Sol Amaya – La Nación

De lejos parece un auto más como todos los estacionados sobre la avenida Coronel Díaz. Pero algo lo hace diferente al resto. El portero de un edificio cercano nota algo extraño: un líquido oscuro gotea del baúl del Dodge Polara. Se acerca, mira detenidamente y no tiene dudas: lo que chorrea es un delgado hilo de sangre. Horas después la policía descubre que proviene de los cuerpos de Mauricio Schoklender y su esposa Cristina Silvia, envueltos en bolsas de plástico y telas y con las cabezas destrozadas.

El macabro hallazgo tuvo lugar el 30 de mayo de 1981. La apertura de ese baúl significó, a la vez, el destape de un mundo familiar lleno de intrigas y puntos oscuros que, hasta hoy, no quedan del todo claros.

Que la madre era alcohólica y abusaba de sus hijos; que la noche del doble homicidio hubo una discusión por cuestiones de dinero; que fue un ajuste de cuentas. Muchas hipótesis intentaron explicar lo sucedido el 29 de mayo, pero lo concreto es que para la Justicia los autores del doble homicidio fueron Pablo y Sergio, hijos del matrimonio.

Los hermanos purgaron su pena y hoy, 30 años después, están en libertad. En la actualidad,Sergio Schoklender es nuevamente el centro de la escena mediática, esta vez por acusaciones de lavado de dinero a través de la fundación de las Madres de Plaza de Mayo de la cual era apoderado.

La compleja trama familiar, el asesinato, la huida, la detención y la condena forman parte de la cadena de hechos que se sucedieron a partir de aquella noche oscura de mayo.

La familia. Mauricio Schoklender pertenecía a una familia judía de clase media. Conoció a Cristina cuando ambos eran muy jóvenes. Ella no era judía, algo que no agradaba a la madre de Mauricio. Pero se casaron de todos modos. Él se convirtió en ingeniero y se mudó con su esposa a Tandil, a trabajar en una metalúrgica. En 1958 nació Sergio, su primer hijo. Pablo llegó en 1961. En el ‘63 nació la menor de la familia: Ana Valeria.

Al principio el matrimonio vivió en una pensión humilde pero poco a poco las cosas fueron mejorando. Cristina se dedicaba a realizar reuniones literarias en su hogar. Cuando el crimen salió a la luz, algunos vecinos mencionaron que la casa de los Schoklender era sucia y desordenada, y que Cristina tomaba mucho y solía dejar a los niños solos en casa.

De Mauricio todos, especialmente quienes trabajaban para él, hablaban muy bien. En 1968 la familia se trasladó a Buenos Aires porque Mauricio comenzó a trabajar en Pittsburgh y Cardiff. Fue ahí cuando se mudaron al departamento en la calle 3 de Febrero, en Belgrano.

La noche del crimen. La noche del 29 de mayo de 1981 la familia salió a festejar por adelantado el cumpleaños de Sergio, que era el 30. Cenaron en un restaurante de la Costanera y brindaron con champagne a las doce. Luego volvieron a la casa y a partir de allí los hechos se vuelven difusos.

La reconstrucción de aquella noche estableció que Mauricio se durmió temprano; Valeria salió con su novio -un hombre bastante más grande que ella-; Pablo y Sergio salieron a dar una vuelta y Cristina se fue minutos más tarde.

Según la investigación el primero en volver habría sido Pablo, luego su madre y después su hermano mayor. En algún momento de esa noche, Cristina y Mauricio fueron asesinados a golpes con una barra de hierro. Mauricio fue, además, estrangulado.

Recién a las dos de la mañana Valeria volvió a la casa.

El hallazgo. El crimen no fue descubierto hasta la mañana siguiente. El hilo de sangre que goteaba del baúl de un auto estacionado en la avenida Coronel Díaz al 2500, en Palermo, llamó la atención de un portero. Cuando llegó la policía se encontró con una escena dantesca: los cuerpos de Mauricio y Cristina con las cabezas destrozadas y envueltos en telas y bolsas. El vehículo era el Dogde Polara de la familia.

Las hipótesis. Sobre la autoría y el móvil del crimen hubo varias conjeturas. Una de ellas sostenía que Pablo fue el primero en volver esa noche a la casa y al regresar se recostó en el sofá del living. Según la versión su madre lo provocó para tener relaciones sexuales y Pablo reaccionó golpeándola en la cabeza con una barra de hierro lo que le provocó la muerte. Los ruidos despertaron a Mauricio que se abalanzó sobre su hijo y éste, para sacárselo de encima, también lo golpeó con violencia.

La otra hipótesis también pone a Pablo en la escena del crimen, pero sostiene que la discusión con su madre fue por cuestiones de dinero. Al parecer, Pablo quería ir a vivir a Brasil y le exigió su parte de la herencia.

