A partir de un video que circuló en la redes sociales se conoció que el martes por la mañana la policía de Quilmes requisó a un grupo de estudiantes del colegio privado Sagrado Corazón de Jesús. El operativo, con cinco camionetas, armas largas, empujones e insultos se hizo contra los alumnos de la escuela que se habían reunido en una plaza para festejar su “último primer día de clases”.

Los alumnos salieron a festejar su primer día del quinto año. Entre los cuarenta chicos habían alquilado un salón privado en Bernal. Al amanecer caminaron por la calle Lavalle, llevaban un bombo, tiraban papel picado. A las 7:15 de la mañana del martes, aparecieron cinco patrulleros de la policía bonaerense. Los agentes bajaron con escopetas Itaca, pusieron a los alumnos contra las rejas de una casa y los apuntaron. Uno de los chicos se río de los nervios. Lo tomaron de la remera, lo golpearon contra la reja, separaron sus piernas para revisarlo.

-Calmense -pidieron dos pibes de 17 años- no estábamos haciendo nada.

También los empujaron. Los obligaron a mirar hacia abajo mientras le sacaban su mochila.

-No me mires a la cara, pibe – dijo uno de los policías- agradecé que te agarré yo con otro terminás mal.

Una de las vecinas grabó con un celular lo que estaba pasando. En el video se la puede escuchar a los vecinos que gritaban a la patrulla. Estaban a media cuadra del colegio, entre la calle Lavalle y Alberdi en el centro de Quilmes: una madre vio la redada y encaró a los agentes para que soltaron a los pibes. “A ninguna de mis compañeros o conocidos del barrio nos había pasado algo igual”, dijo a Cosecha Roja Bautista Garuti, uno de los alumnos del colegio.

Para la mamá de Bautista, “la policía está cada vez más envalentonada”. “No puede ser que agarren a chicos que no estaban haciendo desmanes, sólo festejaban” contó Daniela Garuti a Cosecha Roja. Ayer a la tarde, algunos padres planeaban presentar una exposición ante la fiscalía de turno. La hermana de uno de los alumnos golpeados reconoció que todavía tenían marcas en la espalda.

“Nos reunimos a las seis y media en la plaza Conesa para festejar porque estamos en el último año de la secundaria, se nos acercaron policías para decirnos que nos fuéramos o íbamos a tener problemas”,  contó una de las estudiantes requisadas al diario Página 12 . Unos minutos más tarde, mientras caminaban rumbo a la escuela, fueron interceptados por cinco camionetas policiales que cortaron la calle y los obligaron a ponerse a todos contra la pared, de espaldas a la calle. “Nos revisaron las mochilas y nos pedían aerosoles, que no teníamos porque no estábamos pintando nada”, contó la estudiante entrevistada por el diario.

Luego de conocerse el video, la diputada provincial Evangelina Ramirez realizó un pedido de informes y advirtió por “las prácticas represivas ejecutadas por la policía vulneran los principios de seguridad ciudadana y democrática, así como los Derechos Humanos”. Según informó radio FMQ, la Jefatura Distrital no dio ninguna información sobre el operativo: por “expresas directivas del Ministerio de Seguridad” se negaron a hablar con la prensa.

Práctica condenada

A partir de una denuncia presentada por varios organismos de Derechos Humanos por el asesinato de Walter Bulacio  la Corte Interamericana de Derechos Humanos  (CIDH) en 2003 calificó a las “razzias” como “incompatibles con el respeto a los derechos fundamentales, entre otros, de la presunción de inocencia, de la existencia de orden judicial para detener —salvo en hipótesis de flagrancia— y de la obligación de notificar a los encargados de los menores de edad”.

Por eso, la Corte a ordenó al Estado  argentino suprimir las “normas y prácticas de cualquier naturaleza que pudieran entrañar una violación a las garantías previstas en la Convención Americana, y que desarrollara otras que procuren la observancia de tales garantías”, además de modificar las condiciones de detención.

El objetivo, decía la CIDH, era cumplir  el deber del Estado de evitar “la reiteración de casos como el de Walter Bulacio”.