Nisman 4 - TélamHay prensa que condena antes que los Tribunales. No importa si hay pruebas o no. Lo importante es hacer creer que alguien es culpable o inocente, de acuerdo con intereses que nada tienen que ver con la Justicia. La muerte de Alberto Nisman, el fiscal que investigaba el ataque terrorista a la AMIA, es uno de los casos más evidentes de este tipo de manipulación.

Desde que el fiscal apareció muerto en su departamento, comenzó una pelea entre oficialistas y opositores de entonces (hoy intercambiaron papeles) para promover teorías opuestas, más allá de lo que investigaran jueces y fiscales.

Para el kirchnerismo, fue un suicidio.

Para los antikirchneristas, fue un asesinato.

Ahora que ha pasado más de un año de la muerte de Nisman, los peritajes independientes y las pruebas científicas apuntalan la teoría del suicidio. Pero la familia del fiscal y los enemigos mediáticos, políticos y judiciales del kirchnerismo quieren que se decrete que fue un asesinato. La presión política en este sentido es inmensa. Cualquier testimonio en favor del crimen es presentado como verdad absoluta. No se cuestiona. Se valida.

Todo lo contrario ocurre con quienes explican las pruebas que sostienen la teoría del suicidio. Sus declaraciones son descalificadas porque lo importante es convencer a la opinión pública de que el fiscal fue asesinado por orden de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

El presidente Mauricio Macri se sumó a esta campaña pro teoría del asesinato en su primer discurso ante la Asamblea Legislativa, el 1 de marzo. “No olvidemos que hace más de un año aparecía muerto Nisman en circunstancias inciertas que empiezan a aclararse”, dijo. Pero el caso está muy lejos de resolverse, más bien ha crecido la manipulación para llegar a una conclusión antes de cualquier juicio formal.

Macri se refirió, sin citarlo, al fiscal Ricardo Sáenz, quien días antes dictaminó que Nisman había sido asesinado. Fue conmovedora la excitación con la que los periodistas antikirchneristas informaron la noticia sin cuestionar en ningún momento a Sáenz, dando por cierta la acusación como si fuera el fallo de un tribunal. Se les olvidó que Sáenz es parte interesada del caso porque apoyó la denuncia de Nisman contra Fernández de Kirchner por presunto encubrimiento a terroristas (denuncia que fue desestimada en todas las instancias judiciales por falta de pruebas) y porque fue uno de los promotores de la marcha por Nisman realizada el 18 de febrero de 2015. Desde el principio, Sáenz prejuzgó asesinato y durante todo este tiempo sólo trabajó para abonar a esa idea.

Luego se sumó el show del espía todopoderoso, Antonio Stiuso, el Frankestein del kirchnerismo que declaró que a Nisman lo mató “un grupo relacionado” con la ex presidenta. La palabra de Stiuso fue difundida, otra vez, como verdad absoluta. Al día siguiente su abogado aclaró que eran meras “interpretaciones” del ex espía, que no tenía “pruebas directas”.

El caso sigue envuelto en una maraña judicial. Mientras, los medios y parte de la sociedad ya tienen sus conclusiones, basadas en sus simpatías o antipatías políticas. No en la verdad, ni en las pruebas, ni en la justicia. Eso es lo que menos interesa.

Foto: Télam