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Por Cosecha Roja. – El grupo de jóvenes del Movimiento Evita había pasado el fin de semana en una jornada en solidaridad a los militantes baleados en Rosario, Provincia de Santa Fe, el 10 de enero. Eran las 3 de la mañana cuando llegaron a Córdoba. Se dividieron en varios autos. Cuatro chicos de entre 17 y 20 años compartieron taxi hasta el Barrio Comercial. Estaban por llegar cuando los detuvo un control policial. Los hicieron bajar del auto para revisarlos. “Ya de movida el trato era malo. Empezaron a revolver las cosas. Le dieron vuelta las mochilas sobre la calle. Hasta que encontraron una bandera de la JP Evita. Ahí -dice Andres Guzmán, Coordinador de la campaña contra la violencia institucional del Movimiento-, ahí sí se pusieron como locos”. “¿Saben con quién se están metiendo, zurditos? -les decía uno de los oficiales-. Con nosotros no se jode, ¿me escuchan?”. El otro oficial agarró a los chicos y los tiró al piso. Desenfundó el arma. Los apuntó de uno a uno. Martilló el arma. Los chicos, del otro lado de la mira de la 9 milímetros reglamentaria, seguían boca abajo en el pavimento frío de la noche cordobesa.

El Movimiento Evita organizó una Jornada Solidaria en el barrio Nuevo Alberdi de Rosario en apoyo a sus compañeros baleados hace un mes. “Nos pasamos el fin de semana haciendo trabajo pesado en el barrio”, dice Guzmán. El trabajo consistió en limpiar las plazas, hacer zanjeo y desmalezamiento, pintar los puentes que cruzan las acequias. Agrega: “Los vecinos que se coparon con la iniciativa pintaron el frente de su casa. Además hicimos murales y dimos un taller sobre violencia institucional. La jornada terminó el domingo con un festival en el que tocaron Los Charros”.

A Guzmán le sorprendió la decisión de los vecinos del barrio de acabar el tráfico de droga: “Formamos parte de una asamblea barrial que dejó claras las ganas de los vecinos de afrentar la situación. El mismo día que balearon a los pibes la gente tiró abajo una casa que tenían identificada como boca de expendio de drogas. Están así de decididos de acabar con los narcos. Y nosotros los apoyamos”.

Además de los 3 militantes baleados en Rosario Guzmán dice que sufren aprietes sistemáticos en la provincia de Córdoba y que no cree que sea una casualidad: “En Córdoba la policía tiene autonomía del poder político, que les da vía libre para hacer estas cosas sin que nadie los controle”.

Guzmán se enteró del abuso de los oficiales, de casualidad, tres días después. “Los chicos lo tienen tan naturalizado que nos lo contaron a modo de anécdota”, dice.

“Pendejos, terroristas de mierda. Nosotros somos pesados, zurditos. El que jode con nosotros no la cuenta”, le repitieron hasta el hartazgo los oficiales de policía. 20 minutos duró la secuencia. Hasta que el taxista les dijo que aflojen: “Me parece que se les está yendo la mano, oficial. Los pibes no hicieron nada malo”. Guzmán dice que eso los salvó que si no fuera por el taxista: “Si no, no sé cómo terminaba la historia”.