En ambos casos, Sergio habría ayudado a su hermano a deshacerse de los cuerpos.

También se dijo que los dos hermanos planearon el crimen de Cristina y de Mauricio y, juntos, habrían cometido el doble asesinato.

Sergio y Pablo confesaron los homicidios, pero luego los negaron y sostuvieron que se trató de un ajuste de cuentas. Esa fue la hipótesis de la defensa de los hermanos Schoklender. El abogado defensor, Jorge Goodbar, dijo que en el doble crimen estaban involucrados sectores militares. Es que Pittsburgh y Cardiff, la empresa donde trabajaba Mauricio, representaba en el país a los principales grupos empresarios europeos de la industria bélica. En el juicio, la Justicia rechazó ese argumento.

La huida. Luego de abandonar el auto los hermanos huyeron a Mar del Plata. Allí se hospedaron en el Gran Hotel Dorá. Primero llegó Sergio, al otro día Pablo. La primera noche, según cuenta La Semana, una reconocida revista de la época, Sergio pidió un taxi y le solicitó al chofer que lo contacte con una prostituta. Estuvo una hora en el albergue Tops, en el viejo camino a Miramar.

La revista también cita a quien era el presidente del aeroclub de Mar del Plata. En su relato cuenta que los hermanos, bajo el falso apellido de Fogel, le pidieron un aerotaxi para viajar a Entre Ríos y de allí a Punta del Este a “encontrarse con el padre”.

Luego hablaron con el dueño de una agencia de publicidad al que le solicitaron, según La Semana, una campaña publicitaria. “Dijeron que pertenecían a Industrias Náuticas Volser y que el único propietario era un tal Pablo Schoklender. La idea era lanzar una nueva línea de cruceros, de producción nacional, en Mar del Plata. Querían una página semanal en cada diario de acá, cuatro letreros bien grandes, ocho comerciales diarios por televisión… y cuatro modelos full time”.

Los hermanos pidieron que las modelos viajaran con ellos a Montevideo inmediatamente. También una cena para 300 personas a todo lujo. El publicista, dice la revista, dudó pero pensó que era un gran negocio. Sin embargo, al día siguiente, los hermanos ya no estaban en el hotel. Cada uno había huido por separado.

Las detenciones. Luego de separarse de su hermano, Sergio compró un caballo y se fue hacia el norte por la costa. A 20 kilómetros de Mar del Plata pidió alojamiento en una casa. Uno de los hombres que vivían allí lo reconoció. Sergio escapó, pero la policía lo encontró en la ruta haciendo dedo.

Por su parte, Pablo comenzó una odisea que lo llevó primero a Rosario y luego a Tucumán. Allí compró un caballo. Según relata La Semana el plan era irse a Bolivia. En la localidad de Ranchillos fue detenido. En principio se dijo que confesó el crimen a la policía. Pero luego, el juez Juan Carlos Fontenla aseguró que allí no se le había tomado declaración.

Las condenas . Tras la detención Sergio confesó la autoría del doble homicidio y libró de responsabilidades a su hermano. En marzo de 1985 fue condenado a prisión perpetua. En primera instancia Pablo fue absuelto. Pero al año siguiente, la Cámara del Crimen también lo sentenció a perpetua. Sin embargo cuando se aprobó el pedido de detención Pablo ya estaba en Bolivia con una identidad falsa. Recién fue apresado por Interpol en 1994 y trasladado a Buenos Aires.

La vida en libertad. Pablo estuvo en prisión hasta 2001, cuando obtuvo los primeros permisos para salir. Sergio logró ese beneficio mucho antes, en 1995.

El hermano mayor se recibió de psicólogo y abogado en prisión. También escribió un libro llamado “Esta es mi verdad” en el que cuenta que el crimen de sus padres fue un ajuste de cuentas y que ellos eran inocentes.

Una vez en libertad se contactó con las Madres de Plaza de Mayo y se convirtió en apoderado de la organización. Escribió otro libro: “Infierno y resurrección”, que reivindica los derechos humanos de los presos.

Como abogado defendió, entre otros, a los hermanos Da Bouza, que asesinaron a su padre en 1998 y fueron condenados a prisión.

Pablo tuvo un perfil menos público, aunque también escribió un libro: “Yo, Pablo Schoklender”, con su versión de los hechos que luego sirvió para el guión de una película.

El misterio de la hermana. ¿Qué fue de la vida de Ana Valeria? Ella volvió a su casa aquella noche luego de que se produjera el crimen. No fue acusada del homicidio como sus hermanos. Casi no habló con los medios y desapareció de la escena. Habría cambiado su apellido y ya no viviría en el país.

Argentina: Sergio Schoklender preso