Él era el chofer del colectivo y ella, la última pasajera del día. Le dijo que se desviaría del camino para cargar gasolina. En la primera calle oscura que encontró detuvo la marcha. “Tu ya no valiste madres”, le gritó a la joven de 19 años. Le dio una cachetada, la sujetó de los brazos y la violó. Era una noche de junio de 2010. Fue la víctima uno de César Armando Librado Legorreta. La abandonó al costado del camino cuando pensó que la había asfixiado. Ella sobrevivió, pero otras siete mujeres no pudieron contarla.

El feminicida serial fue detenido el 23 de febrero en una colonia del municipio de Tlalnepantla donde vivía con América, su esposa, a quien solía regalarle las pertenencias de las mujeres que violaba y asesinaba. Todos los casos ocurrieron después de las 22 horas, menos uno que fue alrededor de las 5.30, con la primera joven que tomó el colectivo.

– Yo sólo veía la oportunidad y lo hacía-  dijo Librado Legorreta en una entrevista con agentes de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México que se difundió en conferencia de prensa.

Ante las cámaras, relató con detalle cada uno de sus crímenes. Se acordaba de quién era el celular con el que se quedó para luego empeñarlo por 500 pesos. A cuál de sus víctimas le robó la ropa que terminó usando la esposa. Cómo se quedó con la plancha que llevaba una de las mujeres.

En julio de 2010 atacó a un joven de 22 años. Luego a una muchacha de 17. La tercera víctima fatal tenía apenas 16. La que siguió había tomado el micro en Lomas Verdes. Tenía 25. La quinta, de 18 años, fue hallada el 31 de diciembre pasado en la carretera Mexico-Querétaro. La sexta tenía 20 y fue violada y asesinada el 8 de enero.  La última fue una mujer de 35 años que la noche del 18 de enero subió al microbús en el Metro Chapultepec.

A Librado Legorreta sus colegas le decían “El Coqueto”, y no era por la pinta sino porque esa leyenda llevaba la calcomanía del micro blanco que conducía desde hacía tres años.

– Era un pinche mono payaso. Se creía mucho el chavo, siempre andaba presumiendo que se ligaba a muchas viejas y que tenía mucho varo- dijo Alfonso, chofer de la Ruta 27.

Al ser detenido, no fue llevado de inmediato a un penal porque, según el procurador Alfredo Castillo, no se lo arrestó en el momento de cometer uno de sus crímenes. Lo retuvieron en una oficina dela Subprocuraduríade Justicia, bajo la custodia de tres policías. Tenía las muñecas y los tobillos esposados. Estaba en un tercer piso. Así y todo, se logró fugar.

De los tres agentes de seguridad, uno era el responsable de piso y los otros dos estaban de guardia. Entre ellos arreglaron relevarse. Y sólo uno, Luis Alberto Cañedo, quedó en el cuarto con el feminicida. Este policía, que en principio fue arrestado pero hoy espera en libertad enfrentar el proceso judicial, contó que había dejado la habitación para ir a la planta baja a buscar un café y que al regresar a la oficina ya no había nadie. En eso lo llamaron sus otros compañeros:

-Pélate, porque se nos fugó – le dijeron.

El Coqueto, al encontrase sólo vio la libertad al alcance de la ventana. Primero zafó el grillete de la mano derecha y como los que llevaba en los pies estaban sobre el pantalón, con una buena maniobra se pudo soltar.  Hizo el intento de enredarse con los cables de un teléfono y una computadora para bajar a través de ellos. Pero no tuvo la misma suerte que los actores en las películas: los cables no resistieron su peso y se cortaron al instante. Cayó parado. Ante el impacto de los ocho metros de salto, se lesionó el tobillo y tres de sus vértebras se deshicieron. No pudo volver a ponerse de pie. Entonces se arrastró hacia la parte de atrás del edificio hasta la carretera. Se alejó200 metros.

La suerte quiso que un automovilista creyera la historia de que lo habían atropellado y se apiadara de él. Lo cargó para llevarlo al hospital, pero el feminicida pidió que lo acercara a la casa de su medio hermano. Desde allí llamó a su padre. Y terminó en la casa de unos tíos.

A principios de esta semana entre 500 y 600 policías lo seguían buscando con desesperación. Alfredo Castillo dijo que tras iniciar la investigación confirmaron que la familia lo estaba protegiendo. Hasta que uno de ellos denunció dónde estaba. El 3 de marzo lo encontraron. Estaba inmovilizado del dolor.  Al recapturarlo lo llevaron al penal de Barrientos. Los médicos legistas hablan de la posibilidad de una cirugía por la cual podría quedar paralizado de las piernas.
El procurador ofreció disculpas a los familiares de las víctimas. “Las instituciones –dijo- están formadas por hombres y los hombres son susceptibles de cometer errores”.

María del Rocío Legorreta Gómez, oficial secretaria de la Fiscalía de Procesos Penales Norte de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, que resultó ser tía de El Coqueto, negó tener algo que ver con todo esto. Hay quienes la vinculan a uno de los policías que hicieron posible la fuga.

-Era una molestia, por eso cuando me enteré de que lo andaban buscando le dije a mi hija que cerrara bien la casa y que si se presentaba, llamara a la Policía- aseguró.

Las madres de las víctimas marcharon para pedir justicia desde Valle Dorado, donde trabajaba el violador serial, hasta el Ángel de la Independencia. “Estamos haciendo este movimiento para que ni una más sufra ataques”, dijo Amparo Vargas cuya hija Elba murió en manos de El Coqueto.
Mañana el juez de control de proceso con sede en Tlalnepantla deberá determinar la situación jurídica de El Coqueto. La defensa pidió 144 horas para presentar pruebas de la inocencia del acusado.

 

– Resumen de medios mexicanos-