plazaCosecha Roja.-

– ¡Quedate quieta, quedate quieta hija de puta que te voy a matar!

Agustín Solano Tuama le gritaba a su esposa Claudia desde un Dodge color bordó estacionado en la calle Alsina en Merlo. La agarraba de los pies y ella pedía auxilio a los gritos mientras intentaba escapar. La primera vez Claudia logró salir del auto, y corrió. Eran las 6:30.

– Hija de puta metete adentro del auto porque te voy a matar.

El hombre de 37 años, con su metro 78, la persiguió y la atrapó. La arrastró con violencia, pero ella volvió a escapar. Corrió 25 metros y él la alcanzó otra vez: la atacó con un cuchillo de mango ancho recubierto de cinta aisladora de color negro, dentado, de 13 centímetros. Le atravesó la tráquea desde la garganta varias veces y murió desangrada a los pocos minutos.

Una vecina que se despertó por los gritos vio la escena por las endijas de la persiana: un hombre con una campera color negra con un letrero de “seguridad privada” acuchillaba a una mujer flaca, de ambo verde. No quiso prender la luz, abrió la puerta de la heladera para tener visibilidad y llamó a la policía.

El asesino huyó en el auto. Claudia, de 36 años, quedó tendida en la calle Alsina entre entre Garay y Güemes. Las manos también tenían heridas: con la izquierda sostenía el flujo de sangre que explotaba de su garganta, con la derecha sostenía un celular que sonaba. Cuando llegó la ambulancia ya había muerto.

Otro testigo declaró que vio la agresión desde la pantalla de la cámara de seguridad que da a la calle. Desde ahí observó cómo la mujer corrió y quedó tendida en el piso, cómo el hombre escapó en el auto ensangrentado y dio vuelta en Güemes.

El juicio contra Agustín Solano Tuama por homicidio comienza mañana en los tribunales de Morón. El fiscal pedirá perpetua por el agravante de la relación de pareja.

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El primero de mayo de 2013 Claudia Gabriela Solano se dirigía a la clínica Provincial en la localidad de Merlo en donde trabajaba como enfermera los fines de semana y días festivos. Entraba a las 7. Ese día no llegó.

A las 7: 20 Adriana, una compañera de trabajo, la llamó al celular. Uno de los policías que había llegado al lugar atendió la llamada y pidió  a la amiga que reconociera el cuerpo que portaba un uniforme verde. “Es Claudia”, dijo cuando la vio tirada en la calle.

La defensa de Solano Tuama asegura que tuvieron una discusión porque ella lo amenazó con dejarlo, que ella era extremadamente celosa y hasta le impidió que él saliera a trabajar y por eso él estaba desempleado. Pero hay pruebas documentales de que él tenía una amante: mensajes de texto de otra mujer, contó a Cosecha Roja el fiscal Javier Baños. Claudia le había contado a una compañera de trabajo que su esposo la engañaba y le mentía.

Su compañera describió a Claudia como una persona reservada y depresiva. “Los fines de semana no comía. Era re flaquita, nosotros la retábamos por ese tema, en realidad no sabíamos mucho de ella. La hermana nos contó que él decía siempre que la odiaba”, dijo Adriana en su declaración.

 

Hacía más de una década que estaban en pareja y tenían una hija de 12. Nunca se casaron. No hay denuncias de acoso físico contra Claudia pero los investigadores de la causa creen que sufrió violencia psicológica.

 

Solano es el menor de una familia de 5 hijos. Desde niño sufrió maltrato físico con cuchillos y armas de fuego por parte del padre que era alcohólico y tenía otra familia. Todos los hijos abandonaron la casa familiar en la adolescencia.

 

Agustín será juzgado por asesinato. La defensa intentará atenuar los años cárcel alegando que el asesino se encontraba en un “estado de emoción violenta”. La pena mínima es de 10 años. Para el fiscal hay evidencia suficiente para llevar al asesino a la cárcel con pena perpetua.