Cosecha Roja.- Sebastián Ortega
El 22 de octubre de 2010, un grupo de policías de la ex Drogas Peligrosas llegó hasta una precaria casa en el kilómetro 4 de la Ruta 2, a la altura de Tostado, en el noroeste santafesino. Cuando tumbaron la puerta, dos ciudadanos bolivianos estaban en plena faena. Tenían 40 kilos de cocaína recién elaborada, pasta básica y bidones de precursores químicos. Algunos envases estaban cerrados, precintados y tenían la etiqueta de Reagents S.A. A partir de ahí, los investigadores tenían una tarea: sumergirse en una pila de informes y descubrir cómo fue que los bidones de éter pasaron de un laboratorio industrial a una cocina de cocaína.
El operativo era comandado por el entonces jefe de la división de drogas de la Santafesina, el comisario Hugo Tognoli, quien dos años después renunciaría al máximo cargo de la policía provincial en medio del narcoescándalo.
Nene Willams Márquez Sanguido, en ese entonces de 41 años, y Eligio Weimar Saldaña Castillo, de 30, estaban abocados a la tarea de convertir la pasta básica en clorhidrato de cocaína. En esa vivienda, que los bolivianos alquilaban a un electricista y empleado de Vialidad Nacional “de palabra” los agentes encontraron 40 kilos de cocaína recién elaborada, 71 litros de éter sulfúrico en varios bidones, una botella de ácido clorhídrico y sustancias de estiramiento (xilocaína y manitol). También secuestraron balanzas, una prensa, una olla de aluminio, caloventores y dos estufas de pie.
La Sedronar, la secretaría dependiente del Estado nacional encargada de la lucha contra el narcotráfico, inició una investigación para descubrir la ruta de los precursores químicos. El fabricante -se sabía por las etiquetas de los bidones sellados- era la empresa Reagents S.A, que tiene su planta en la localidad de San Lorenzo, al sur de Santa Fe.
El trabajo demoró un tiempo: tuvieron que cotejar en forma manual los informes –en formato papel- presentado por cada una de las empresas que adquirieron sustancias químicas a Reagents S.A. El laboratorio había vendido tres lotes de éter sulfúrico a Alberto Omar Franzini. La empresa encargada del traslado fue Transportes Pedrito SRL. Entre el 12 y el 30 de abril de 2010, la Droguería B+B, de la ciudad de Santa Fe, compró al menos 130 litros de esa sustancia a Franzini.
Los químicos suelen desviarse –como en este caso- en el tercer o cuarto punto de la cadena de comercialización. La reconstrucción solo puede hacerse cuando se detecta una cocina de cocaína. Según explicó a Cosecha Roja Federico Laborde, director del Registro Nacional de Precursores Químicos, con el nuevo Sistema de Trazabilidad toda esta información va a estar digitalizada. En caso de que haya un desvío “el sistema detecta una alarma. No hay que esperar que los precursores aparezcan en la cocina”, explicó.
En noviembre de 2010, la Droguería B+B fue allanada. Su dueño, Juan Manuel Bergallo, explicó que utilizaba el éter para fabricar quita manchas y desengrasantes para motores y que el faltante se debía a que el producto había sido utilizado y los bidones vacíos tirados a la basura. En sus archivos se encontraron anotaciones que indicaban que había comprado grandes cantidades de cafeína y manitol, sustancias utilizadas para el estiramiento de la cocaína.
Dos años después del primer allanamiento, el 25 de octubre de 2012, Nene Willams Márquez Sanguido y Eligio Weimar Saldaña Castillo -los dos ciudadanos bolivianos que cocinaban la cocaína- fueron condenados a seis años y medio y tres años respectivamente. En el mismo juicio, Juan Manuel Bergallo, procurador y comerciante santafesino de 52 años, recibió una pena de seis años y medio.
El de Bergallo es un caso típico de desvío de sustancias para el narcotráfico. Según explicaron en la Sedronar, si bien suele identificarse el desvío de precursores con la efedrina –a raíz del descubrimiento del laboratorio de Ingeniero Maschwitz-, en la mayoría de las ventas ilegales de precursores están relacionadas con las cocinas de cocaína. Fundamentalmente se trata de químicos utilizados para estirar la droga.
El nuevo Sistema de Trazabilidad de precursores fue aprobado el año pasado y rige por ahora de manera optativa. A partir del año próximo cada operador deberá cargar trimestralmente los informes a través de internet. Esto permitirá a la Sedronar mantener un registro casi en tiempo real de la ubicación de los precursores.
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