un cambio de lenguaje.

La jerga narco entró a las crónicas:

el verbo “sicariar”

el “ejecutómetro”

el “levantado”

o el “posoleado”, que es al que disuelven en ácido.

También está el “encajuelado”

y los “polizetas”.

 

Entonces se buscó visibilizar a las familias.

Se hicieron crónicas “sociales” sobre los cambios de vida por el miedo

y las cifras oficiales fueron un problema. 

Empezaron a difundir cifras que desmentían la propaganda oficial.

Comenzaron a hablar de las víctimas que se convertían en victimarios.

Nos convertimos corresponsales de guerra en nuestra tierra.

 

Hay 75 periodistas muertos y 17 desaparecidos.

En algunas zonas los carteles convocan a periodistas a reuniones, y fijan “reglas y castigos”.

Hay periodistas que desaparecieron luego de estas reuniones.

Hay colegas que trabajan para el crimen organizado y están en las redacciones.

Y hay colegas que tienen que ir disfrazados a la escena del crimen, para que no reconozcan a quién va a escribir la nota.

 

Los narcotraficantes tienen radios y diarios.

Hay zonas de las que no se sabe mucho, como Tamaulipas:

ahí se han encontrado fosas con 200 cadáveres.

 

Está el mito de “algo habrá hecho”, en las muertes de los colegas.

Ha sido muy difícil luchar.

También comenzaron los ataques a medios de comunicación,

con explosivos y armas de fuego.

Tomaron de rehenes a periodistas.

 

Yo publico sobre las víctimas.

No me meto con los carteles,

publico sobre las víctimas.

 

Cómo visibilizar es mapear los impactos,

no ahondar en el horror,

no revictimizar,

mostrar a los que resisten,

seguir los procesos de justicia y reparación.

Un dato más allá del sufrimiento. 

 

Marcela Turati es autora del libro “Fuego cruzado: las víctimas atrapadas en la guerra del narco” y coordinadora del libro “Entre las cenizas: Historias de vida en tiempos de muerte”. Es reportera de la revista mexicana Proceso, desde donde cubre asuntos relacionados con derechos humanos y se ha especializado en los impactos sociales de la violencia y da rostro a las víctimas de la llamada guerra mexicana. Es co-fundadora de la red Periodistas de a Pie, dedicada promover la libertad de expresión y la inclusión de un enfoque de derechos humanos en la cobertura periodística. Ha participado en libros y proyectos periodísticos como “La Guerra por Juárez”, “72 migrantes”, “Nuestra Aparente Rendición”, “Menos Días Aquí”, “Los generales”, “Tú y yo coincidimos en esta noche terrible”, entre otros. Es mencionada como integrante de la llamada “Generación Bang!”, de cronistas dedicados a la cobertura de la violencia, y del grupo latinoamericano Nuevos Cronistas de Indias de la FNPI. Ha sido reconocida con el Premio Alemán de Periodismo Walter Reuters, el LASA Media Award 2013, el Louis M. Lyon de la Fundación Nieman de Harvard a la conciencia e integridad, entre otros.