“Me metí en una casa y la prendí fuego”. Así, lacónico, un poco ido y con las manos y el pelo quemados, Marco Antonio Ramos, de 32 años, confesó haber calcinado a Claudia Roberta Bassano, su ex novia de 33, y a su actual pareja, Luis Pons, de 35.

En la madrugada del sábado, Bassano y Pons despertaron de lo que parecía un sueño intranquilo. Cuando lo hicieron, los sorprendió la ira del fuego. Ya era tarde: los dos estaban malheridos y con principio de asfixia. Vivían hace un año en el barrio de Tortoza, en la localidad de Unquillo, a 20 kilometros de la capital cordobesa.

Algunas fuentes indican que el fuego comenzó en la habitación donde dormían. Primero tomó el colchón y después continúo destruyendo la precaria casa que compartían en la calle Don Segundo Sombra.

Los policías y bomberos que actuaron en el lugar derivaron a Bassano y Pons al Instituto del Quemado, donde el sábado a la tarde murió la mujer. Unas horas después, el hombre.

Ramos fue interceptado a orillas del Rio Ceballos, a pocas cuadras del lugar del crimen. Los policías que lo interrogaban sospechaban de él: su cuerpo emanaba un intenso olor a quemado. Héctor Gary, comisario de la Departamental Colón de la Policía de Córdoba, declaró a un matutino que “los agentes, al notar que el sospechoso emitía ese olor, comenzaron a interrogarlo, y éste se quebró y confesó haber iniciado el fuego”. Mientras tanto, los peritos de la Policia Judicial trabajaban en el lugar del hecho para determinar cómo se originó el incendio.

Hasta el cierre de la nota, el móvil parece difuso, pero con algunas pistas: Ramos se separó de Bassano hace menos de un año y se fue a vivir con los tres chicos que criaban cuando convivieron. Su idea era volver con ella.

Fuentes de la municipalidad aseguraron que “se contactó a la madre de la mujer para buscar solución a la situación por la que atraviesan los tres chicos”. En el barrio era vox populi que Ramos acosaba a la mujer para retomar la relación. Ella nunca lo quiso denunciar.