nomasviolenciaportadaCosecha Roja.-

J.B. tiene una mochila preparada con documentos y 300 pesos por si un día tiene que escaparse. La mujer de 28 años no sale de su casa sin el botón antipánico ni la orden de prohibición de acercamiento en el bolsillo. Hace cinco años que vive así, desde el día que se separó del papá de sus hijos. Ya hizo 36 denuncias por violencia, amenazas y por incumplimiento de restricciones pero la Justicia rosarina no lo detuvo nunca. La semana pasada el hombre entró a su casa y le escribió “Te tengo” en el marco de la puerta. “La fiscal le preguntó cinco veces si creía que había sido su ex, están esperando que la mate para hacer algo. Ella está luchando contra él y contra el sistema”, dijo a Cosecha Roja Nora Giacometto, de la ONG Ampliando Derechos.

La mujer está separada de Niki, como le dicen al ex, desde 2010. Trabajaba como relacionista pública de boliches pero renunció, tiene miedo de que él la encuentre. Durante el tiempo que estuvieron juntos tuvieron cuatro hijos -hoy tienen entre 11 y 4 años-. “Si me pasa algo, no quiero que mis hijos queden con él”, dijo a la prensa.

Hasta agosto del año pasado él mantenía un régimen de visitas pero desde que sacó un revólver delante de ellos los niños no lo quieren ver. “Vendía y tomaba cocaína enfrente de sus hijos. Ellos tienen miedo, si escuchan un ruido fuerte, se esconden en una habitación al fondo de su casa a la que le pueden sacar el picaporte. A la Justicia ni siquiera le interesa la integridad física y psicológica de los chicos”, dijo Giacometto.

En 2013 un médico forense constató los golpes y maltratos, en la comisaría perdieron la denuncia y toda la causa desapareció. Desde la ONG saben que hay connivencia entre Niki y la policía: él tiene una hermana que pertenece a la fuerza. “Una se siente impotente porque hizo todo como corresponde”, dijo la mujer. Hace dos meses Niki denunció a B. por prostituirse y maltratar y abusar sexualmente de sus hijos. A pesar de las 36 denuncias de la mujer, la Justicia ordenó la declaración de los niños sin cámara gesell. “Les preguntaron si la habían visto en ropa interior y si llevaba hombres a la casa. El foco estuvo puesto en culpar a la mujer en situación de violencia y no a él”, contó Giacometto.

La orden del juez impide que Niki se acerque a 200 metros de su familia. Él violó todas las restricciones y se mudó a la misma cuadra en la que vive la mamá de ella. En noviembre B. y sus hijos fueron a visitarla: él los esperó en la puerta con un arma tumbera y ellos tuvieron que esconderse en un contenedor de basura. “Las amenazas son constantes. La mamá tuvo que desconectar el teléfono. A pesar de las pruebas y las declaraciones de los testigos, nunca hemos logrado que lo detenga”, dijo Giacometto.

El jueves pasado a B. la despertaron los ruidos en las rejas de su casa. Eran las 5 de la madrugada, se asomó por la ventana y vio salir a una persona del patio exterior. La mujer se sentó atrás de la puerta en shock, la cerradura estaba rota y sólo dos pasadores la cerraban. Tres horas más tarde, salió y vio que alguien había forzado las rejas y en la puerta, pasando el patio exterior, le habían dejado el mensaje.

B. presentó otra denuncia más. La fiscal Raquel Almada juntó sus casi cuarenta reclamos por violencia de género. El fiscal general de Rosario Jorge Baclini se puso a disposición del caso. Según el portal Rosario12, hubo rondas policiales durante el fin de semana largo. Ella sigue con miedo: no duerme hace cuatro o cinco días.

“El paso siguiente es sacarla de esa casa porque él sabe donde vive”, dijo Giacometto. La organización que la apoya denunció la falta de accionar policial en un comunicado a través de su página de Facebook. “Desde febrero, la Fiscalía Regional N°2 ordenó a la comisaría 14 realizar las rondas en en el domicilio de J., hasta hoy no se hicieron nunca”, dijo Ampliando Derechos en un post de Facebook. La ONG contó que la excusa que da el subcomisario a cargo de la seccional es la falta de personal. “Responsabilizamos a la fiscalía actuante, de Raquel Almada, y al ministerio de Seguridad, por algún hecho que ponga en peligro la vida de J. y sus hijos”, dijeron desde la organización.

De los 277 femicidios de 2014, 39 varones tenían denuncias previas, según los datos de la Asociación Casa del Encuentro. En la Ciudad de Buenos Aires, tres de cada diez mujeres que sufren violencia de género reclamaron que sus agresores no cumplen con las medidas de protección que les impone la Justicia para evitar que sean atacadas. También hubo nuevas agresiones. Las estadísticas son del informe de la Comisión sobre Temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación, que brinda asesoramiento jurídico gratuito a las víctimas.

En casi todos los casos el agresor era pareja o ex pareja y en la mayoría tenían hijos en común. Las denuncias muestran que el maltrato alcanza también a los hijos. Los agresores les pegan: ocho de cada diez mujeres afirmó que los niños presenciaban los golpes dirigidos contra ellas. Dos de cada tres denunciantes dijeron que después de separarse, la violencia aumentó.

[Nota publicada el 18 de agosto de 2015]