kit violencia de géneroCosecha Roja.-

La tormenta duró doce años para Delia Moyano. Hubo golpes, patadas, puteadas, trompadas. Una vez Jorge Cuello -la pareja- agarró un fierro y la golpeó en todo el cuerpo. Otra vez la arrastró de los pelos hasta que ella logró escapar. Él le llevaba 28 años, 25 centímetros y 60 kilos pero el 24 de agosto de 2013, mientras él le pegaba y trataba de atarla, ella agarró un cuchillo tramontina y le dio un puntazo. “Me duele”, dijo Cuello. Se limpió y se fue a dormir. A los tres días murió sin haber ido nunca al médico. Los jueces del Tribunal Oral Criminal Nº 1 de Azul la absolvieron por el crimen porque actuó en legítima defensa.

El fiscal Martín Tizzolo había pedido cadena perpetua para Delia. Lo consideró “homicidio agravado por la relación de convivencia”. Para Laurana Malacalza, del Observatorio de Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, el pedido del fiscal fue lo más preocupante y muestra todo lo que falta trabajar. “Hay mucha energía del Estado dirigida en juzgar a mujeres imputadas por delitos en contexto de violencia de género y una enorme desatención cuando esas mismas mujeres acuden al Estado para pedir medidas de protección”, dijo a Cosecha Roja Malacalza.

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Moyano y Cuello se conocieron cuando ella tenía 20 y el 48. Se mudaron juntos a una casa en Espigas, a 75 kilómetros de Olavarría, en la provincia de Buenos Aires. Tuvieron tres hijos. El paso de los años y el consumo de alcohol empeoraron la relación e incrementaron la violencia. Cuello le pegaba, la echaba de la casa y la obligaba a comprarle vino aún cuando no alcanzaba la plata para alimentar a los hijos.

“No es que él se puso violento en el último tiempo. Fue violento durante años. Y yo no encontraba la manera de defenderme: cuando él tomaba, yo me acostaba con los ojos abiertos. Y el miedo crecía”, dijo Delia al diario El Popular antes de la sentencia. Estaba tranquila y esperanzada.

Las diferencias de tamaño, peso y contextura física eran visibles: la mujer pesa 40 kilos, mide 1,50 y tiene 34 años. El ex marido pesaba 100 kilos, medía 1,75 y tenía 56. Cuando él se emborrachaba, la echaba. Cuando ella intentaba irse, él no la dejaba. Una vez se fue a la casa del hermano y él la fue a buscar. “Me seguía y no me dejaba”, contó.

Delia lo denunció varias veces en la comisaría. Veinte días antes del crimen la policía la llevó al hospital por los golpes que tenía y pasó la noche ahí con los hijos. Tenía miedo de volver al hogar. La noche del 24 de agosto Cuello la echó, como ya lo había hecho otras veces. La quiso atar, ella logró soltarse y agarró el cuchillo. “Si en lugar de un cuchillo tramontina hubiera habido un palo yo me hubiera defendido con el palo”, dijo. “Quedó demostrado que el cuchillo fue la herramientas que tenía más a mano. Nunca había pensado en asesinarlo, fue claramente una defensa”, dijo Malacalza. Delia le hizo apenas un corte pero él no hizo que lo revisara un médico y murió tres días después.

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El Observatorio de Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires participó del caso. El martes sus integrantes estuvieron en el tribunal y pidieron a los jueces que tomen en cuenta el contexto de maltratos reiterados que vivió Delia. También presentaron un informe con jurisprudencia de casos similares. “Es necesario sumar antecedentes para que esto no siga ocurriendo en la justicia provincial”, dijo Malacalza.

En diciembre del año pasado la justicia de Lomas de Zamora absolvió a Beatríz López por asesinar al marido policía. Él no la dejaba irse de la casa: cuando salía la esposaba y cuando volvía la violaba con el bastón policial. El 16 de noviembre de 2012 ella le sacó el arma reglamentaria y lo mató de un disparo en la sien. El 29 de diciembre de 2012 Nora Amaya apuñaló a su pareja, Claudio Vázquez, después de siete años de golpes, violaciones y maltratos. Los mismos jueces del Toc 6 de Lomas la absolvieron. En noviembre de 2011, la corte suprema anuló una sentencia que condenaba a una mujer a 12 años de prisión por el asesinato de su pareja: ella se había defendido porque temió por su vida, la de sus hijos y por proteger su embarazo de seis meses.

Ilustración: Kit Kitsch