Redacción Cosecha Roja

El controvertido cirujano plástico Max Álvarez Miranda -conocido como el “Doctor Sexo”- murió el miércoles en el pabellón 15 del penal de Lurigancho, en Perú. Un paro cardiaco sorprendió al médico, que cumplía una sentencia de ocho años por causar la muerte de su novia, la modelo argentina Carla Fabiana Badaracco.

Los agentes del penal cuentan que Álvarez estaba deprimido. Se sentía solo y se lamentaba porque sus hijos ya no lo visitaban. El cirujano plástico compartía labores de jardinería y limpieza con otros presos del presidio más hacinado del país. La tarde del martes lo trasladaron a la clínica del penal y pocas horas después falleció.

La caída del “cirujano de las estrellas” comenzó el 14 de noviembre del 2002. Ese día Carla Fabiana Badaracco murió en su quirófano víctima de un edema pulmonar. La modelo argentina de 31 años llegó a Perú huyendo de la crisis económica que afectaba a su país. Se instaló en Lima con la esperanza de entrar al mundo del modelaje.

Mientras perseguía la fama y la belleza, conoció a Max Álvarez en un set de televisión. El cirujano plástico de reinas, modelos y estrellas de la televisión peruana, la conquistó y la convenció de entrar al quirófano. Carla se quería retocar la nariz, quitarse un poco de grasa del abdomen y modelar las piernas. “Un día decía me opero y al día siguiente no me opero”, recuerda Cecilia Paredes, la amiga que la presentó al doctor Álvarez.

Las dudas de Badaracco tenían sustento. En los medios de comunicación se rumoraba que Álvarez era un médico irresponsable, mujeriego y drogadicto. Algunas de sus pacientes lo acusaban de consumir cocaína mientras practicaba los procedimientos quirúrgicos. Pero Carla cerró sus oídos y confió en su novio. “Max le había ofrecido hacerle las operaciones que ella quisiera sin costo alguno”, dijo una amiga de la modelo.

La decisión le costó la vida. Después de terminar la liposucción, Álvarez le practicó una rinoplastia y la dejó sola en el quirófano. Cuando regresó, Carla ya estaba muerta. Falleció ahogada con su propia sangre.

La popularidad del “cirujano de las estrellas” se fue al piso. Además de la denuncia por la muerte de su novia, salieron a la luz otros casos que mancharon su prestigio. Álvarez era acusado de la muerte Ángela Chiquilin, que falleció en su consultorio en 1990. Carmen Tamarilla, otra de sus pacientes, lo responsabilizó de su invalidez. Un aumento de glúteos la dejó postrada en una silla de ruedas.

La comediante peruana, Lucy Cabrera, también hizo públicos sus reclamos en contra del cirujano. La vedette lo denunció por negligencia médica y abuso sexual. La actriz se había sometido a un implante de bustos y, al quedar inconforme con el resultado, fue a quejarse con el médico. Llevó una cámara filmadora oculta para tener pruebas de la conversación. Cuando revisó las imágenes, vio que Álvarez la sedó y la violó.

Después de permanecer prófugo por dos meses, el médico acudió voluntariamente al Poder Judicial para responder por la muerte de Badaracco. La jueza Katia Monaguilla lo encontró responsable del delito de homicidio simple y lo condenó a ocho años de prisión. También lo condenaron a cuatro años de prisión efectiva por la violación sexual de la bailarina Lucy Cabrera.

Gianina Vargas, su abogada, aseguró que el próximo mes iba a salir de la cárcel. El “cirujano de las estrellas” murió sin recuperar su libertad.