Cosecha Roja.-

El hombre golpeaba a su mujer. Amenazó con quemarla, y a los pocos minutos ella murió envuelta en llamas. La justicia decidió absolverlo: el testimonio de sus hijos, dicen, no es suficiente para condernarlo. El beneficio de la duda, otorgado por los jueces María Susana Blanc, Guillermo Lucero Offredi y Luis Paoloni, le quitó a Mario Ariel Moyano la imputación de haber asesinado a su concubina,  María Esther Lastra. El fiscal Fernando Amoedo había pedido diez años de prisión. Al no poder comprobarse cómo sucedieron los hechos, el acusado fue absuelto.

En el barrio Villa Unión, de Córdoba, los vecinos oían con frecuencia las discusiones de la pareja. Él tenía 37 años y ella 59. A veces se escuchaban gritos y  se rompían objetos. Esa Nochebuena del 2010, la pelea comenzó temprano. Según relató el hijo de ambos, entonces de 13 años, el padre llegó borracho y amenazó con prenderle fuego a la vivienda. “Andate que voy a quemar todo”, le dijo. Un rato después, el muchacho vio a su madre envuelta en llamas. “Se arrastraba y se acercó a una canilla para tratar de apagar el fuego”, mientras que Moyano salió poco después e “hizo como que quería apagarla”.

María Esther murió por la gravedad de las quemaduras. Sus hijas, mayores de edad, contaron que el fuego había sido el último eslabón en una larga cadena de maltratos e insultos, y que, por eso, no se explican la decisión de absolución.

De acuerdo con fuentes del caso, la misma investigación tuvo fallas que fueron determinantes en la escasez de certezas: la ropa de la víctima no fue secuestrada a tiempo para precisar si tenía combustible y el testigo principal era un menor de edad. También, los vecinos afirmaban que Moyano había entrado a la casa con un bidón de nafta, pero esto no pudo comprobarse.

Ayer, los jurados populares del juicio fueron unánimes en el fallo. La defensa sostuvo que las pruebas se basaban en los dichos de las hijas de la víctima y que eso no alcanzaba para condenar a su cliente. Al conocerse la decisión, las tres hijas de María Esther corrieron hasta donde estaba el acusado y lo insultaron; llegaron al estrado y allí forcejearon con los policías que intentaron detenerlas. Hasta el final de la jornada insistieron en la culpabilidad de Moyano.