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Juliana Mendoza – Cosecha Roja.-

¿Qué piensan que es la educación popular? Esa fue la primera consigna del Bachillerato Popular Parque Patricios que abrió las puertas en la Casa de la Cultura y Oficios Miguel Bru. Agustín, uno de los estudiantes, rompió el hielo: “No es como la educación tradicional, se puede charlar más, hay más debate”. El joven llegó con su mamá Luisa, que tiene 56, y su sobrino Thiago de 9. “Vinimos todos porque es importante que nos integremos como comunidad”, dijo Luisa, que en 2010 se inscribió en el CBC: “Yo hice todo en la educación tradicional, pero ahora estoy en una época de apertura”.

Educadores, estudiantes, familiares y los integrantes de la Asociación Miguel Bru (AMB) inauguraron ayer el bachi popular que funcionará de lunes a viernes en la sede de Parque Patricios. La escuela se complementará con los talleres de comunicación y oficios para jóvenes que ya ofrecen. “Esta es una casa hermosa, se empieza a llenar aún más de colores, de pensamientos y acciones”, dijeron los nuevos educadores.

Rosa Bru, la mamá de Miguel, abrió la jornada. El joven –que da nombre a la Asociación y la Casa- fue  torturado y desaparecido por la policía bonaerense en 1993. Rosa es el motor de la AMB. Ella también vino acompañada de su familia: la hija Poli y la nieta Abril. Agradeció a los integrantes de la AMB por el apoyo durante todos estos años y dio la bienvenida a los nuevos educadores y a los alumnos.  “Nosotros venimos trabajando hace muchos años por la inclusión sociocultural en distintos barrios y cada día ampliamos más la oferta. Hoy estamos muy contentos con el Bachi”, dijo el coordinador de la Asociación Miguel Bru, Lucas Mac Guire, durante la presentación.

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Mariela está sentada en la sala de la Casa y espera que sean las 18 y comiencen las clases. Tiene 37 años y sólo cursó hasta séptimo grado en la escuela tradicional. Es madre soltera de Manu, que tiene 10 y está en una silla de ruedas. Llegó al bachillerato popular por consejo del neurólogo: el médico, que la conoce desde que nació su único hijo, le dijo que hiciera algo de su vida. Y ella decidió volver a estudiar. “Va a ser como una terapia para mí, me va ayudar en mi vida”, dijo.

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Los profesores llegaron más temprano para armar el proyector para musicalizar y pasar un video corto sobre la educación popular, una forma de explicar de qué se trata el proyecto. Lorena, Julián y Paola son los encargados de las materias sociales. Tomaron mate y rieron mientras esperaban que se hiciera la hora. Se les notaba la emoción y la ansiedad.

La Casa funciona desde 2007. Allí dictan talleres de música, electricidad, computación, cocina, periodismo digital, fotografía y radio. “Los cursos son hasta las 17 y con el Bachi, la Casa funcionará hasta las 22. Así estará abierta todo el tiempo”, dijo a Cosecha Roja Sebastián, sonidista e integrante de Subversiones. Los profesores del colectivo tienen entre 26 y 30 años, casi todos son graduados o se están egresando. Venían del Bachillerato popular Darío Santillán y, por distintas razones, debieron mudar sus esfuerzos. Empezaron tocando puertas por distintos barrios, entre ellos Parque Patricios. Sabían que allí no había escuela de adultos. “La primera vez que pasamos, la Casa estaba cerrada. Después pudimos hablar con Lucas, nos juntamos y armamos el proyecto”, dijo a Cosecha Roja Julián, comunicador y profesor de Sociales.

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De lunes a jueves se abarca un área específica: trabajo autogestivo, matemúsica (una puesta en común entre profesores de matemática y música), lenguaje y sociales. “No ponemos nota, lo más importante para nosotros es venir así se puede seguir avanzando como grupo, principalmente porque creemos que el conocimiento es un proceso en formación, no es algo acabado”, dijo Lorena, estudiante de Ciencia Política y profesora de Sociales. Los viernes se dictan talleres abiertos a toda la comunidad del barrio. El 20, en conmemoración al 24 de marzo, proyectarán una película y leerán poesía. No hay horario de llegada en el Bachi: las puertas están siempre abiertas.

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Miguel desapareció en agosto de 1993 de la comisaría 9na de La Plata. El estudiante de Periodismo había denunciado a efectivos de la comisaría por un allanamiento ilegal en su casa. Ahí empezaron las amenazas para que retirara la denuncia. El 17 de agosto lo secuestraron y entre las 19 y las 20 lo entraron en la comisaría, donde algunos testigos lo vieron por última vez, cuando lo torturaban. La familia de Miguel, junto a la Asociación, siguen exigiendo que aparezca el cuerpo e investiguen al resto de los policías que estuvieron esa noche.

Fotos: Anabela Aranda